Se
considera coloquialmente que sí, por factores como el material a
estudiar, complejidad, tiempo para adquirir una habilidad. Aunque
esto parece un argumento totalmente válido, para la ciencia no basta.
No hay praxis reproducible y con control de variables que demuestre
objetivamente que una carrera sea intrínsecamente más difícil que
otra. Filosóficamente, carece de marco teórico que explique
causalmente, porque es inherente que una es más compleja que otra.
Esto es una falacia esencialista lógica:
Asumir
que la dificultad es una propiedad innata de la carrera, cuando en
realidad es relacional (depende del sujeto que aprende). Una persona
con gran facilidad para las matemáticas podría considerar la
ingeniería relativamente fácil. (Dado que sus habilidades se
alinean con las exigencias lógico-matemáticas de esa disciplina)
Pero alguien que es bueno en matemáticas, quiere estudiar derecho,
pero tiene problemas en la competencia verbal, argumentativa y
abstracción, podría experimentar que el derecho es difícil. Esto
evidencia que la percepción de dificultad está condicionada por la
correspondencia entre las aptitudes del estudiante y las demandas
específicas de cada carrera, lo que refuerza la idea de que la
dificultad es una propiedad relacional y no inherente a la propia
carrera. (una exige razonamiento lógico, otra comprensión, ¿cuál
es "más difícil"? no hay parámetro neutral.)
Comparar carreras con tipos distintos de desafíos, es como preguntar si "el rojo es más color que el círculo". (Es importante recordar que la dificultad percibida de una carrera puede variar según las habilidades individuales, los intereses personales y la dedicación al estudio.)
Lo que tenemos es un juicio de valor y sesgo de confirmación cultural.
Las
sociedades industrializadas sobrevaloran lo cuantificable mientras
subestiman la extracción y argumentación. Por ejemplo: En el siglo
XIX, la Medicina era considerada "menos científica" que la
Física porque no usaba matemáticas avanzadas. Hoy sabemos que
diagnosticar una enfermedad es tan complejo como modelar un sistema
físico. E irónicamente, en la actualidad, la medicina figura entre
las carreras que socialmente se perciben como más difíciles, lo que
demuestra que tales juicios cambian con el tiempo y responden más a
valoraciones culturales que a criterios objetivos…Aun así, el
prejuicio persiste, y se traslada a otras áreas del conocimiento,
alimentando la creencia de que aquellas disciplinas con mayor carga
numérica son, por definición, “más difíciles”, lo cual
constituye un juicio de valor y no un hecho objetivo.
La filosofía lo anticipó.
Whitgenstein (en Investigaciones Filosóficas) explicó que las distintas áreas
del conocimiento funcionan como juegos de lenguaje: cada una tiene
sus propias reglas, finalidades y formas de validación. Lo que
cuenta como “rigor” en una disciplina puede ser irrelevante en
otra. Decir que una carrera es más difícil que otra usando un único
criterio equivale a comparar fútbol con ajedrez y querer decidir
cuál es “más deporte”.
Thomas Khun, en la estructura de las revoluciones científicas, mostró que
cada campo de estudio opera dentro de un paradigma propio, con
métodos, estándares y problemas reconocidos. En ingeniería, el
progreso se mide por la precisión y aplicabilidad de modelos
matemáticos; en filosofía, por la coherencia lógica y la capacidad
de generar nuevas interpretaciones. No existe un “medidor” único
de dificultad que sea válido para ambos.
Aristóteles, en su clasificación de las ciencias (Ética a Nicómaco,
Metafísica), ya diferenciaba entre ciencias teóricas, prácticas y
productivas. Reconocía que cada una exige virtudes intelectuales
distintas: la sofía (sabiduría contemplativa) no se evalúa igual
que la téchne (técnica productiva) o la phrónesis (prudencia
práctica). Así, no se puede decir que una sea “más difícil”
que otra sin reducirlas indebidamente a un mismo patrón de medida.
Conclusión.
Lo que tenemos es un debate mal planteado con respuestas engañosas:
Desde la ciencia, sin métricas universales y condiciones
experimentales reproducibles, afirmar que una carrera es
intrínsecamente más difícil que otra es una proposición no
falsable, en el sentido de Karl Popper: no hay forma objetiva de
someterla a prueba.
Desde la filosofía, es un pseudo problema que parte de una premisa errónea:
asumir que la dificultad es un atributo absoluto. Las habilidades, el
contexto y la cultura del aprendiz son inseparables del proceso de
aprender. Así, más que responder “cuál es más difícil”, el
enfoque riguroso es entender que toda dificultad es relacional,
contextual y dependiente del marco de referencia desde el que se
formula la pregunta.
Adrián Valencia
Publica un comentario: