Hacer filosofia del deseo.

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La filosofía del deseo en tiempos de fugacidad.
No pretendo aquí exponer por que es el deseo la fuerza primera que mueve al hombre, pues ya han hecho esto mismo desde Aristoteles, San Agustín a Spinoza o Nietzsche, también Deleuze (que es seguramente el principal exponente actual del deseo), pero no está de más que esboce algún concepto intermedio entre esta infinidad de autores, e intente acomodarlo en este mismo momento. ¿No es esto hacer filosofía?.

Así que pretendo hacer filosofía partiendo de uno de los conceptos más trillados de la historia de la filosofía, encuentren ustedes a un filósofo que se precie que no haya hablado del deseo y su interacción con el hombre y la naturaleza. Ya se pueden imaginar que es un concepto central al hombre, cuerpo autónomo e integrado en el hombre que participa de él como la sal al mar, el deseo es la parte consciente y procedimental de la naturaleza humana, y así como la naturaleza del desarrollo puede predecirse por sus genes y sustancias -por su determinación genética- la naturaleza del deseo humano puede intuirse por sus ideas y conceptos.

El deseo que a mí me interesa es el de Spinoza, quien dice que este es la esencia del hombre, es decir, para Spinoza el deseo es lo que mueve al hombre en la dirección y forma en la que los hombres pueden formarse a sí mismos en cuanto a individúo o cuerpo social. Y no hay ejemplo más claro que su "ética geométrica" como libro que define y ejemplifica la descripción. Ya que es un libro de deseos, de esos libros que crecen sobre tu cabeza y hacen hijos a tus espaldas. Si un hombre quisiese aprender a desear intensamente no puede perderse este libro. Ahora si, los deseos de Spinoza son complejos y entrelazados, no son deseos fugaces como las apetencias que se muestran en televisión, ni deseos basados en "pulsiones" o instintos, como son la gula, la abaricia, etc -estos son deseos incompletos que siempre van acompañados de alguna tristeza. En Spinoza el deseo es uno, y al mismo tiempo infinito, capaz de descomponerse en una multiplicidad de deseos y afectos. Pero, no pretendo aquí extenderme en la fuerza del deseo Spinoziano -eso ya puede hacerlo quien quiera en su casa, lo que vengo es a criticar, y a decir que los deseos que veo en la gente a diario, los deseos que anidan en ciertas cabezas llenas de pájaros, junto con otros de cabezas más instruidas e igualmente inutilizadas son, en su mayoría, deseos fugaces. Más que deseos son apetencias, o pequeños intereses inducidos. Apetencias de una chocolatina, de una fragancia, gominola, viaje u otro utensilio no necesario. Lo que ocurre es que los deseos que respiramos solo son producidos por el intelecto del hombre en su propio bien, en una mínima parte, el resto son desechos de la publicidad.

¿A quién le interesa tener tanta cantidad de deseos inútiles en su cabeza?, eso no interesa a ningún individuo, solo es un concepto de pago con intereses lúdicos. ¿Por qué tenerlo en mi cabeza?, ¿Qué puedo hacer para defenderme de esto?, lo único que se puede hacer es hacerse consciente de los deseos propios. Y para esto solo conozco un remedio: Ética demostrada según el orden geométrico de Baruch de Spinoza.
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