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La esperanza como imposible



Desde los tiempos en el que el espectáculo comenzó a tomar forma podemos decir seriamente que, lo que es representado jamás es vivido mientras que lo que es vivido jamás es representado. Suponemos que el espectáculo tiene el fin de crear la falsedad, aunque esto no es más responsabilidad del creador que del espectador, que imprime en sí lo que se le presenta de la manera en la que le calce; así como el funcionamiento de los primeros microscopios de lentes electrónicos. Mostrar, enseñar, crear publicidad, formar algoritmos impulsados por inteligencia artificial, solamente viene a acelerar nuestros destinos, y la óptica muestral que tenemos de ellos. La definición de hoy del futuro es que está planeado, más no garantizado, los dos clavos que crucifican la permanencia de la esperanza. Algunos se alegran que venga el fin. 

El fin de la humanidad en sí no es un fin preciso, se supone que es el fin del espectáculo que en cierta manera sostiene la humanidad de los individuos de nuestro tiempo, humanidad como definición. Todo lo que somos se define en alguna medida al espectáculo, tentáculo de poder que vendría a dirigir el tiempo en el que nos perdemos. Ya no hay forma de perderse. Cualquier silencio incomodo puede ser reemplazado por furtivas miradas a aparatos electrónicos que recogen información y la aceleran. Perder la aceleración será el fin de los tiempos, luego de esto, los conflictos se resolverán con piedras y palos, puede que con suerte sepamos provocar el fuego. Es importante entender que en este proceso se obtendrá el concepto de humanidad indefinible fuera de la máquina, deberemos de definirla nuevamente bajo estándares que algún día circularán nuevamente por alguna forma de imprentas.     

El hombre es lo indestructible, que puede ser infinitamente destruido. La plasticidad es humanidad, plasticidad de entendimientos, de formas de vida, de funcionamientos, de tecnologías. Suele decirse que la única forma de estar parado en tierra firme es pisando fondo. Nuestras formas políticas han pisado fondo demasiadas veces, conocemos sus fallas, es historia, pero se descansa en la comodidad de no hacer política verdaderamente, sujetados a la inercia que mantiene cómodos a la gran parte de la población. Se defiende el derecho a voto con uñas y dientes también desde el espectáculo, porque el poder sabe que es lo único que nos recuerda de vez en cuando que existe la democracia, claro, su ilusión. Con eso basta. El poder no es solamente un hecho que se forma en la lejanías, que ejerce su fuerza inhabilitante con la inercia de lo imparable, como influencia tectónica; el poder es también lo que está frente a ti, junto a ti. Si el poder del sistema no está en todo, entonces no es el poder del que escribo. 

Es tan simple como complejo se hizo el hecho de llegar a este punto. Yo soy el intervalo entre lo que soy y lo que no soy. Entre estas pulsaciones se hace el hombre, empujando la roca o dejándose llevar por la inercia de una caída vertiginosa a los grandes vicios de la humanidad. Hoy cada vicio sirve, mientras que cada virtud es puesta a prueba constantemente como fuerza impulsora de una u otra arista política. Esto implica que el trabajador moderno se vea forzosamente obligado a pertenecer a uno u otro bando, con el engaño de que éstos actúan en completa sinergia para ejercer el poder y perpetuarlo desde la arista espectacular. 

La misión es abolir la esperanza, pues ésta es la que nos hace humanos, reemplazándola por una espera perpetua, una resignación a lo que el sistema nos tenga preparados. ¿Una nueva enfermedad? A la espera de su vacuna. ¿Una nueva necesidad? A la espera de un nuevo dispositivo. 

Es el arte el que ha configurado la cuarta parte del siglo XXI pero exigiendo expectación tanto para crear como para observar, la expectativa se dejó de lado para unirse a una corriente que se lo está llevando todo. Siguiendo con la idea, es esta la forma de terminar con la humanidad. La falta de esperanza, de hacer parir el futuro, es parte de la gran depresión de nuestros días. Con esto toman fuerzas las formas religiosas que anuncian un advenimiento, lo que según Derrida, es muy distinto al futuro. El futuro es predecible, se puede calcular, se puede preveer, agendar, mientras que el advenimiento es totalmente impredecible. El advenimiento no depende de fuerzas humanas, por lo que en cierta medida, con el advenimiento resucita la esperanza. Un niño se nos es dado.

Lo inmanente no es relevante ni como repetición, dado que notar la repetición es trascendencia, y el algoritmo lo sabe, lo calcula. Quizás por ello países como China ofrecen servicios de inteligencia artificial absolutamente gratis, dado que reconocen que el flujo de conocimiento puede trascender en la repetición. ¿Qué es lo que se dirá? Lo mismo que ha sido dicho. ¿Qué es lo que será? Lo mismo que fue. Por ello doblan las campanas, no solamente por quien muere, lo hacen también por ti. 

Sin tinieblas no hay luz. La esperanza es esta luz. Poner flores en las calaveras es el principio de la alegría. Todo lo que hago y pienso es sólo un espécimen de mi posible. El hombre es más general que su vida y sus actos. Está como previsto para más eventualidades de las que puede conocer. Mi posible no me abandona jamás. 

¿En qué se diferencia un ciudadano votante, con la importancia que este concepto conlleva, con un simple consumidor en el que el producto se adapta lo mejor posible a sus exigencias de mercado, a una red mercantil? La importancia que se le da al votar pareciera ser la misma que se le da a la de consumir, como si consumir y votar sean derechos históricos que nos ganamos por derecho. No hay ironía en esto, sino que, estás palabras parecieran ser más irónicas entre más fuerza se le dé a lo logrado. Un nudo que ahorca con más fuerza entre más tiremos de él.

Carl Jung nos quiso decir con todo el amor con el que pudo, que mirar la sombra nunca es sombra, a veces puede ser una luz que nos avergüenza.

¿Cómo cambiaría la filosofía si se comprobara la existencia de vida alienígena?

INTRODUCCION

La confirmación de la existencia de vida alienígena tendría un impacto transformador en la filosofía, llevándonos a reconsiderar muchas de nuestras suposiciones y conceptos fundamentales. Esto abriría nuevas áreas de investigación y reflexión, enriqueciendo y expandiendo el campo de la filosofía de maneras que actualmente solo podemos comenzar a imaginar.

Podemos Fundamentar la inferencia en dos pilares de la filosofía con metafísica y ontología: 

METAFÍSICA: Se ocupa de lo que es en cuanto es, del ser como totalidad, de lo universal. Los extraterrestres entran en esta categoría. 

ONTOLOGÍA: Estudia los entes, los modos específicos de ser. La existencia de vida alienígena es una inferencia ontológica (otro ente), pero su significado más profundo es metafísico. 


Ilustración futurista de una silueta humana translúcida rodeada de figuras alienígenas etéreas en un fondo cósmico, con signos abstractos y estructuras matemáticas flotantes, representando la comunicación alienígena y las matemáticas como lenguajes universales o relativos.


CRISIS DEL ANTROPOCENTRISMO METAFÍSICO

Aristóteles definió al ser humano como "animal racional" (zōon logon echon), pero si existen alienígenas racionales, ¿seguiría siendo esta la esencia del "ser"? Si se confirma la existencia de vida alienígena con capacidad racional, entonces el logos no sería exclusivo del ser humano. Esto nos obliga a preguntarnos:

¿sigue siendo la racionalidad lo que nos define como humanos?

¿O deberíamos pensar la esencia humana desde otra perspectiva, más relacional o situada?

La definición aristotélica del ser humano como "animal racional" podría ser vista como una descripción de una categoría más amplia de seres racionales, que incluiría tanto a los humanos como a los alienígenas.

FILOSOFÍA DEL LENGUAJE

Ludwig Wittgenstein, dice que el lenguaje se basa en la institución. Saussure que el lenguaje es un sistema de signos, pero los signos dependen de una base común de percepción y cognición. Noam Chomsky, que existe una "gramática universal" innata en los seres humanos que podría extrapolarse a otras formas de vida inteligente. (si así lo adaptamos) Si los alienígenas usan algún tipo de sistema simbólico o de comunicación estructurada, esto sugeriría que el lenguaje es una característica universal de la inteligencia. El problema sería.

¿Cómo entenderíamos un lenguaje alienígena que no se basa en nuestras mismas estructuras cognitivas? podrían usar vibraciones, energía electromagnética, o incluso comunicación química. (Alguna otra forma que desconocemos, podrían estar más avanzados que nosotros y no requerir el lenguaje)

¿Cómo replanteamos la semántica?

¿Habrá principios universales que podrían ser compartidos por cualquier ser inteligente.?

¿Es posible un sistema de comunicación sin reglas gramaticales, símbolos, o una estructura lógica?

Esto abriría debates sobre qué condiciones son necesarias para que algo sea considerado un lenguaje. Como con Frege en la filosofía del lenguaje, y su visión de cómo se relacionan con los objetos y conceptos que representan. El problema aquí seria que podrían no usar palabras para referirse a objetos, sino sistemas gestuales o basados en fenómenos que no comprendemos. Esto obligaría a revisar nuestras teorías sobre cómo funciona la referencia y el significado.  Claro sobre todo la ambigüedad semántica, en caso extraordinario de que se presente la relación.

