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¿Hay carreras universitarias más difíciles que otras? No existe un estudio científico que demuestre esto, ni postura filosófica que lo respalde.

 

Se considera coloquialmente que sí, por factores como el material a estudiar, complejidad, tiempo para adquirir una habilidad. Aunque esto parece un argumento totalmente válido, para la ciencia no basta. No hay praxis reproducible y con control de variables que demuestre objetivamente que una carrera sea intrínsecamente más difícil que otra. Filosóficamente, carece de marco teórico que explique causalmente, porque es inherente que una es más compleja que otra.

 


Esto es una falacia esencialista lógica:
 

Asumir que la dificultad es una propiedad innata de la carrera, cuando en realidad es relacional (depende del sujeto que aprende). Una persona con gran facilidad para las matemáticas podría considerar la ingeniería relativamente fácil. (Dado que sus habilidades se alinean con las exigencias lógico-matemáticas de esa disciplina) Pero alguien que es bueno en matemáticas, quiere estudiar derecho, pero tiene problemas en la competencia verbal, argumentativa y abstracción, podría experimentar que el derecho es difícil. Esto evidencia que la percepción de dificultad está condicionada por la correspondencia entre las aptitudes del estudiante y las demandas específicas de cada carrera, lo que refuerza la idea de que la dificultad es una propiedad relacional y no inherente a la propia carrera. (una exige razonamiento lógico, otra comprensión, ¿cuál es "más difícil"? no hay parámetro neutral.)

 

Comparar carreras con tipos distintos de desafíos, es como preguntar si "el rojo es más color que el círculo". (Es importante recordar que la dificultad percibida de una carrera puede variar según las habilidades individuales, los intereses personales y la dedicación al estudio.)

 

Lo que tenemos es un juicio de valor y sesgo de confirmación cultural

Las sociedades industrializadas sobrevaloran lo cuantificable mientras subestiman la extracción y argumentación. Por ejemplo: En el siglo XIX, la Medicina era considerada "menos científica" que la Física porque no usaba matemáticas avanzadas. Hoy sabemos que diagnosticar una enfermedad es tan complejo como modelar un sistema físico. E irónicamente, en la actualidad, la medicina figura entre las carreras que socialmente se perciben como más difíciles, lo que demuestra que tales juicios cambian con el tiempo y responden más a valoraciones culturales que a criterios objetivos…Aun así, el prejuicio persiste, y se traslada a otras áreas del conocimiento, alimentando la creencia de que aquellas disciplinas con mayor carga numérica son, por definición, “más difíciles”, lo cual constituye un juicio de valor y no un hecho objetivo.

La filosofía lo anticipó. 

Whitgenstein (en Investigaciones Filosóficas) explicó que las distintas áreas del conocimiento funcionan como juegos de lenguaje: cada una tiene sus propias reglas, finalidades y formas de validación. Lo que cuenta como “rigor” en una disciplina puede ser irrelevante en otra. Decir que una carrera es más difícil que otra usando un único criterio equivale a comparar fútbol con ajedrez y querer decidir cuál es “más deporte”.

 Thomas Khun, en la estructura de las revoluciones científicas, mostró que cada campo de estudio opera dentro de un paradigma propio, con métodos, estándares y problemas reconocidos. En ingeniería, el progreso se mide por la precisión y aplicabilidad de modelos matemáticos; en filosofía, por la coherencia lógica y la capacidad de generar nuevas interpretaciones. No existe un “medidor” único de dificultad que sea válido para ambos.

 Aristóteles, en su clasificación de las ciencias (Ética a Nicómaco, Metafísica), ya diferenciaba entre ciencias teóricas, prácticas y productivas. Reconocía que cada una exige virtudes intelectuales distintas: la sofía (sabiduría contemplativa) no se evalúa igual que la téchne (técnica productiva) o la phrónesis (prudencia práctica). Así, no se puede decir que una sea “más difícil” que otra sin reducirlas indebidamente a un mismo patrón de medida.

Conclusión.

Lo que tenemos es un debate mal planteado con respuestas engañosas:

Desde la ciencia
, sin métricas universales y condiciones experimentales reproducibles, afirmar que una carrera es intrínsecamente más difícil que otra es una proposición no falsable, en el sentido de Karl Popper: no hay forma objetiva de someterla a prueba.

Desde la filosofía, es un pseudoproblema que parte de una premisa errónea: asumir que la dificultad es un atributo absoluto. Las habilidades, el contexto y la cultura del aprendiz son inseparables del proceso de aprender. Así, más que responder “cuál es más difícil”, el enfoque riguroso es entender que toda dificultad es relacional, contextual y dependiente del marco de referencia desde el que se formula la pregunta.

Presentando "Filosofía Autodidacta" de Esteban Higueras Galán: Una Aproximación Única al Aprendizaje Filosófico Autónomo


Introducción a "Filosofía Autodidacta"

"Filosofía Autodidacta", escrito por Esteban Higueras Galán y publicado en su edición revisada en enero de 2025 por Ediciones Microfilosofia, es una obra singular que invita a los lectores a explorar el pensamiento filosófico desde una perspectiva profundamente personal y autodidacta. A través de la figura ficticia de Aldo, un joven pensador que se enfrenta a las complejidades de la existencia, el libro narra el proceso de aprender a filosofar sin la guía de una educación formal. Originalmente autopublicado en 2021, esta edición revisada combina narrativa, aforismos y ensayos reflexivos para inspirar a los lectores a desarrollar su propio pensamiento crítico y creativo, desafiando las estructuras tradicionales de la filosofía académica.

El núcleo de la obra radica en la idea de que la filosofía no es un dominio exclusivo de académicos o expertos, sino una práctica viva y accesible para cualquiera que se atreva a cuestionar, dudar y construir significados a través del lenguaje. Aldo, el protagonista, encarna las luchas, dudas y descubrimientos de un autodidacta, guiado por su curiosidad y una necesidad visceral de comprender el mundo. Inspirado en pensadores como Spinoza, Nietzsche y Deleuze, el libro no solo explora conceptos filosóficos, sino que también reflexiona sobre el acto mismo de aprender, haciendo hincapié en la autonomía intelectual y la creatividad.

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Temas Principales y Estructura de la Obra

"Filosofía Autodidacta" está estructurada en cinco secciones que abordan diferentes aspectos del aprendizaje filosófico autodirigido, cada una con un enfoque único que combina narrativa, reflexión y crítica:

  1. El Aforismo o la Suerte de Desear lo que No se Sabe: Esta sección inicial introduce a Aldo y su lucha interna como filósofo principiante. A través de aforismos y reflexiones, se explora la importancia de aceptar la ignorancia como punto de partida para el aprendizaje. Aldo reflexiona sobre la duda, la curiosidad y la relación entre poesía y filosofía, estableciendo un tono introspectivo que invita al lector a cuestionar sus propias creencias.

  2. Empezar a Criticarse sin la Clasificación de las Cosas: Aquí, Aldo aborda la subjetividad, la moral y el impacto de las influencias culturales y comerciales en el pensamiento. Critica fenómenos como la publicidad, que manipula conceptos para influir en los deseos, y aboga por una filosofía que priorice la autenticidad y la autonomía sobre las ideas preconcebidas.

  3. Cómo Saber que He Aprendido de lo que No Sabía Definir: Esta sección se centra en el proceso de aprendizaje autodidacta, integrando perspectivas psicológicas y pedagógicas. Aldo explora cómo el aprendizaje filosófico implica transformar deseos en placeres y desarrollar estrategias metacognitivas para aprender a aprender.

  4. Demostrando lo que Puedo Saber, lo que Quiero, y lo que No Puedo Dejar de Intentar Saber: Aldo intenta demostrar lógicamente conceptos como la existencia, la identidad y el cambio, reconociendo los límites de la lógica y la importancia de la experiencia personal en la construcción del conocimiento.

  5. Prefacio para la Lectura Seria: La sección final reflexiona sobre el propósito del libro, animando a los lectores a abordar la filosofía como una práctica personal y creativa, libre de dogmas académicos. Galán subraya la importancia de dudar de las conclusiones absolutas y de aprender a pensar por uno mismo.

La estructura narrativa, que alterna entre la voz de Aldo y comentarios del narrador, refleja el caos y la riqueza del aprendizaje autodidacta. Los capítulos están salpicados de aforismos, proposiciones lógicas y reflexiones poéticas, creando una experiencia lectora que es tanto intelectual como emocional.

El Pensamiento del Autor: La Filosofía como Práctica Viva

El pensamiento de Esteban Higueras Galán se centra en la idea de que la filosofía es una actividad profundamente personal, accesible a cualquiera que esté dispuesto a enfrentar la incertidumbre y comprometerse con la creación de conceptos. A través de Aldo, Galán ilustra cómo el aprendizaje filosófico no requiere títulos académicos, sino una disposición a dudar, explorar y experimentar con ideas. La obra enfatiza la importancia de la curiosidad, la duda y la autorreflexión como motores del pensamiento filosófico.

Galán se inspira en filósofos como Spinoza, quien ve el deseo como la esencia del ser humano; Nietzsche, con su llamado a la superación personal; y Deleuze, con su enfoque en el devenir y la multiplicidad. Sin embargo, en lugar de limitarse a explicar estas ideas, las reinterpreta a través de las experiencias de Aldo, haciendo que sean accesibles a lectores sin formación filosófica previa. Por ejemplo, la noción de deseo de Spinoza se transforma en una exploración de cómo los deseos personales pueden convertirse en potencias creativas, mientras que la idea de Nietzsche sobre la muerte de Dios se utiliza para reflexionar sobre la libertad individual en un mundo sin verdades absolutas.

Un aspecto distintivo del pensamiento de Galán es su crítica a la cultura contemporánea, particularmente a la influencia de la publicidad y los medios de comunicación. Él argumenta que estas fuerzas crean "conceptos" manipuladores que limitan la autonomía intelectual, contrastándolos con los conceptos filosóficos que surgen de la experiencia personal y la reflexión crítica. Esta crítica se alinea con su defensa de la filosofía autodidacta como una forma de resistencia contra las narrativas impuestas por la sociedad de consumo.

Además, Galán adopta un enfoque pedagógico que resuena con teorías modernas del aprendizaje, como el constructivismo, que enfatiza la importancia de la autonomía del estudiante. Al igual que los educadores contemporáneos que abogan por el aprendizaje activo, Galán sugiere que la filosofía debe ser un proceso de descubrimiento personal, donde el aprendiz crea sus propios conceptos a partir de la experiencia y la reflexión.

Comparación con Otras Formas de Divulgación Filosófica Actual

En el panorama de la divulgación filosófica en 2025, "Filosofía Autodidacta" se destaca por su enfoque narrativo y su énfasis en el aprendizaje autónomo. A continuación, se compara con otras formas populares de divulgación filosófica, destacando sus similitudes y diferencias:

1. Libros de Divulgación Filosófica (por ejemplo, Alain de Botton, The School of Life)

  • Similitudes: Al igual que los libros de Alain de Botton o la serie The School of Life, "Filosofía Autodidacta" busca hacer la filosofía accesible a un público amplio, integrándola con cuestiones de la vida cotidiana como el sentido de la existencia, las emociones y las relaciones personales. Ambos enfoques destacan el valor práctico de la filosofía para mejorar la vida.
  • Diferencias: Mientras que de Botton y The School of Life tienden a ofrecer soluciones prácticas y simplificaciones de ideas filosóficas, Galán adopta un enfoque menos directivo. Su libro no proporciona respuestas claras, sino que invita a los lectores a enfrentar la incertidumbre y construir sus propios conceptos. La narrativa de Aldo, con su tono introspectivo y a veces caótico, añade una dimensión literaria que contrasta con el estilo más didáctico de estos autores. Además, "Filosofía Autodidacta" es más exigente en términos de compromiso intelectual, lo que lo hace menos accesible pero más profundo.

2. Podcasts Filosóficos (por ejemplo, Philosophize This!, The Partially Examined Life)

  • Similitudes: Los podcasts como Philosophize This! de Stephen West comparten el objetivo de Galán de democratizar la filosofía, explicando ideas complejas de manera accesible. Ambos formatos se inspiran en filósofos históricos y alientan a los oyentes/lectores a reflexionar sobre su propia vida.
  • Diferencias: Los podcasts suelen adoptar un formato expositivo, presentando ideas filosóficas de manera cronológica o temática. En cambio, "Filosofía Autodidacta" utiliza una narrativa ficticia para sumergir al lector en el proceso emocional e intelectual del aprendizaje, lo que lo hace más experiencial que informativo. Mientras que los podcasts guían a los oyentes a través de discusiones estructuradas, Galán fomenta un enfoque más libre y autodirigido, donde el lector debe navegar por las reflexiones de Aldo sin una guía clara.

3. Contenido en Redes Sociales y Plataforma X (por ejemplo, memes filosóficos, videos cortos)

  • Similitudes: La divulgación filosófica en plataformas como X, donde los usuarios comparten citas, memes y videos cortos, comparte el objetivo de Galán de llegar a un público amplio y no especializado. Ambos formatos buscan generar interés en la filosofía a través de medios accesibles y atractivos.
  • Diferencias: El contenido en redes sociales prioriza la brevedad y el impacto inmediato, a menudo reduciendo ideas complejas a frases ingeniosas o imágenes simplificadas. "Filosofía Autodidacta", por otro lado, exige un compromiso más profundo, con reflexiones densas y a veces abstractas que desafían al lector a pensar activamente. Mientras que los memes pueden inspirar un interés pasajero, el libro de Galán busca una transformación intelectual sostenida, lo que lo hace menos accesible pero más significativo.

4. Cursos en Línea y Plataformas Educativas (por ejemplo, Coursera, conferencias en YouTube)

  • Similitudes: Los cursos en línea, como los ofrecidos por Coursera o las conferencias en YouTube de universidades como Yale, comparten el interés de Galán por hacer la filosofía accesible fuera del ámbito académico. Ambos formatos enfatizan el aprendizaje como un proceso personal, aunque guiado por diferentes medios.
  • Diferencias: Los cursos en línea suelen seguir un currículo estructurado, con el objetivo de enseñar tradiciones filosóficas o pensadores específicos. En contraste, "Filosofía Autodidacta" rechaza la estructura formal, abogando por un aprendizaje caótico y autodirigido que refleja las realidades del descubrimiento personal. Su formato narrativo, centrado en la experiencia de Aldo, ofrece una alternativa más emocional y menos académica a las conferencias tradicionales.

5. Ficción Filosófica (por ejemplo, "El Mundo de Sofía" de Jostein Gaarder)

  • Similitudes: Al igual que "El Mundo de Sofía", "Filosofía Autodidacta" utiliza una narrativa ficticia para introducir conceptos filosóficos, con un joven protagonista que explora grandes preguntas a través de sus experiencias. Ambos libros son accesibles para lectores nuevos en la filosofía y combinan narrativa con reflexión intelectual.
  • Diferencias: "El Mundo de Sofía" funciona como un manual introductorio a la filosofía occidental, cubriendo sistemáticamente a los principales pensadores. En cambio, "Filosofía Autodidacta" se centra menos en la historia de la filosofía y más en el proceso de descubrimiento personal. Las reflexiones de Aldo son crudas y desordenadas, reflejando la realidad del aprendizaje autodidacta, mientras que la narrativa de Gaarder es más pulida y educativa. Además, Galán incorpora críticas a la cultura contemporánea, lo que añade una dimensión social que no está tan presente en "El Mundo de Sofía".

Fortalezas y Contribuciones Únicas

"Filosofía Autodidacta" brilla por su capacidad para capturar la turbulencia emocional e intelectual del aprendizaje autodirigido. La narrativa de Aldo hace que la filosofía se sienta viva, urgente y profundamente personal, rompiendo con la percepción de que es una disciplina abstracta o elitista. La combinación de narrativa, aforismos y proposiciones lógicas crea una experiencia lectora multifacética que apela tanto a la intuición como al análisis.

El énfasis de Galán en la autonomía intelectual resuena con las tendencias contemporáneas en educación, donde el aprendizaje autodirigido y la creatividad son cada vez más valorados. A diferencia de muchas formas de divulgación que simplifican la filosofía para consumo masivo, este libro desafía a los lectores a abrazar la complejidad y la incertidumbre, fomentando un compromiso más auténtico con las ideas. Su crítica a la influencia de la publicidad y los medios añade una dimensión relevante, invitando a los lectores a cuestionar las narrativas dominantes en la sociedad moderna.

El uso de una narrativa ficticia también distingue a "Filosofía Autodidacta" de otros formatos de divulgación. Al presentar a Aldo como un personaje con dudas, miedos y aspiraciones, Galán hace que los lectores se identifiquen con su viaje, transformando la filosofía en una experiencia humana y relatable. Este enfoque narrativo, inspirado en obras como "El Filósofo Autodidacto" de Ibn Tufail y "Don Quijote" de Cervantes, convierte al libro en una herramienta poderosa para inspirar el pensamiento crítico.

Críticas y Limitaciones

A pesar de sus fortalezas, "Filosofía Autodidacta" tiene ciertas limitaciones. Su prosa puede resultar desafiante para lectores que busquen explicaciones claras y concisas. Las reflexiones de Aldo, aunque auténticas, a menudo son desordenadas, lo que refleja de forma realista la naturaleza del aprendizaje autodidacta, pero puede frustrar a aquellos acostumbrados a argumentos más estructurados. 

En comparación con otros métodos de divulgación, como podcasts o contenido en redes sociales, el libro requiere un mayor esfuerzo por parte del lector, lo que podría reducir su alcance. Mientras que los formatos digitales ofrecen inmediatez y accesibilidad, "Filosofía Autodidacta" exige un compromiso sostenido, lo que lo hace más adecuado para lectores dispuestos a invertir tiempo y energía en su exploración intelectual.

Contexto Cultural y Relevancia

En el contexto de 2025, donde la información es abundante y las narrativas mediáticas dominan la esfera pública, "Filosofía Autodidacta" ofrece una respuesta oportuna a la necesidad de pensamiento crítico y autónomo. Galán aborda la saturación de estímulos en la sociedad moderna, desde la publicidad hasta las redes sociales, y propone la filosofía como una herramienta para recuperar el control intelectual. Su crítica a la "democracia débil" y la demagogia resuena con preocupaciones contemporáneas sobre la polarización y la manipulación informativa, haciendo que el libro sea relevante para lectores interesados en comprender el mundo actual.

Además, la obra se alinea con el creciente interés en el aprendizaje autodirigido, impulsado por el acceso a recursos digitales como plataformas educativas y contenido en línea. En un mundo donde la educación formal a menudo se percibe como rígida o inaccesible, "Filosofía Autodidacta" ofrece una alternativa inspiradora, mostrando cómo cualquier persona puede convertirse en filósofo a través de la curiosidad y el esfuerzo personal.

Conclusión

"Filosofía Autodidacta" de Esteban Higueras Galán es una contribución audaz y original a la divulgación filosófica. Al combinar una narrativa ficticia con reflexiones profundas sobre el aprendizaje, la existencia y la creatividad, el libro ofrece una alternativa única a los formatos tradicionales de divulgación, como libros de autoayuda, podcasts, redes sociales y cursos en línea. Aunque su estilo denso y su enfoque introspectivo pueden no ser accesibles para todos, su invitación a abrazar la incertidumbre y construir conceptos propios es profundamente transformadora.

Para aquellos dispuestos a sumergirse en sus páginas, "Filosofía Autodidacta" promete una experiencia intelectual y emocional que desafía las convenciones y celebra la capacidad humana para pensar, dudar y crear. En un mundo saturado de información y dogmas, este libro es un recordatorio poderoso de que la filosofía no es solo una disciplina, sino una forma de vida. 

Aprender a Aprender: Filosofía y Metacognición

Técnicas prácticas y reflexiones filosóficas para perfeccionar el aprendizaje autónomo


En un mundo donde la información fluye sin cesar, aprender a aprender se convierte en una habilidad esencial para navegar con éxito el conocimiento moderno. Este artículo explora cómo desarrollar la autonomía en el aprendizaje a través de la metacognición, una herramienta poderosa que nos permite reflexionar sobre nuestros propios procesos mentales. Inspirados en las ideas de filósofos como Spinoza y Vygotsky, y en teorías como el constructivismo social de Bruner, descubriremos estrategias de aprendizaje que combinan la filosofía del aprendizaje con prácticas efectivas. Bienvenido a una inmersión en el arte de aprender a aprender, donde la biblioteca clásica y la era digital se fusionan para inspirar un crecimiento intelectual continuo.


Acuarela de una biblioteca clásica con un estudiante leyendo, simbolizando aprender a aprender, metacognición y filosofía, inspirado en Spinoza y Vygotsky.

Contexto histórico, por qué es importante "aprender  aprender" hoy.

El concepto de "aprender a aprender" no es nuevo, pero ha ganado relevancia en la era moderna, donde el acceso masivo a la información exige habilidades para gestionarla de manera autónoma y eficaz. Sus raíces se remontan a las reflexiones filosóficas y psicológicas de los siglos XIX y XX, cuando pensadores como Lev S. Vygotsky y Jean Piaget comenzaron a explorar cómo los individuos construyen conocimiento. Vygotsky, con su idea de la "zona de desarrollo próximo", destacó la importancia del contexto social y la mediación en el aprendizaje, mientras que Piaget enfatizó el desarrollo cognitivo a través de la asimilación y la acomodación. En los años 60, Jerome Bruner, inspirado por Piaget, introdujo el constructivismo social, subrayando que el aprendizaje es un proceso activo donde el estudiante no solo absorbe información, sino que la transforma y la aplica en diferentes contextos.

Paralelamente, la filosofía ha aportado una dimensión profunda a este concepto. Baruch Spinoza, en el siglo XVII, con su método geométrico en la Ética, mostró cómo el conocimiento puede construirse de manera lógica y estructurada, un principio que resuena con la metacognición moderna: la capacidad de reflexionar sobre el propio pensamiento. En el siglo XX, Reuven Feuerstein complementó estas ideas con su programa de enriquecimiento instrumental, diseñado para enseñar a pensar y aprender de forma autónoma. Este artículo se sitúa en la intersección de estas corrientes: la psicología del aprendizaje, la filosofía del conocimiento y la pedagogía contemporánea, que hoy en día valora el papel activo del estudiante en su proceso educativo. En un mundo saturado de datos, donde la tecnología y la tradición coexisten —como en una biblioteca clásica que abraza herramientas digitales—, aprender a aprender se convierte en un puente entre el pasado intelectual y el futuro del crecimiento personal.

Cómo aprender a aprender por uno mismo

El concepto de "aprender a aprender" no es nuevo, pero ha ganado relevancia en la era moderna, donde el acceso masivo a la información exige habilidades para gestionarla de manera autónoma y eficaz. Sus raíces se remontan a las reflexiones filosóficas y psicológicas de los siglos XIX y XX, cuando pensadores como Lev S. Vygotsky y Jean Piaget comenzaron a explorar cómo los individuos construyen conocimiento. Vygotsky, con su idea de la "zona de desarrollo próximo", destacó la importancia del contexto social y la mediación en el aprendizaje, mientras que Piaget enfatizó el desarrollo cognitivo a través de la asimilación y la acomodación. En los años 60, Jerome Bruner, inspirado por Piaget, introdujo el constructivismo social, subrayando que el aprendizaje es un proceso activo donde el estudiante no solo absorbe información, sino que la transforma y la aplica en diferentes contextos.
Paralelamente, la filosofía ha aportado una dimensión profunda a este concepto. Baruch Spinoza, en el siglo XVII, con su método geométrico en la Ética, mostró cómo el conocimiento puede construirse de manera lógica y estructurada, un principio que resuena con la metacognición moderna: la capacidad de reflexionar sobre el propio pensamiento. En el siglo XX, Reuven Feuerstein complementó estas ideas con su programa de enriquecimiento instrumental, diseñado para enseñar a pensar y aprender de forma autónoma. Este artículo se sitúa en la intersección de estas corrientes: la psicología del aprendizaje, la filosofía del conocimiento y la pedagogía contemporánea, que hoy en día valora el papel activo del estudiante en su proceso educativo. En un mundo saturado de datos, donde la tecnología y la tradición coexisten —como en una biblioteca clásica que abraza herramientas digitales—, aprender a aprender se convierte en un puente entre el pasado intelectual y el futuro del crecimiento personal. Si te apasiona esta reflexión, descubre más en Filosofía Autodidacta: Aprende a Pensar por Ti Mismo, un libro que te guiará en este viaje de autodescubrimiento intelectual.
1. Observar y analizar el proceso de "aprender a aprender"
Las disciplinas de la psicología y la filosofía han mostrado un interés profundo y sostenido en definir las complejas relaciones entre saber y aprender, por un lado, y entre enseñanza y aprendizaje, por el otro. El aprendizaje se concibe como un proceso dinámico y complejo en cuya construcción participa activamente el aprendiente, aportando sus experiencias, conocimientos previos y perspectivas únicas. Este rol activo del individuo solo es posible si se es consciente del propio proceso de aprendizaje y si se pueden identificar, evaluar y ajustar las estrategias que se emplean en él. Por ejemplo, un estudiante que lee un texto difícil podría detenerse a reflexionar sobre si su método de subrayado y resumen es efectivo o si necesita cambiarlo por una técnica como la elaboración de preguntas para profundizar en su comprensión.
Teóricos destacados han abordado este aspecto desde diferentes ángulos. Jerome Bruner (1960), quien desarrolló las ideas de Jean Piaget, construyó un puente esencial entre la psicología cognitiva y la pedagogía. Bruner afirmó que en el aprendizaje son tan importantes los procesos como los productos finales. Para él, el objetivo primordial de la educación no es solo acumular datos o información factual, sino fomentar el desarrollo de la comprensión conceptual, que está íntimamente ligada al lenguaje, al cuerpo pensante y a las destrezas cognitivas. Su teoría, conocida como constructivismo social, sostiene que la educación debe involucrar a la totalidad de la persona —sus emociones, intelecto y experiencias— y que el verdadero valor de aprender a aprender radica en la capacidad de transferir lo aprendido de una situación a otra, adaptando el saber a diferentes escenarios y contextos de la vida cotidiana o profesional. Por ejemplo, un niño que aprende a resolver problemas matemáticos no solo debería dominar las operaciones, sino también entender cómo aplicar esos principios a situaciones prácticas, como calcular un presupuesto.
En la creación del concepto de "aprender a aprender" también han influido las teorías de Lev S. Vygotsky, psicólogo ruso de principios del siglo XX, y de Reuven Feuerstein, psicólogo educador israelí. Ambos autores subrayan la importancia de la mediación —ya sea por parte de un profesor, un mentor o incluso un compañero— como uno de los principales factores que enriquecen el aprendizaje. Además, destacan el papel del contexto social en el que este se produce y la conveniencia del aprendizaje cooperativo como complemento al esfuerzo individual. Vygotsky, por ejemplo, introdujo el concepto de la "zona de desarrollo próximo", que sugiere que el aprendiente puede avanzar más allá de sus capacidades actuales con la guía adecuada, mientras que Feuerstein desarrolló el programa de enriquecimiento instrumental, enfocado en enseñar a los estudiantes cómo pensar y aprender de manera estructurada. En consecuencia, la pedagogía contemporánea otorga cada vez más importancia a que el alumno desempeñe un papel activo en su propio aprendizaje, ajustándolo según sus necesidades, intereses y objetivos personales. Este proceso tiene una dimensión psicológica profunda: el cuerpo humano, con su capacidad para reflexionar y no dejarse dominar por interferencias emocionales, es el que posibilita la creación de procesos conceptuales y sintácticos claros y efectivos.

2. Autoadministrarse las estrategias de aprendizaje más apropiadas

Las estrategias de aprendizaje son aquellos procesos, técnicas o herramientas que facilitan realizar una tarea de manera idónea y eficiente. Estas pueden variar desde tomar notas estructuradas hasta emplear mapas mentales, pasando por la práctica espaciada o el uso de analogías para conectar ideas nuevas con conocimientos previos. Dado que el aprendizaje es un proceso profundamente individual, cada persona debe descubrir y optar por el método de estudio y aprendizaje que mejor se adapte a su estilo personal, a su ritmo y a sus metas. Además, es el propio individuo quien está más capacitado para medir el progreso conceptual y la consecución de los objetivos que se ha trazado. Esta autoevaluación requiere una habilidad clave: la capacidad de "alejarse de sí mismo" para analizar, sin prejuicios emocionales ni afectivos, la estructura lingüística y conceptual del contenido aprendido, buscando el significado más objetivo posible y evitando interpretaciones subjetivas basadas únicamente en experiencias personales.
Por otro lado, en cada proceso de aprendizaje es necesario descubrir, crear e incluso inventar los medios que permitan mantener un flujo constante de asimilación y acomodación intelectual. Este flujo, descrito originalmente por Piaget, implica integrar nueva información en estructuras mentales existentes (asimilación) y ajustar esas estructuras cuando la nueva información lo exige (acomodación). Este proceso no se limita a la enseñanza formal o regulada, sino que se aplica a cualquier individuo comprometido con aprendizajes permanentes a lo largo de su vida. Por ejemplo, un profesional que aprende un nuevo software podría experimentar con diferentes tutoriales, tomar notas de sus errores y ajustar su enfoque hasta dominarlo, todo ello de manera autónoma.
El proceso de aprender a aprender consiste, en esencia, en ejercer activamente el conocimiento de cómo uno aprende, identificando los mecanismos que se están utilizando y determinando cuáles son las maneras más eficaces de comprender, analizar y asimilar el mundo exterior. Cada persona puede elegir los medios que le resulten más convenientes o cómodos. Un ejemplo clásico de esto lo encontramos en el filósofo Baruch Spinoza, cuyo método geométrico en su obra Ética ilustra cómo el aprendizaje puede construirse a partir de proposiciones interconectadas. Para Spinoza, "cada cosa —cuerpo o idea— se esfuerza, cuanto está a su alcance, por perseverar en su ser" (proposición 6, parte III), una idea que deriva de proposiciones anteriores como "la potencia de Dios es su esencia misma" (proposición 34, parte I) y "ninguna cosa puede ser destruida sino por una causa exterior" (proposición 4, parte II). Este encadenamiento lógico demuestra cómo el aprendizaje puede ser un proceso acumulativo y estructurado, algo que cualquier persona puede replicar al conocerse a sí misma y reflexionar sobre sus propios métodos.