¿Cómo podemos saber que entendemos correctamente un lenguaje alienígena si no compartimos su contexto cultural o perceptual? Si los alienígenas se comunican sin usar un sistema simbólico a través de emociones directas o transmisión de pensamientos), se plantearían preguntas sobre si el lenguaje es una condición necesaria para la comunicación y para la inteligencia.


CASOS HIPOTÉTICOS Y SUS IMPLICACIONES DEL LENGUAJE

Lenguaje no simbólico

Transmisión directa de estados mentales o sensaciones puras (como dolor, alegría, duda, concepto abstracto) sin usar palabras, imágenes o símbolos. (¿sería esto "lenguaje"?)

Lenguaje cuántico

Comunicación instantánea mediante entrelazamiento cuántico, donde un cambio en la "partícula mental" de un emisor se refleja sincrónicamente en el receptor, sin transmisión local de señales.

Comunicación sin tiempo

Una especie que percibe el tiempo como bloque completo (pasado-presente-futuro simultáneos), se comunica con estructuras significativas completas, no verbales ni secuenciales.

¿Es el lenguaje una condición necesaria para la inteligencia?

Si definimos la inteligencia como la capacidad de resolver problemas complejos, y asumimos que esto exige comunicación, entonces el lenguaje podría ser visto como una condición necesaria para la inteligencia. La comunicación, en este contexto, podría ser entendida como la capacidad de transmitir información y coordinar acciones, lo cual es fundamental para resolver problemas complejos.

Sin embargo, si aceptamos la posibilidad de inteligencias no lingüísticas, como una mente colectiva que "siente" soluciones, entonces el lenguaje no sería una condición necesaria para la inteligencia. En este caso, la inteligencia podría manifestarse de maneras que no dependen de la comunicación lingüística, sino de otras formas de interacción y comprensión.

Lo que me lleva a preguntarme lo siguiente "Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo" (Wittgenstein). ¿Pero si hay mundos más allá de nuestro lenguaje?

Vayamos más lejos con ayuda de la metafísica: ¿ y si hay organismos que leen mente? Esto desafía radicalmente el marco de Wittgenstein y obliga a replantear la ontología de la comunicación. Su capacidad de acceder a contenidos mentales (sin simbolización) invalidaría la tesis wittgensteiniana. Nuestros "lenguajes privados" (que Wittgenstein negaba) serían públicos para ellos.

 Lo que genera otras preguntas:

¿Perciben tus experiencias subjetivas (tu dolor ) como propias, sin traducción simbólica?

¿Si cuando lo hacen estas sufriendo, pueden percibir o hacer suyo ese dolor o no?

¿Acceden a lo que ni tú conceptualizas? (como el inconsciente cognitivo de Chomsky o los arquetipos de Jung).

Otro punto es que Frege y Russell: Su teoría de la referencia colapsa (no hay "significantes" que medien)


La inteligencia quizá no requiera lenguaje, pero nuestra comprensión de la inteligencia si. "El universo no está obligado a ser comprensible en nuestros términos". 


FILOSOFÍA MATEMÁTICA


Aquí tenemos dos supuestos, las matemáticas son un descubrimiento o una invención. abordemos la primera premisa: 

Como ejemplo el Platonismo matemático (Descubrimiento) Las matemáticas existen independientemente de cualquier mente. Los humanos (y posiblemente otros seres inteligentes) simplemente las descubren.

Si una civilización alienígena desarrolla matemáticas, habría dos posibilidades:

Algunas estructuras como la aritmética básica, teoría de conjuntos, o topología podrían emerger en cualquier mente racional enfrentada a la realidad. Esto apoyaría el platonismo débil: las matemáticas no son humanas, sino estructuras ontológicas fundamentales.

Otro punto interesante seria Si su “matemática” no incluye números, o no sigue lógicas bivalentes, eso sugeriría que: La percepción sensorial-biológica (vista, tacto, etc.) condiciona el tipo de estructuras que construimos. O que existen formas de razonar y computar ajenas a nuestras categorías.

Lo que haría Aparecer una metamatemática pluralista: diferentes matemáticas, cada una válida dentro de su propio sistema cognitivo-ontológico. 

Seria interesante considerar lo siguiente, por nuestra morfología nuestras matemáticas pueden percibir y describir fenómenos que ellos no pueden acceder. Por su limitante biológico. Y viceversa. Por lo tanto, habrá circunstancia donde nuestras matemáticas son más idóneas en ciertos ámbitos y otras donde la de ellos son mas factibles.  Entonces no podemos hablar de inferioridad o superioridad si no complementaciones axiomáticas.  La forma en que una especie percibe, se estructura y se organiza cognitivamente (a partir de su biología (condiciona qué parte del universo matemático puede "ver", construir o validar.)

Lo que nos deja dos supuestos matemáticos: 

Las matemáticas no son totalmente subjetivas (porque permiten describir estructuras reales).

 Pero tampoco son completamente objetivas y universales (porque la forma en que se accede a ellas depende de la corporalidad y percepción).


LAS MATEMÁTICAS COMO INVENCIÓN HUMANA


En esta postura las matemáticas no existen por sí mismas en la realidad, sino que son creadas por la mente humana como herramienta simbólica, lenguaje abstracto y modelo lógico, para interpretar, medir o anticipar fenómenos percibidos.

¿Qué cambia con la idea de invención?

Que la matemática no descubre verdades absolutas, sino que crea sistemas simbólicos con base en percepciones o necesidades.

El símbolo no representa una esencia universal, sino una herramienta funcional inventada para pensar, predecir, calcular.

Desde el punto de vista de la invención, cada civilización (humana o no) inventará su propio sistema matemático, dependiendo de:

su biología,

su forma de percibir la realidad,

su cultura simbólica,

su necesidad tecnológica.

Esto implica que no existe una matemática universal, sino familias de sistemas simbólicos construidos localmente, aunque algunos de ellos puedan coincidir en ciertas partes (como pasa con la geometría euclidiana en muchas culturas humanas).

Entonces: Las matemáticas no son verdades universales, sino lenguajes locales.

Lo que nos lleva hacernos las siguientes preguntas: 

¿Las matemáticas son un producto humano o si son una estructura universal que existe independientemente de los seres humanos?

¿Las matemáticas es una lengua universal, independiente de la biología y la historia de cualquier especie?

¿Las matemáticas son un conjunto de principios humanos, solamente?

¿Son una herramienta creada en función de las necesidades cognitivas y tecnológicas de cada especie??

¿cómo podemos acceder y comprobar las verdades matemáticas.?

¿Existen matemáticas alienígenas?

¿El descubrimiento de seres inteligentes de otro planeta podría cuestionar la universalidad de las matemáticas?

¿Las matemáticas son universales pero diferentes axiomas, connotaciones?

¿Si los alienígenas tuvieran un sistema propio podría sugerir que las matemáticas no son universales, sino un producto humano?

¿Las variaciones puede deberse a la manera de percibir mediante nuestros sentidos a la realidad? ¿Al hacer matemáticas y modificación axiomática?


ONTOLÓGICAMENTE: EL SER HUMANO DESCENTRALIZADO

El hallazgo de vida inteligente no humana nos obligaría a reformular la ontología contemporánea, particularmente en lo relativo a la centralidad del ser humano como medida del ser. Desde Immanuel Kant hasta Heidegger, la filosofía ha considerado al ser humano como el ser que se pregunta por el ser, situándolo como eje del sentido cósmico.

Sin embargo, la presencia de inteligencias no humanas con sus propias formas de autocomprensión, lenguaje y existencia implicaría que la ontología ya no podría ser exclusivamente antropológica. Habría que considerar una ontología plural, descentralizada, posiblemente interespecífica o incluso interestructural.


METAFÍSICAMENTE: REFORMULAR EL SER, LA CONCIENCIA Y LA INTELIGENCIA

El concepto de “ser” mismo se vería tensionado. Si existen entidades con formas de vida radicalmente distintas quizá sin lenguaje verbal, sin cuerpos como los conocemos o con estructuras cognitivas no lineales, entonces nuestros conceptos de:

a- Conciencia,

b- Inteligencia,

c- Identidad,

d- e incluso existencia,

deberían ampliarse o modificarse. Ya no bastaría con definir la conciencia desde un modelo racionalista o biológico; deberíamos reconceptualizar el “ser consciente” como una categoría abierta, dependiente del modo de ser en el mundo de cada forma de vida.


EPISTEMOLÓGICAMENTE: NUEVAS FORMAS DE CONOCER

La pregunta “¿cómo conocemos lo real?” se enfrentaría a un límite radical: el de comprender otras formas de cognición.

¿Seríamos capaces de comprender sus lenguajes o modos de representación?

¿Cómo validaríamos o traduciríamos sus conocimientos?

¿Es posible un “conocimiento común” entre especies con estructuras cognitivas completamente distintas?

Esto pondría en cuestión nuestros propios métodos científicos y filosóficos, y daría lugar a una epistemología comparada, o incluso una meta-epistemología trans-biológica.


FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN: FIN DEL ANTROPOCENTRISMO ESPIRITUAL

Uno de los pilares más afectados sería la visión religiosa tradicional, en la que el ser humano es concebido como creación privilegiada, razón y propósito.

¿Qué lugar ocuparía el ser humano en un universo donde otras inteligencias también reflexionan sobre el origen, el destino y el absoluto?

¿Tendrían religiones?

¿Experimentarían algo similar a lo que llamamos fe, divinidad, trascendencia?

¿Qué formas tendría lo “espiritual” en estructuras no humanas?

¿Existen otras formas de “encarnación” o “revelación”?

El diálogo con otras religiones alienígenas podría inaugurar una teología cósmica, donde Dios ya no sería patrimonio de una sola especie ni de una sola cultura.

CONCLUSION

Esta reflexión no agota las múltiples implicaciones profundas ni aborda de forma plena todas las ramas filosóficas que se verían afectadas. Tan solo pretende ser un ejercicio metafísico inicial, una aproximación especulativa que nos permite vislumbrar cómo la existencia de inteligencias alienígenas podría transformar radicalmente nuestra comprensión del mundo y del lugar que ocupamos en él.


Sobre la relación con las cosas








La relación con las cosas es una relación compleja desde la doxa, la episteme y la techne, puede que hayan personas que no manejen, en cierta medida, estas tres formas del saber desde cualquier arista, entendiendo que, una forma de saber es válida y universal si tiene potencia (actuar, crear, entrar en relaciones, Deleuze). Primero tenemos el azar y luego el destino, entonces, filosofemos (Marco Aurelio). La filosofía para la sociedad se ha transformado en el ente ejecutor para que el hombre haga lo que su destino le manifiesta, como una voz interior absolutamente tenue, vehemente, social e histórica; su destino es la libertad absoluta, pero, si el destino es un mito, la libertad también lo es. Una congruencia aceptable. Mito y libertad se unen ante sus posibilidades, se arrodillan ante su propia potencia, pero, para ser completamente definibles deben también ser capaces de revelarse en contra de la perfección, la potencia del esclavo; las contingencias de la techne, primero imperfectas tornan a perfectas, de perfectas a imperfectas en la episteme, y siempre imperfectas en la doxa. De todos modos, un mundo sin utopías es un mundo condenado de una u otra forma. No es necesario decirlo, la filosofía se abre y se abrirá paso a través de todas las rendijas que se provocan con los errores de los que saben y sus certezas, con el llamado que trastorne en firme la inestabilidad de la realidad, ordenando cósmicamente la ilusión de ser amos eternos. No hay tal cosa, la eternidad es la esclavitud, pero no el noumeno de la eternidad, sino en su fenómeno. Estamos fabricados para tropezar con nosotros, a pesar de la inmensa capacidad del cerebro al nacer, el humano es la mayor de las criaturas fenoménicas, porque es y hace fenómeno, y por eso es esclavo en pleno sentido hegeliano. El hecho es que el lenguaje, como afiman los analíticos, es complejo y en muchas experiencias inservible, lo importante es reconocer que su destino es la devastación, expandir los desiertos, erosionar lo inventado. No resaltaré la inutilidad cómo problemática en sí, si no en la medida en que ésta coarte su propia relación con las cosas, dado que lo útil es una definición demasiado espacio temporal y económica para ser tomada en serio por los siglos de los siglos. Es comúnmente visto que el pensamiento analítico no mira esta posibilidad un ápice fuera de la ciencia, cosa curiosa para una forma de filosofar, como si no se dirigiera a las calles por decisión propia, ni a la política, ni a transformar vidas o revolucionar corazones.
Puede que los artistas sacros nos hayan dejado la total inquietud de pensar que no hay artista que no sea religioso. Después de todo, un hombre sano para los griegos, era aquel capaz de adorar a todos sus dioses. Cada hoja de hierba tiene su ángel inclinándose sobre ella y susurrando: Crece, Crece (Talmud). El espíritu si le hay, es un precursor del arte, el espíritu es, la razón del movimiento esencial, lo que está detrás y en el fondo del movimiento de los ríos, de los vientos, del clima. El espíritu es perfecto e imperfecto a la vez (fenomenología), porque en él radica la lejanía de la perfección utópica humana. Es perfecto en la eternidad noumenica e imperfecto en la finitud fenoménica, en el lenguaje del hombre. Es perfecto en la eternidad porque es la grandeza de las grandezas, los artistas deben conectarse con esta universalidad para poder encontrar la creatividad del universo y sus ramificaciones, las cuales pueden llegar a ser más valiosas que todos los tesoros del mundo. No hay mucho en el futuro ni en el pasado que sea tan valioso como lo que probablemente tengamos en nuestro interior. Encontrar este tesoro creativo es la mayor de las felicidades que jamás se puedan hallar. He ahí el nacimiento de las cosas y las cosas de las cosas en el alma humana, la definición de una lágrima, una guitarra o una sonrisa. Una dialéctica reificadora de lo profundamente personal, con la intención demostrativa de cualquier iniciativa para los optimistas, o con el pesadillesco desvelo de destrozar lo que se lleva dentro para los pesimistas.
Uno de los errores de la mala fama de "querer interpretar el mundo", es pensar que así no se puede cambiar nada, estando inmersos en un mundo moldeable por las palabras; el mundo es moldeable por la pintura, con la música, con la observación misma. No sabemos qué repercusiones traerá la observación de la observación, un poco más de episteme, un poco más de doxa y de techne. Desde este punto de vista, atendiendo a que no podemos capturar el noumeno, que las verdades para la mente humana son relativas, y que no hay hechos, sólo interpretaciones, no queda más que formar nuestra vida a través de lo que podemos llamar revelación. La vida se nos revela, formando a ese individuo que poco a poco vamos creando de lo que se nos va quitando, se nos revela porque pareciera ir en nuestra contra, formando también el ambiente creativo y todas las formas de felicidad y tristeza que, según el budismo, no son más que un engaño, el mito mismo, el azar y el destino. Lo que sea, hechos o acciones, vuelven a su centro, a la naturaleza, se mezclan con ella, ella las absorbe porque lo es todo. No hay que temer de la inactividad si esta conlleva una apertura para la construcción de uno mismo, reveladora, auténtica, profunda. No es necesario presionar la mente en este sentido, el conocimiento se hace en la soledad, con la soledad, es este estado el que provoca un quiebre entre el humano y su propuesta, otra revelación llega, muy probablemente dolorosa, que enfrenta lo conocido con un infierno insondable, es este infierno la muerte segunda, quiebra el alma para que brote, dado que el conocimiento no es descubrir simplemente, es aceptar, es hacer y no hacer al mismo tiempo.
De pequeño aprendí cosas que a nadie más le importaban, las cosas del alma las descubrí no haciendo, las cosas de Phisis las descubrí experimentando. Evidentemente no desde la noción científica, que con su rigor llegó un poco más tarde atiborrando como en los Gulags cualquier falsa esperanza. Con profesionales sabiendo lo que hacen, demostrando, interactuando con el noble salvaje que alguna vez fuimos. En este texto no, la fantasía de la soledad alimentó las fantasías individuales, sus ficciones, en ocasiones mezcladas para enseñarnos, profesionales y salvajes incluidos, que no existen los conocimientos puros, que mutan, por esto no se puede acceder a él sin arriesgarse a quebrarse el alma o el cuerpo (Marie Curie). El instinto de juego, el instinto creativo, el instinto sereno es en definitiva hacer, según Carl Jung, interactuar con los objetos que se ama y aprender de ellos, dado que así como se ha filosofado que la conciencia es solamente una, también se puede especular (especulo), que en los primeros años de vida, muy probablemente, todo era un gran e inmenso objeto. Amamos objetos, en la infancia se normaliza, supongo que está en nuestra naturaleza amar sin ser amados... dejamos de creer en ello a medida que crecemos. Perder el control sobre la soledad de las cosas es perder la niñez. Para aprender, se debe fluir con el miedo a estar equivocados, ni ganar ni perder, ser parte.
No llores, no te eches en los brazos de la indignación. Comprende (Baruch Spinoza). Dejar que la revelación se manifieste, es conocer que existen tantas revelaciones como seres humanos, tantas soluciones como individuos, tantas intuiciones como huellas, no olvidando que la universalidad de la verdad es tan vasta como única, sólo la revelación cambia, como la óptica moviéndose en un espectro desconocido acomodándose a un ojo desconocido. Olvídate de ti mismo (Miller). Se dice que el descubrimiento es un accidente que se encuentra con una mente preparada. Prepara esa mente para los accidentes, la realidad se te revelará, se irá en tu contra, al menos eso parecerá. Se dice, que la mente más preparada para el aprendizaje es la de un niño, recrea esa mente en la interpretación sobre la revelación de la vida, la interpretación es la revelación misma, pero sólo en un instante. El humano tiene la capacidad de destruir cualquier vínculo en un instante. Esta potencia destructora no solamente es física, también es mental. Ni veo la destrucción como del todo negativa, ni la construcción como del todo positiva, ni la física ni la mental; quizás porque al final pareciera encontrarse la nada, la esencia del ser, partera y segadora de mundos, ficciones y universos. Anuncia un proverbio Zen, deja de pensar y de hablar de ello, y no habrá nada que no seas capaz de saber. Porque vivimos un segundo, no hay hechos, sólo interpretaciones. Por ello la verdad no tiene que ver con nuestra vida, sino con algo inevitablemente más grande que nosotros. Es ella excelsa por antonomasia, puede que no haya nada más serio e importante para el hombre que recrearse en ella, en la ética, que no es la estructura de las reglas para el juego, sino de la del juego para las reglas, por tanto la ética no puede ser estructuralista, sino postestructuralista. La ética sirve a la verdad, a los hechos, no a nosotros, ni a las interpretaciones.
Desde la época del mito que se ha manifestado algo ilustradamente conmovedor: el deseo de libertad, su fuerza, reposa en la consideración psicológica de lo inmensamente libres que podemos llegar a ser aspiracionalimente sin saberlo, quitando y otorgando, interpretando y simbolizando. No es que podamos ser libres desde estas aristas de otorgamiento y sustracción, es que somos libres usándolas. Encontrar la vastedad del camino a la libertad debe ser conmovedor, la angustia de existir y la esperanza se muestran descarnadamente para operar la edición incompleta de una vida inmediata, enfrentada al olvido, desvinculada de una civilización que busca estancarle; apabullante, espeluznante, triste, debe ser este enfrentamiento, patético, locuaz, espectacular, con tintes de derrota, pero con una belleza estética sin igual, tan solitaria como desoladora, pero tan, tan necesaria.
Liberada de connotaciones teológicas, la sentencia «sé razonable« equivale a decir: observa las reglas, sin las cuales no pueden vivir ni el individuo ni el todo, no pienses sólo en cosas del momento. La razón se realiza a sí misma cuando niega su propia condición absoluta -razón con un sentido enfático- y se considera como mero instrumento. […] La teoría debe hoy reflejar y expresar el proceso, la tendencia socialmente condicionada el neopositivismo, hacia la instrumentalización del pensamiento, como asimismo los vanos intentos de salvación (Max Horkheimer). ¿Es una genialidad no poder encontrar una salida? El mundo absorve con sus afanes todos los intentos de autonomía, los transfigura en útiles para tergiversarlos, los confunde vendiéndolos como un sentimiento listo para ser satisfecho. El humano busca ese árbol que le diga lo que significa la vida, el conocimiento, pero entre más encuentra ese árbol más se miente a si mismo, por ello la incultura, la vulgaridad, en posicionamiento con la figura del idiota de Dostoyevski, ilustran la indigencia de un espíritu limosnero; la condición de la cual no se representa la libertad, empero está a un paso de ganarla si dejara, sustrajera o negara. Hay otro idiota que es menos evidente en la literatura rusa, ya que está en todas sus sombras, el que no acepta.
El amor y el vacío se presentan como algo intrigante... en ellos se pueden formar todas las contradicciones. Quizas por esto a lo largo de los siglos, sigan siendo indefinibles. No es que no tengan una definición más o menos aceptada, es que jamás se ha descubierto cuántas son. La libertad y el proceso creativo, traen un dolor por antonomasia, pero también lo demuestran como forma técnica y tecnológica; quien encuentra con pequeños atisbos la figura de la desolación hace arte. El mundo se ordena y obedece desde un mandato que podríamos llamar divino, pero donde cada individuo es un organelo formado para ser confundido en el relato mismo de su seguridad, de la autocomplacencia, la sugestión y el aprovechamiento chamánico de su posición superestructural.
La división obligada de las cosas, material-inmaterial, fisico-metafisico, espiritual-mercantil, proponen una disposición que crea una deuda, dado que no hay una separación que no cree una diferencia. En la esencia, las cosas deben, para el pensamiento humano, permanecer desde otra forma, sobrevivir, alejadas de aquellos que la necesitan pero que no llegan, por la escasa comprensión de esa intimidad sobreviviente. Necesidad humana que escribe un vacío metafísico que es imposible de llenar simplemente con la razón, dado que niega la realidad, y con la sola negación, se hace real. El vacío es real, la devastación, es incomprensible desde la episteme, desde ahí nace la poca fe y la esperanza. Escribir, filosofar, pueden fabricar las dos formas, alejarnos de una cosa "buena", para acercarnos a una cosa "mala", en el hecho mejorarnos, llenos de cicatrices, pero curadas, crudas, como cosidos de nuevo para hacer nuestra alma nuevamente funcional, indigente, inteligente, creativa, por tanto sensible, pesada, quejumbrosa, comestible, cocida; que canta como las sirenas en el océano de la soledad. Porque la debilidad de los marinos no es el canto de pseudohembras, sino su soledad. Libres, porque hay quienes cantan por cantar, con o sin responsabilidad, caracterizandose por una conexión profunda con aquello que carecen.

El honor de saberlo todo

 Tú haz caso al viejo dicho

y a la serpiente, mi tía;

tu divina semejanza

verás qué susto te da un día.

 




De ningún modo la posibilidad de curación es la curación misma. Qué es propiamente la curación, sino una ampliación en el tiempo de un estado febril que se mantiene como una recaudación permanente de lo negativo y lo positivo al mismo tiempo en una nada fluida, durante la vida-muerte misma, la que es parte consecuente de "la existencia conocida". La nada fluida tiene la especificación de ser un eterno devenir, y lo eterno siempre lo es todo. Una comunicación sí y sólo sí, del inconsciente al consciente. Por ello la impasibilidad de Dios. Esta impasibilidad no viene desde la divinidad sino desde el filtro primitivo que desarrollamos para sobrevivirle.

Es pues la vida la enfermedad misma; la salud es, el sentido de posibilidad que nos hace capaces de disfrutar aquello que nos obsesiona. En conclusión, en la No obsesión encontramos lo que nos mata. Por ello la muerte está a nuestras espaldas en la tradición mixteca (Mictlantecuhtli). No se puede servir a dos amos. El secreto de la muerte es su contraste.

La salud es un estado que nos permite disfrutar del deseo. Lo reprimido. Las anunciaciones médicas de la enfermedad son solamente una advertencia si, dentro de lo que nos abruma, hay posibilidad de abandonar el goce. El humano, a medida que va envejeciendo va modificando, mas, nunca cediendo este goce, en un estado casi budista, si cabe, al ver todo a cámara rápida; pasando por muchas modificaciones con respecto a lo que Es: una ausencia. El goce no tiene porqué ser extremo, solamente siendo una óptica basta para extenuar un mundo; aristas, contrastes, como la muerte que, como relato, también es un goce (The End, The Doors).

La esencia del humano es la ausencia, su contradicción; el individuo es contradicción. La mayor parte del tiempo la persona moderna no está, se refugia en el sentir del otro ignorando su propio sentir, se refugia en las emociones externas para no ver las internas. Lo más difícil del mundo es conocerse a uno mismo (Tales de Mileto). Y esto se dijo hace 27 siglos.   

Toda enfermedad mental y espiritual queda en última instancia justificada con el hecho residual de nuestra existencia. Somos desechos, basura. Aunque no en su sentido negativo, sino en el sentido teleológico. Qué peligroso sería todo si supiéramos que nuestros cuerpos no le sirven de una u otra forma a la tierra… Pensar, divagar, que ésta nuestra existencia, no tiene ninguna justificación, ni siquiera como alimento para larvas, es el camino al absurdo de los absurdos. Que esta posibilidad de tiempo sea una posibilidad tan lejana al hecho de servir de algo es el camino de los dioses, los que tienen la potestad de inventar sus propias servidumbres. Son las larvas, como posibilidad empírica, la razón de nuestra existencia. Y de ahí a las estrellas. Quizás le gustemos jóvenes, valientes, tiernos; como en los poemas vikingos sobre la muerte.

¿A quién serviremos después? Crear el pesimismo, es una justificación moral con respecto a lo que podemos y debemos pensar. Pensar es servir (Budo). El pensamiento es guerra.

La comunicación entre lo consciente y lo inconsciente es evidentemente importante, dado que dispone para nosotros de información de primer orden; esta fluidez de comunicación es reprimida porque el inconsciente dice algo horrendo. Es, por tanto, toda verdad reprimida ya que la verdad es terrible. Sólo sufriendo se es persona (Unamuno). La conciencia de muerte primeramente nos hace humanos, pero ésta no es nada... el infierno se esconde dentro de nosotros, se comunica de vez en cuando, manda a sus ángeles que son devastados por la luz de nuestra civilización. Sus alas son quemadas por volar demasiado cerca del sol. El verdadero problema filosófico no es la muerte, es la tortura (Jean Améry). Los santos son los primeros civilizados; nosotros somos simples marionetas del mal y ellos atletas del bien. Ser un santo es disponer del diablo al antojo.

En un intento de jodernos la vida, queremos joder a la verdad porque ella viene a jodernos. Por compensación psíquica, una gran humildad está próxima al orgullo, y el orgullo viene siempre antes de la caída. Podemos descubrir fácilmente detrás de la arrogancia, fuertes sentimientos de inferioridad. Dado que entre la verdad y aquello que queremos construir: nuestro yo, siempre hay una comunicación al borde del clímax, del orgasmo, de la culminación, del nirvana. Quien no es genial ni loco nunca puede desenredarse de la realidad del mundo hasta tal punto que le permita verlo como una imagen suya (Carl Jung). Porque solamente es un genio quien pueda llevar el mundo primitivo y casi sobrenatural al terreno universal del orbe de lo consciente.

Definir el inconsciente no es tarea sencilla. Muchos piensan que el inconsciente es motivado por los sentimientos y no por la razón. Pero no hay evidencia empírica que pueda separar esto en lo primitivo; pensarlo así es un completo absurdo. Tampoco hay evidencia de que estos opuestos se puedan reconciliar. Lo primero es reconocer el germen del inconsciente colectivo, el cual es el mismo que el del inconsciente primitivo. Si el individuo logra entrar al reconocimiento del inconsciente primitivo (colectivo), entonces triunfa, pero, para ser olvidado más tarde, y convertirse en un engranaje más. Su triunfo es su caída, se convierte en Lucifer; este tiene dos opciones, rehuir de su deseo o acariciarlo. Por ello, el especialista, para analizar a su paciente no sólo debe “entrevistar” al individuo, sino también a su entorno. La psique individual suele confundirse con la de su entorno, con lo primitivo. Senatus bestia, senatores boni viri. El cuerpo social forma parte importante del inconsciente del individuo, lo que nos lleva inmediatamente a una teoría “claro oscura” del psicoanálisis, que puede desenredarse un poco más bajo el precepto anteriormente explicado: el concepto Sincrónico.

una representación abstracta compleja de los conceptos de curación, la vida como enfermedad, la nada fluida, el devenir eterno, la impasibilidad de Dios, la salud como goce de la obsesión, la muerte en la tradición mixteca, el secreto de la muerte, los deseos reprimidos, la esencia de la humanidad como ausencia, la desconexión moderna del yo, la justificación de la enfermedad mental y espiritual, la existencia humana como desperdicio, el absurdo de la vida, la razón empírica de nuestra existencia, el servicio después de la muerte, el pesimismo como justificación moral



Pensar en una persona y encontrarte con ella en la calle, recordar a un amigo con el que no se hablaba hace meses y de pronto recibir un mensaje suyo, que un desconocido pase hablando de un libro que se quería comprar, pueden ser hechos llamados de muchas formas: coincidencia, azar, casualidad, etc. Pero, para uno de los psiquiatras más respetados de todos los tiempos, Carl Jung esto tiene una explicación: Sincronicidad. Esto no quiere decir que las casualidades no existan, de hecho, la sincronicidad debe cumplir ciertos requisitos para ser llamada así. Primero, que el suceso no tenga una explicación causal, segundo, que se haya dado en la mente del individuo antes que en la realidad, tercero que tenga un significado simbólico espiritual, cuarto que haya una diferenciación temporal escasa. ¿Es el inconsciente social lo mismo que el inconsciente individual? Muy probablemente sí. Y esto es absolutamente devastador.

Lo anterior conlleva a decir que entre más grande sea un cuerpo social menos libre es el individuo. Cosa básica en términos políticos, pero no tanto en términos psicológicos. Según Schopenhauer el sentido del humor es lo único que puede mantenernos libres. No lo dijo con fines políticos. De todos modos el humor penetra las ranuras de la verdad y encuentra cierta salida que, en la no conveniencia, nos hace reír. 

Aún así podemos adivinar que la seguridad del grupo ante la libertad de la soledad, solamente forman parte de lo mismo que se desea descubrir, forma parte del mismo libro que se intenta leer en braille con texturas espinosas. Claro es que el conocimiento conlleva culpa, porque es un robo al registro inconsciente para hacernos un poco más partícipes del saber, condenando al Prometeo a las soledades de las cimas del Cáucaso, abandonado por dioses y hombres, porque ni ellos mismos logran dimensionar el valor del fuego. La falta de registros sensibles, y su abundancia. La imaginación en demasía y su escasez. El conocimiento es observar parte del recorte que nos dio la sociedad y coser un trazo más de un miembro que sabe dios para qué servirá.

Sería en tanto el bebé el más igual de todos los iguales a sus semejantes. Y aquél que añade alas a su cuadratura, el que comienza el proceso real de individuación; quien comienza un proceso en el cuál es dueño de su enfermedad; se enfrenta a su ausencia porque reconoce lo general: el inconsciente, y su particularidad dentro de él. Sin tratar de fusionarse ni de negarlo. 

Se acopla en cierta medida con él el tiempo que le es dado estar en esta tierra. Se enfrenta a una lucha en donde aprende y no a una tortura que le perdure. Por ello el paraíso es la mayor de las mentiras, porque fue la primera. Un lugar totalmente inexpresable, donde se acaban todos los cuentos y comienza todo de nuevo. El paraíso es un segundo y luego, su larga espera.  ¿Debe haber en el paraíso un elemento mejor que otro? ¿Se debe extrañar a manos llenas? El paraíso es siempre una necesidad.




Elige tú

 



Decir que la razón es lo único que tenemos, desalienta. El neoliberalismo no solamente vino a destruir la luchas sindicales, y a destruir el sindicato, sino también a imponer la razón, esto es, una adaptación neta y potentísima al cuaderno, al esbozo. La última etapa de la razón es reconocer que hay una infinidad de cosas que la sobrepasan. Muy débil es si no se llega a reconocer esto (Pascal).
Reconocemos que todos sus intentos sólo llenan un espacio ínfimo del conjunto real, si es que se le puede llamar conjunto; ateniéndose a la teoría de conjuntos que cuestionó Bertrand Russell; dejando incompletas bases totalmente indispensables para trabajar seriamente el desarrollo total del conocimiento. Lo necesario es saber que al hablar de universales es lícito admitir que ni siquiera sabemos de lo que estamos hablando, entendiendo que las proposiciones imaginarias son la base de las certezas de nuestro siglo.
El racionalismo avanza omitiendo estas incertezas. Martin Heidegger provocó mucha controversia cuando dijo: “La ciencia no piensa”, refiriéndose al hecho de que ésta no se detiene en los fundamentos, sino que conlleva una carrera política, económica, hegemonica mientras los pisotea.
Esto es clave para entender el comportamiento del ciudadano contemporáneo el cual va de caída en el mismo sentido de sus amos. Pero no es una caída cognoscible. Entender la mente del ciudadano del siglo XXI es tratar de entender la mente de un individuo que aprendió más palabras de un dispositivo que de su propia madre. La dialéctica del amo y del esclavo no pretende demostrar algún tipo de lógica, la dialéctica ya estaba establecida, sólo vino a tratar de apuntar hacia dónde caemos. La evolución en el sentido racionalista, es tomar un camino despreciando la infinitud, no desde el punto de vista de lo vasto, sino desde lo axiomático. Este camino lo toma con firmes convicciones de divulgación mientras que en otras, toma pasos dubitativos, caminos falseables (Popper), quedándose en el aprendizaje académico, un aprendizaje de relleno, mientras se aleja de la praxis, de la vanguardia.
La duda misma es una forma de razonar, la duda es el espacio ínfimo, el recoveco que sigue llevando a la seguridad y la certeza a través del esfuerzo. El problema es que vivimos en el mito. Las imágenes, las noticias, lo contingente, pertenecen a una economía de la atención, ni siquiera necesitan decir la verdad o como mínimo, ser sinceros. Su necesidad es inauténtica.
Hay que salir del agujero para notar este bucle (Platón), y sin embargo, estar condenado a jamás salir de él pareciera ser el problema. Somos como somos, pensamos como pensamos, el no ser es imposible desde este punto de vista. ¿Cómo saber que somos otro? Dejar de Ser solamente es una prueba empírica para los que quedan en este mundo, con la muerte como una tradición. De esto tienen mucho que proponer los vedas, quienes, bajo estrictas reglas lógicas llegaron a la conclusión de que así como materialmente somos distintos al nacer y al envejecer (Paradoja de Teseo), no hay ningún motivo para pensar que aquello que perdura de nosotros, perdura también por sobre la muerte.
El miedo hizo decir a más de algún pensador que no concebía la posibilidad de muerte, mientras trataba de dictar simplemente una condena (Papado). Quién piensa así no es más que un juez que va, caso a caso, martillando sobre el estrado para dar o quitar opinión. El capital necesita de energías mentales, e incluso la infelicidad es rentable. Por suerte para los vedas, después de la muerte abandonamos nuestras cargas.
Usualmente, la razón humana, cuando tiene la última palabra, conduce a la irracionalidad.
El movimiento romántico llegó para refutar el racionalismo, pero sufrió, históricamente, el mapeo del camino a la locura. Así ocurrió en la revolución francesa influida por las ideas románticas de finales del siglo XVIII y que estallaron sin tregua por toda Europa y América, llevando consigo masacres inhumanas.
David Hume no fue un pensador romántico, pero sí contribuyó a construir el romanticismo "destruyendo" el racionalismo y tildándolo de absurdo. Quizás nunca pensó que en nuestro siglo se hablara de cognitariado. Ya no es que los trabajadores tengan otros sueños, su sueño es poder trabajar.
Ni el escepticismo se ha marchado, ni el romanticismo, ni tampoco el racionalismo, sus luchas siguen manifestándose con núcleos muy diversos y con distintos propósitos, pero no las bases que se saltan para cometer aquellos mismos errores. La semiología de Ferdinand de Saussure vino a imponer una nueva dictadura apoyada en sus principios: todos los signos sirven para todos los fines. Es esta cantidad enorme de información actual y actualizada la que propone una separación infinita, la fragmentación y la discontinuidad fragilizan las identidades sociales, pulverizan la memoria colectiva.
La nueva lógica valiente de ayer llega a ser la ortodoxia sosa de hoy y el oscurantismo insoportable de mañana (Richardson). Lo grave no es rechazar la verdad sino desmentir años de investigación, esto pasó con la religión y el caso de Galileo, y sigue pasando con la ciencia y el muy dudoso caso de Jacobo Grinberg. El problema no es enfrentar la ciencia, sino a sus inversores. La ciencia no tiene problema, el capital sí. Esto ha pasado con la filosofía oficial y cultural también, para convertir el conocimiento de hoy en una forma cobarde de enfrentar la realidad, mínima, cómoda. En el ámbito epistemológico y fenomenológico, la adquisición de conocimiento es una tarea divina. En una la razón no alcanza a comprender lo que calcula, en otra, ni los sentidos ni la imaginación que nacen de éstos llegan a una visualización total de las cosas.
Quizás sean éstos uno de los mejores motivos para fusionarnos con la máquina, en una tarea ortopédica infinita nacida de una invalidez infinita.
De todos modos, bien sabemos lo que les pasa a los pensadores que van en contra de su tiempo y que se atreven a desafiar las corrientes de poder. O, perfeccionando, no sabemos lo que les pasa.
¿Pero cómo enfrentamos a la razón desde un polo que no sea la locura? ¿Cómo enfrentamos a la razón sin razón? Si ejemplificamos algún tipo de camino hacia el conocimiento, no debería ser la autodestrucción como fin, ni siquiera el dejarse destruir. Sino una conciencia en movimiento hacia el ángulo de mayor perspectiva en el azar de la vida.
Tal vez sólo convenga asirnos a lo que tenemos y nada más, qué importaría el resto si no lo entendemos o escapa de nuestras manos. La felicidad pende de estos dominios. La felicidad para los tontos, la paz para los sabios.
Aunque siempre hay algo en el corazón humano que ansía un poco más. Sólo se puede buscar lo humano en las cosas únicamente. Con esto en mente, ¿no sería la ética lo único verdaderamente humano que podemos construir? ¿Por qué nuestros padres se esmeraron en heredarnos el lenguaje si éste, como las matemáticas, que es un lenguaje, sólo muestra logicismos que no logramos llevar a cabo prácticamente y demostraciones de verdades perfectamente apegadas a la razón? ...y nada más...
Lo humano radicaría y sólo radicaría en lo imposible. Crear la Ética. Más razón tiene un águila al atrapar a su presa que el individuo moderno al subirse a su vehículo.
La ética, el lenguaje de nuestros padres es una forma de construir imposibles. Pero no imposibles razonables, ni locos imposibles, sino éticas que se adapten a las circunstancias (Ortega y Gasset). Porque sólo aquello que uno ya es, tiene poder curativo (Carl Jung).
Es ilícito pasar por este ejercicio sin nombrar a Immanuel Kant, quién notó los problemas del racionalismo, pero a la vez, los problemas del romanticismo. ¿Qué puedo saber? Metafísica. ¿Qué puedo hacer? Ética. ¿Qué puedo esperar? Religión. Estas preguntas se materializaron en sus tres obras principales: “Critica a la razón pura”, “Critica de la razón practica”, “La religión dentro de los límites de la razón”. Aunque cometió el error antes mencionado pero, en otros términos totalmente excelsos: La religión jamás podrá permanecer por siempre dentro de los limites de la razón.
El personaje del Fausto de Goethe, es la representación de lo que la cultura condena en sus intelectuales, asumiendo que ciertos conocimientos no se permiten en "el conocimiento". La libido a sido puesta a trabajar y nadie debe entenderlo.
El régimen semiótico puede ser represivo cuando a un significante le es atribuido muchos significados. El Quijote blandió su espada en contra de los molinos, el sonido de su metal fue llamada locura.

Líneas de tendencia de la economía futura


 


El servicio se puede cargar, como transacción económica, solamente una vez de forma impositiva, dada su esencia, mientras que al producto se le sigue a través de todas o, como mínimo, en una cantidad legalmente aceptable de traspasos que puedan controlarse sobre él. Esta definición parece ser plausible a simple vista, porque existe una cantidad innumerable de servicios que pueden seguir haciéndose gozando de su intangibilidad, pero solamente en mutuo acuerdo, fuera del registro, siendo su rastreabilidad un proceso dificilísimo si la relación entre proveedor y consumidor se manifiesta libremente, tendiente a uno.


El producto, mientras tanto, es rastreable. Se puede fiscalizar su posesión, su venta ilegal, se puede moralizar y vandalizar en la opinión pública, se le puede geolocalizar y geomoralizar (Simmel).


Lo interesante de estos términos es que una relación de dos individuos libres, pasaría a ser una relación pecaminosa, una especie de orgía de mercado, una fiesta banal al servicio solamente de quienes tienen los medios para organizarla, planificarla, publicitarla y catalogarla.  El producto es Dionisiaco porque llega a fertilizar consecuentemente los mecanismos que regulan el mercado, crea hijos; el producto es un extranjero en la relación dual comerciante-cliente, ya que nunca tiene solamente una esencia, por el contrario, es la diferencia de esencias lo que se intercambia; es un actor que exacerba los sentimientos con respecto al intercambio; "sin preocupación" debe ser la especificación del producto para el correcto arrojamiento al abismo del consumo. Dionisio, fase nocturna del sol, es afectado por las fuerzas oscuras, es un deseo que se satisface en el acto, pero no un segundo después, dado su carácter material, es ya, desde muchos antes, una promesa que satisface para dejar la nada; involucra cierto caos que debe ser controlado por la máquina; el mismo caos que se detectó, históricamente, en el producto como resultado de las épocas de la martirización del cuerpo. El cuerpo de Cristo es un producto y no un servicio, en principio. Lutero lo ejemplificó perfectamente siglos después como algo inmaterial. El producto debe ser seguido igual que su medio de Intercambio, el cual es el punto medio más excelente entre producto y servicio que se ha inventado hasta ahora, su perfecto sincretismo: El Dinero.


El dinero es una evolución de Apolo a Dionisio y viceversa, es el más puro estudio de los ciclos. El dinero se ha perfeccionado quizás desde la época de los templarios sin detenciones, al santo servicio. Sin dejar de ser un producto por su condición absolutamente rastreable, es un servicio por su naturaleza irreconocible. Es bipartito. Digno de admiración para quién lo tenga, o de condena, eso no depende. Su arqueología existe desde lugares que podrían desaparecer, con ello hay que tener mucho cuidado, su reajuste no es casual. Es evidentemente necesaria una filosofía de la razón instrumental que pueda pensar en el futuro, las antiguas pistas de lo que jamás podremos confirmar con respecto al lado servicial de la economía del pasado pertenecen al lado oscuro. La filosofía instrumental, si le hay, permanece sólo como instrumento, jamás como amor. Si nuestro dios es el dinero deberíamos de ser necesariamente una civilización dualista.


Las triadas de Georg Simmel explican mucho mejor el concepto dionisiaco del dinero. El dinero es un foráneo en la relación simbólica, la cual es evidentemente diádica, pero desigual. La distancia entre las relaciones crea un valor subjetivo que incluye innumerables factores, pero que representan una interacción permanente entre lo extraño y lo extranjero. El individuo no quiere demasiado cerca al otro, empero, es este mismo individuo, al cual no tiene cerca, el que le brinda un producto o servicio,  y que se transforma en objeto; un objeto extraño, porque no se le reconoce, extranjero, porque jamás formará parte de uno mismo. Cualquier objeto extraño representa un dolor.


El dolor es tiempo. El dolor es trabajo, es dinero. Precisamente esta característica sensible presenta la dualidad entre dos dioses. Un encuentro particular, como entre Alejandro Magno y Diógenes de Sinope. Un regalo o una limosna. Pero, ¿Quién la da?


Pretendernos como iguales realza la desigualdad. El dinero es un facilitador de intercambios lineal, pero no igual, un acuerdo irresoluble, eternamente permanente. El dinero iguala al núcleo de nuestros átomos con el ritmo circadiano, con los ritmos de la falta, con cadencias a un vacío de entendimiento abismal; es un puente que desciende, un puente que cae, un puente que muere. El dinero es retroceso.


Antonio Gramsci predijo que la batalla sería cultural, porque es desde ahí donde pierde valor el intercambio impuesto para su propia caida, sin caída no hay progreso económico. La caída cultural y transaccional gana valor en el acercamiento a la persona, a su ser, desde su necesidad, desde su carencia, desde su tiempo, desde su dolor, desde su lucha, pero en la utilidad. Nadie ha dicho que la contracultura no es cultura, pero la contracultura o perdió su horizonte o se hizo el privilegio de unos pocos. Es imperativo, su regreso.

Lo irónico es que en la cultura no debería primar el valor del dinero, dado que la cultura es un bien en sí misma. No puede ser de otro modo, no hay otro camino. Los caminos que quedan ya están atrincherados por unos pocos que cuidan o que quitan. La falsedad pervive, conoce nuestra cultura y quiere dividendos.


El acercamiento a la verdad es un acercamiento desastroso, en harapos, con miedo, con miedos; es un acercamiento en éxtasis, ya sea por la agonía o por la pasión. No hay un acercamiento sincero desde el utilitarismo monetario. Es ahí el problema de lo dual del dinero; el problema de la síntesis del producto y del servicio. Se debe abolir está síntesis. Mas, no puede existir un otro sin un reflejo. 