La relevancia de aprender a aprender en la actualidad


Aprender a aprender es una habilidad fundamental en nuestros días, especialmente en una sociedad donde la información nos bombardea constantemente desde múltiples fuentes: redes sociales, noticias, libros, cursos en línea, entre otros. En este contexto, es esencial saber organizarse, seleccionar lo más relevante, filtrar lo superfluo y, sobre todo, utilizar ese conocimiento de manera práctica y efectiva en el futuro. Estas tareas requieren haber asimilado una serie de estrategias y haber desarrollado la capacidad de ponerlas en práctica de forma consistente.
Así pues, aprender a aprender se convierte en el procedimiento personal más adecuado para adquirir cualquier tipo de conocimiento. Este enfoque supone impulsarlo como una forma activa de acercarse a los hechos, principios y conceptos, transformando al aprendiente en un agente consciente de su propio desarrollo intelectual. En términos concretos, aprender a aprender implica:
  • El aprendizaje y uso adecuado de estrategias cognitivas, como la memorización activa, la elaboración de resúmenes o la conexión de ideas.
  • El aprendizaje y uso adecuado de estrategias metacognitivas, como la planificación del estudio, la autorreflexión y la evaluación del progreso.
  • El aprendizaje y uso adecuado de modelos conceptuales, que inicialmente pueden ser rudimentarios pero que, con el tiempo, maduran y se refinan a medida que el individuo gana experiencia.
Desde esta perspectiva, aprender a aprender equivale a dotar al individuo de "herramientas para aprender". Estas herramientas no son meras técnicas, sino conceptos que actúan como bisagras entre el lenguaje, la experiencia y el entendimiento. El conocimiento más valioso en este proceso es el autoconocimiento o metacognición: la capacidad de comprender el propio funcionamiento psicológico, ser consciente de lo que se está haciendo y controlar eficazmente los procesos mentales. Por ejemplo, un estudiante que reconoce que se distrae fácilmente podría decidir estudiar en bloques cortos con descansos regulares, optimizando así su concentración.
En última instancia, al individuo no le interesa simplemente dominar técnicas de estudio eficaces, sino desarrollar un entendimiento profundo de sus propios procesos de aprendizaje. La vía fundamental para alcanzar este metaconocimiento es la reflexión constante sobre la propia formación teórica y práctica en distintos contextos. Esto significa crear teorías personales, equivocarse, reconocer los errores y reemplazarlos por conceptos más precisos, un método que resuena con el enfoque de Spinoza en su Ética demostrada según el orden geométrico. Al igual que este filósofo construyó un sistema lógico a partir de axiomas y proposiciones, cualquier persona puede edificar su propio marco de aprendizaje mediante la observación, la experimentación y la corrección continua.


VIII. ¿Educación pública y gratuita? Siempre / La innovación educativa: Luis Beltrán Prieto Figueroa y su fundamento en Simón Rodríguez/ Posdata: Arnaldo Esté y la Educación para la dignidad.

 

Están estructuradas las secciones de la siguiente forma:

¿Educación pública y gratuita? Siempre

Serie Tiempos difíciles. Manuel Alzuru, 2015





Mi infancia y juventud fue en la parroquia de Coche. Está a la salida occidental de Caracas. Al lado del mercado mayor, del hipódromo, bordeado por la marginalidad de los barrios de Las Mayas y Cochecito. Nos antecede la parroquia El Valle. Parroquias donde viven familias pobres. Estudié la secundaria en un liceo público, el Pedro Emilio Coll. En El Valle está el liceo José Avalos donde estudiaron Nicolás Maduro, Juan Barreto y Vladimir Villegas; quizás a un kilómetro del mío. Barreto (diputado en la Asamblea Constituyente de 1999, Alcalde de Caracas, actual dirigente del Partido Centrados, quien sostiene que Maduro y el gobierno están actuando fuera de la Constitución) y Villegas (fue también diputado en la Asamblea Constituyente, embajador en Brasil y actualmente, sigue su labor de periodista; coinciden con el análisis de Juan Barreto) se graduaron en Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela. Todos estudiamos el bachillerato en la misma época. Que Maduro haya terminado de chofer de un autobús (antes de ser diputado a la Asamblea Nacional Constituyente en 1999) no refleja a la Venezuela que le tocó vivir; más bien expresa su flojera académica; tenía que ser, como decimos en Venezuela, un vago, un estudiante de cuarta categoría; de mi salón, más del 70% de graduó en la universidad.

Conocí a mi esposa en el liceo cuando tenía doce años, estudiamos juntos, nos hicimos en la Universidad. Fue cuando supe que era sobrina de quién había sido ministro de la defensa y embajador en el Perú en el gobierno de Carlos Andrés Pérez, el general Francisco Álvarez Torres. Que la familia de su padre, los Álvarez Torres, tenían una hacienda inmensa, una montaña cuya entrada estaba bordeando la vía del páramo que va de Mérida a Barinas y para llegar a la salida se tenía que ascender y descender la montaña. Desembocaba en el pueblo de Gavidia. La familia la tenían desde finales del siglo XIX, en Mérida, en Mucurubá. Su madre era hija de migrantes –de actores de teatro colombianos que pobremente iniciaron su vida familiar en Venezuela a comienzos del siglo XX. Al finalizar su primaria en Ciudad Ojeda, tuvo que decidir donde estudiar la secundaria en Maracaibo o en Mérida. La adolescente decidió con autorización de sus padres estudiar en Mérida. Se graduó de odontóloga en la ULA. Fue una de las primeras mujeres venezolanas en realizar un doctorado. Que su padre, quien también era doctor en Odontología, se asimiló al ejército; fue coronel y jefe de la Sanidad de esa institución.