En este intercambio que hay entre nosotros y el espejo, no existirían intermediarios externos que banalicen esta relación. Pero como diría Nietzsche, el superhombre debería ser como un danzante que se contornea al borde de los abismos, sin importarle caer en sus movimientos a los paraísos de la incertidumbre. 

El servicio pronto será regulado, como las plataformas de música, películas, redes sociales; amistad, entretenimiento. ¿Llegaremos a necesitar comer como un servicio? ¿Respirar como un servicio? Es decir, ¿que nos recuerden que deseamos comer? Ya no habrán productos sanos, sin polución. Lo mejor del servicio tomará lo pésimo del producto, mientras que lo mejor del producto tomará lo abominable del servicio.


Tal y como Freud dijo, el individuo y la masa tienen los complejos de la cultura y la devastación, la pulsión del Eros y del Tanatos; el individuo es atacado por la cultura (Gramsci) y al mismo tiempo por la orgia. La Alemania más culta fue llevada por su propia excelencia a la ignominia de la guerra, del racismo. Esto es porque el estado tomó el control, moralizó las normas, las economizó, con esto aumentó la libertad de la sociedad, pero no la del individuo (Jung)... El ser humano que responda al ideal colectivo ha hecho de su corazón un nido de asesinos. Ojo con ello, vivimos en la era de las máscaras, esto es, en la era de las personas. El funcionario no se ha marchado. La sociedad, al igual que el individuo, debería ser capaz de controlar su inconsciente impulsivo. ¿Utopía?


Ambos polos luchan por ser más excelentes en el individuo y en las masas, permaneciendo una guerra tetrarquica eterna e inevitable. El individuo, como nuevo Adán, como nueva Eva, no deben conocerlo todo, son las instituciones financieras las que rigen este conocimiento, y quienes imponen los frutos permitidos, pero también los prohibidos.


Las palabras cambian la realidad, esto no es “positivismo metafísico”, es el constructo que nos dejó la filosofía psicoanalítica cuanto menos. Si no se entiende que las palabras, el arte, las historias, son una herramienta, se pierde el potencial que se nos legó, por primera vez, cuando conocimos a nuestro dios, ese dios pagano, ese dios satánico, ese objeto idolátrico de valor subjetivo, que nos quitó el paraíso por haber descubierto otro paraíso, ya no estacional, sino en permanente cambio. El camino que nunca nos sacia fue la opción, siempre buena, de un ser que al parecer no puede morir.

Vendedor de filosofías

 



Los posibles del control hacen nacer muchas teorías conspiranoicas, pero no deben ser rechazados si éstos ayudan a entender el modo en el que está sujeto el mundo. ¿Sabes que podría estar leyéndose lo que ves? La cámara frontal de tú celular está viendo lo que ves. Hacia dónde apuntan tus ojos en cada momento, cómo reaccionan en cada segundo; el dispositivo es una herramienta para que alguien conozca tus emociones, y ese alguien está muy informado. 

Supongamos que la santificación de las corporaciones y de sus migajas, como base fundamental de la defensa al capitalismo, hace funcionar este mundo, por lo que el control de las corporaciones no sería tan malo. Y qué duda cabe, ellas hacen funcionar al mundo. Pero, ¿es este el mundo que queremos? Sólo basta pensar en toda la impunidad que nace y sigue naciendo de esta concepción, este precepto es suficiente como para germinar todas las dudas que queramos de lo correcto de esta forma de gobernar. 

El Capitalismo es la mano invisible de las corporaciones, mientras el Comunismo es la mano invisible de los gobiernos (ambos socialismos). Separando lo inseparable.

Vivimos en un reino de lenguajes. La misión de la máquina es hacer que los significados se parezcan cada vez más, para que los significantes sean simples, económicos, concisos y precisos; como una orden. El mundo consumidor debería ser como un gran soldado que acata ordenes, sujeto a rigurosos exámenes psicológicos y éticos, físicos y espirituales, pero con fines más oscuros de los que se cree. La misión es entonces engañar, reducir el lenguaje, maximizar los deseos, separar a las personas en la mayor cantidad de segmentos como sea posible. Simplificar no es sinónimo de apocar el material. La cantidad de erudición que se necesita para esto es de una magnitud nunca antes vista. Los recursos están, solamente hay que ver las capacidades de las supercomputadoras para notar que todo este control, y el control sobre el control, es completamente plausible.

Las corporaciones, en vinculo con los sistemas, con los gobiernos, con los estados, con las plataformas, terminan siendo verdaderos sujetos de demonización en contra de los semejantes, de los ciudadanos. Esta demonización tiene como objeto controlar, pero, y aún más importante, separar. El artesanado, que creíase perdido, que tiene como una de sus definiciones que todas sus creaciones deberían ser distintas, terminará por afirmar que lo distinto siempre debe existir, aunque en serie. Lo distinto debe cambiar constantemente, porque lo único posible es el cambio. Es entonces cuando surge el accidente, en la repetición, la que es una de las piedras angulares para encontrar lo real, con su tiempo y su movimiento bursátil en todas sus leyes físicas. El accidente, que es lo que hace nacer al "artesano moderno", hace nacer también, las ideas, por ello, las manos terminaran “perdiéndose” al cambiar la maniobra desde etimológicamente, cómo teleológicamente. Las corporaciones tomaran este rol artesanal porque están pendientes de todos los detalles, como un maestro minimalista que perfecciona lo simple hasta llegar a la máxima complejidad de su arte.   

Reducir el lenguaje es crear repetición, crear repetición es crear diferencia, encontrar las diferencias es ver los accidentes y corregirlos, para que la repetición continúe. Como si Dios mismo, al reducir su lenguaje, creara este mundo. 

Por ello la importancia de la mutación del lenguaje, de la mutación del arte, para los individuos libres; y el control de estas mutaciones para la máquina. ¿Qué alteraciones tiene el cerebro, las personalidades, el cuerpo, ante las contingencias?

 El existencialismo solamente vino a apoyar a los poderosos.

No es necesario que el mundo sea dominado. Que la dominación crezca en ínfimas cuotas es un avance exponencial para los sedientos, para los deseosos, para los propietarios. Las mejores mentes están a su servicio, pero también, las más controladas. Genios innatos y controlados. La unión del bien y del mal. 

Es pues, la libertad, la felicidad, fuera del control y no dentro de él, el arma con la que lucharán los intelectuales que siguen creyendo en los derechos de la lucha, del antagonismo. El que no es un antagonismo azaroso, sino perfectamente dicho, establecido, visionado. La concepción de lucha desde la explosión cámbrica, no se ha abandonado. La lucha es la esencia de dos esencias particulares e irrepetibles como enemigo y en batalla.

Es hoy la correcta utopía asumir que uno no es controlado ni dominado. El lenguaje debe mutar en este sentido para decir cada cosa por su nombre, expandir los significantes para notar los significados. Decir nuestras debilidades, ver nuestras sombras, como diría Carl Jung, significará crecer. No nos quedemos en la infancia. Hay que crecer como profesionales.

La censura, es una especie de represión cuando trata de abolir lo que consideramos verdadero, la censura, es lo opuesto a lo que intentaron los griegos con el teatro. La censura es moral y santa para los que escriben dentro de sus gremios, y los que, de gremio en gremio, forman sinergias totalitarias. Todo esta relacionado al mal, el mal es totalizante. Ahora es el bien el que debe surgir como un hongo y existir como micelio.

Es el individuo, al crear su propia ética, el que debe ser investigado. Sus prótesis están. Cámaras, micrófonos, sensores de movimiento, ubicación. El mayor peligro del mundo y su revolución sana para el no control, es el hombre de familia (Arendt), el que ya está condicionado, medido y necesitado. Es un primitivo en las manos de "la naturaleza", porque las empresas han tomado los preceptos de "El arte de la guerra", de "El Príncipe", del taoísmo, del Chamanismo, para corregir con fuerzas naturales sus propios vicios para sus vicios. Nos los imponen como moda para estudiar a su antagónico.

¿Es la introspección la única salida? ¿Ir hacia donde nadie pueda seguirnos? ¿Hasta qué punto la filosofía se vuelve un producto más, y el filósofo, otro vendedor, fabricante, empresario, tratando de sobrevivir para su voluntad? ¿Es su naturaleza lo natural? 

Los aparatos frente a nuestras caras tienen mil recursos, que no usan a favor nuestro. 

Esperemos que el amor resuelva todas estas dudas. ¡Ya estamos topados de sabiduría!



Tiempo y sociedad de Gotham

Gotham como arquetipo por @jrherreraucv

Según Jung, los fenómenos histórico-culturales que han experimentado los hombres a lo largo de su devenir van dejando sedimentos que, tarde o temprano, reaparecen, una y otra vez, de los modos más diversos e inesperados. Sedimentos que se acumulan en el fondo del “inconsciente colectivo”, configurando el modelo general que permite comprender el “aquí y ahora”.

Gotham como arquetipo
Las clases de Gotham, en la película.

Se trata de formas, de estructuras del quehacer social –Das Bildung, diría Hegel–, que penetran y, al mismo tiempo, recubren el modo de ser y pensar propio del espíritu de los pueblos, de las más diversas maneras y en sus más diversos estratos. A tales formas, Jung las denomina arquetipos, es decir, ese tejido –esa tramada batista– dentro del cual se producen y reproducen –corso e ricorso– las experiencias y recuerdos de la entera humanidad. Nadie, ningún individuo particular, se desarrolla independientemente de la sociedad, porque el contexto cultural determina e influye de un modo decisivo en lo más íntimo de todos. Este es el verdadero “legado” de ideas y valores que el pasado le otorga de continuo al presente. Un yo que es un nosotros, un nosotros que es un yo.

Bruno Heller es el creador de Gotham, la extraordinaria saga estrenada por la Warner Bros en 2014 que narra los orígenes de Batman y del resto de los personajes de Bob Kane y Bill Finger. Gothic-town o Gotham es la ciudad arquetípica del tiempo presente. Las primeras andanzas del “Pingüino”, de “Gatúbela”, del “Espantapájaros” o de “Two Face” y “The Joker”, encuentran en la oscura ciudad, locus del crimen y la corrupción, sus primeras incursiones, antes de que se precipite el clímax que, no sin copiosa problematicidad, termine inclinando la balanza hacia Locke y Rousseau o hacia Hobbes y Nietzsche, en torno a la “naturaleza” –buena o mala– del género humano. Se trata, en fin, del horizonte problemático de una sociedad en plena descomposición. Horizonte que da sustento a la Ciudad de la furia –diría el inmortal Gustavo Cerati–, como premisa del surgimiento del debate interno entre justicia y venganza.

Es claro que más de un prejuicioso –da lo mismo que sea de derecha o de izquierda– pensará que se trata de ilusorias fantasías sacadas de la fertilidad mental de los demiurgos de los cómics, banales historietas que poco o nada tienen que ver con esta auténtica villa de los villanos que ha hecho de la narco-industria y la corrupción del espíritu el mayor de sus propósitos. Pero Gotham es, por eso mismo, un Aleph, uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos, “el lugar donde están sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos”. Lugar, pero también tiempo, según la agudísima contribución dada a la cronotopía por parte de Carlos Fuentes: “Borges designa un tiempo y un espacio totales, aproximados por un conocimiento total”. Espacio y tiempo. Tiempo y espacio.

Gotham es, pues, un arquetipo y, como tal, el modelo del menesteroso presente, adecuado a todos los espacios y todos los tiempos. Muestra la crueldad, la agresión, la barbarie, propias de una sociedad profundamente enferma. Sus espacios y sus tiempos son, en consecuencia, los espacios y tiempos de un planeta, de un continente, de un país o de una ciudad en manos de la narcocracia. La torsión de la palabra, al servicio de la mediocridad y la pobreza, dan cuenta de un mundo secuestrado y al cual se le ha impuesto la idea de que se debe retomar el camino del César carismático, del fanfarrón dictatorial, del repulsivo gritón prehistórico y tropero que acompaña a toda forma característica de fascismo. Los pingüinos y los guasones pululan por doquier, a veces, vestidos de indigenista, a veces, de red neck, a veces con liquiliqui o con un ridículo mazo de plástico en la mano, en una sociedad que tiene por divisa la conversión de la sociedad en cartel. No hay en esto astucia alguna de la razón. La progresiva depauperación del lenguaje actual da cuenta de la creación de sistemas de vida carentes de espíritu, rígidos, intolerantes, no-libres, ajenos a la eticidad. Escisión –desgarramiento– entre lo que se quiere ser y lo que se va siendo.


Gotham está en cada saqueo, en cada bolsa Clap, en cada perdigón, en cada bomba lacrimógena, o en cada bala disparada contra un rebelde, acusado de “terrorista” y “traidor a la patria”; en cada secuestro de la propia voluntad; en cada billete sin ningún valor real; en cada cola para comprar un pollo o una canilla de pan. Y, peor aún, en el temor de quien, aun en contra de su propia voluntad, pretende votar por una “constituyente” que no constituye, por puro miedo a perder su trabajo. Es la configuración de la realidad que ha sido construida sobre la tristeza de los sedimentos acumulados, que ya no reposan en el fondo del “inconsciente colectivo”, sino, más bien, en la superficie de un “colectivo inconsciente”. Es la sociedad que se ha ensamblado sobre aquello que está muerto en sí mismo, la sociedad de los zombies (¡The walking death!), la sociedad que autoproclama su abstractamente feliz derrota de las conquistas de la humanidad. Es el paroxismo de la esquizofrenia del ser social.

Pesimismo de la razón, optimismo de la voluntad. Por fortuna, en la calle se lucha a cada instante. Por fortuna, para el espíritu del mundo, la libertad vive con firme insistencia en el asfalto y penetra con plena convicción en los hogares, los hospitales, las academias, los gremios y sindicatos. La voz de cambio, el espíritu de la justicia y la razón, marca los acordes con su inquieto movimiento civil, por todas partes. Por fortuna y –hay que decirlo– por virtud, la decadencia del tiempo presente parece estar llegando a su fin. Por lo menos lo está aquí y ahora, en esta tierra pionera de libertades.

http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/gotham-como-arquetipo_190155

El destino y la nada

Subconsciente, universo y azar 

¿Está nuestro destino predeterminado? y si es así, ¿es esto del todo malo? Estamos destinados a morir, pero también destinados a ser responsables de nuestros actos. La libertad no es absoluta como tampoco el destino

camino


Fue John Michell por el año 1783 quien describiera los agujeros negros en base a su idea de “velocidad de escape”, en donde imaginó un objeto tan masivo que ni siquiera la luz pudiera escapar de él. Luego fue el físico alemán Karl Schwarzschild quien pensó en un límite en el que la dimensión del tiempo se vuelve espacio, con lo que termina apuntando hacia el centro de una "estrella comprimida" (agujero negro); este umbral se conoce hoy como “radio de Schwarzschild”, desde donde puede presentarse una singularidad al ser rebasado, es decir, sea lo que sea que atraviese este límite no podrá escapar de su destino. La singularidad se presenta cuando no hay un equilibrio entre la materia porque sólo reina la fuerza gravitacional y ya no influye de ninguna forma la fuerza electromagnética para repeler a los átomos; los científicos suelen ver este caos como la nada ya que cualquier orden, equilibrio o estructura es completamente inexistente.

Desde un punto de vista literario podemos ver al genio William Shakespeare decir: "El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos”. Este punto es muy interesante desde muchos ámbitos porque nos lleva en cierta medida a pensar en el destino desde la legalidad, comparándolo con un conjunto de leyes de las que no podemos escapar, pero que podemos conocer para entender cómo movernos a través de ellas; esto lo ejemplifica muy bien Spinoza en su libro “La ética”. El filósofo que aprenda a moverse en la vida con las herramientas que le han sido dadas se parecerá a un abogado hábil que puede llevar muy bien los derechos y deberes de su ejercicio, o a un astronauta que sabrá volar libremente a través del espacio respetando las leyes del mismo. Es por esto que este extracto de Shakespeare es profundamente metafísico, porque nos invita a descubrir las leyes del juego de nuestra vida sin importar cuándo comience, si cuando nacemos realmente o cuando cumplamos 40 o 60, porque la vida comienza cuando notamos que existimos y podemos identificar nuestra finitud.

Giovanni Papini dijo algo que podríamos equiparar en cierta medida con lo dicho por el médico psiquiatra Carl Jung:“El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y de la voluntad”. Puede que el destino esté marcado a fuego en nuestras almas a través de las experiencias de nuestra infancia más profunda, aunque esto no quiere decir del todo que estemos amarrados a nuestra psicología, sino más bien que podemos comprender nuestros actos primitivos a través de ella, es pues el conocimiento de la mente y del universo la forma más radical de escapar a nuestro destino y lo que nos llevaría a imaginarlo desde un punto de vista colectivo, como lo harían con el tiempo las grandes ideologías políticas.

Las grandes revoluciones se produjeron, al menos en la teoría, creyendo en un destino y pensando que es a través del conocimiento como podemos cambiar nuestro presente. Un bebé está destinado a morir, al parecer somos la única especie del planeta que necesita de muchos años para poder sobrevivir en este ambiente hostil, la que sin el cuidado de los padres estaría condenada por su posición en la escala alimenticia, entonces ¿cuál es nuestro destino, morir en las manos de quienes estemos o vivir por su amor? Como humilde escritor me quedo con lo segundo, con que podemos cambiar aquello de lo cual estamos constituidos, pero no a través del mal positivismo, sino de la sana investigación de las verdaderas herramientas que nos heredaron nuestros padres: las ciencias, la filosofía, las artes y la técnica, todo en conjunción con nuestras propias experiencias, con esa metafísica que no muere por el poderío de nuestra propia individualidad.

Estamos encerrados en la jaula de la existencia, podemos decir con bastante seguridad que sea lo que sea que hagamos no cambiará en nada nuestro destino final, el olvido, la muerte; es aquí donde es digno apreciar el valor de conocer que tenemos un destino: vamos a morir, y es esta muerte lo que debería llevarnos a experimentar la vida como una singularidad, como un punto masivo en este espacio vacío, en donde cada instante es infinito en si mismo y valioso desde el prisma de la finitud de esto que llamamos vida.