  • Querido lector, piense en la toma de decisión de aquella familia. Dos variables, calidad educativa y la seguridad. Por cierto, mi madre, maestra, trabajaba en un sector pobrísimo, en el barrio Las minas de Baruta. Allí empezó a dar clase en los sesenta, en un estacionamiento, a niños de distintas edades, en una escuela unitaria. Cuando se jubiló, en 1981, había inaugurado una escuela con laboratorios, comedor, auditorio y biblioteca nombrada Ramona Aponte de Alzuru. Mamá fundó la Escuela Adolfo Navas Coronado de Las Minas de Baruta.  

Las principales universidades de Venezuela han sido públicas y gratuitas en toda la historia, incluso antes que existiéramos formalmente como país. La más antigua es la Universidad Central de Venezuela, que fue creada el 22 de diciembre de 1721 (la Capitanía General de Venezuela se formó en 1777). La Universidad de los Andes, el 29 de marzo 1785. La Universidad del Zulia, el 11 de septiembre de 1891. La Universidad de Carabobo en 1892 y la Universidad de Oriente el 21 de noviembre de 1958. A estas cinco universidades en Venezuela les llamamos: las autónomas. El Instituto Pedagógico de Caracas (IPC) fue creado (1936) para la educación superior. Es importante resaltar que su creación fue fruto de un acuerdo entre los gobiernos de Chile, cuyo presidente era Arturo Alessandri, y de Venezuela, estando en la Presidencia el general Eleazar López Contreras.  

Curiosa reciprocidad latinoamericana, 94 años antes, en 1842 un venezolano, don Andrés Bello, creó la Universidad de Chile y una comunidad de chilenos crearon el IPC como una misión de su Estado en Venezuela. La primera misión llegó en el 36 conformada por las siguientes personas: Oscar Vera Lamperain fue el jefe de la Misión Chilena. Por las contingencias del destino, la guerra civil española, un grupo destacado de académicos exiliados de su país coincidió con la misión de chilenos para formar esa institución pedagógica.

Además, de las cinco universidades autónomas y el instituto pedagógico, el Estado creó (entre 1956 y 1998) 14 universidades experimentales o politécnicas y cinco institutos pedagógicos que, en 1983, los 6 existentes se unificaron con el nombre de Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Un conjunto de 25 instituciones públicas y gratuitas de educación superior. En 1953 se crea la primera universidad privada, la Universidad Católica Andrés Bello. De esa fecha a 1998, se crearon 33 universidades privadas.

En el rankin nacional, desde 1953 hasta 1998, ninguna de las universidades privadas estuvo entre las cinco primeras del país. Además de las autónomas, otra universidad pública de excelente calidad es la Universidad Simón Bolívar, creada el 18 de julio de 1967. La mejor universidad privada, en ese período, era la Universidad Católica Andrés Bello. La carrera de medicina, por ejemplo, solo se dictaba en las universidades autónomas.

Para valorar con objetividad lo que hizo nuestra dirigencia política en materia educativa es relevante revisar los datos. En 1951, el gran maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa –a quien la comunidad venezolana del siglo XX le debemos tanto en la educación– escribió el germen, la semilla, el fundamento de la filosofía educativa venezolana. Lo tituló: De una educación de castas a una educación de masas. 

¿Por qué si todo el sistema educativo era público, el negro Prieto Figueroa lo caracterizaba como una educación de castas? Basta revisar unos datos cuantitativos. En el prólogo que le realiza Rómulo Betancourt cita los datos de quien fue ministro de Educación en el trienio 1945-1948 (el mismo Prieto Figueroa). Valga la cita:

Esa obra está resumida con cifras que tienen persuasiva elocuencia en las páginas de este libro. Se verá cómo en tres años triplicamos el Presupuesto del Ministerio de Educación, elevándolo de 38 millones de bolívares en 1945 a 119 millones de bolívares en 1948. De 131 mil niños que en 1945 asistían a la escuela cuando llegamos al Poder, se pasó a 500 mil cuando fue derrocado el gobierno de Rómulo Gallegos. En esos tres años de régimen democrático, el número de Liceos del Estado se elevó de 29 a 47 y se duplicó el número de estudiantes de educación secundaria… (Betancourt, Rómulo, 1951; en Prieto Figueroa, L.B; 1951/2021: 21)

Con estos datos es suficiente. Se educaba a la población hasta la educación primaria. Las familias tenían que invertir para quien la culminara se trasladara a la ciudad donde estaba el liceo.  La inversión de alojamiento y comida. Esa es la razón que culminar la secundaria en la época era como tener un título universitario. Estos datos tampoco pueden leerse sin contexto. Desde 1810 hasta 1900 Venezuela vivió la guerra de Independencia y luego una Civil. En el siglo XIX la inversión en educación por razones prácticas fue mínima. Con Juan Vicente Gómez empieza el nacimiento de lo que llamamos la Venezuela contemporánea. Tras la muerte de Gómez, asume el poder López Contreras (1935-1941), su ministro de Educación en 1939 fue nuestro gran escritor Arturo Uslar Pietri. Este consideraba que las universidades eran un espacio para la creación en todos los campos del saber, de allí que asumía que no toda persona debía graduarse en la Universidad. Así que pensó la educación como un proceso piramidal y progresivo; con salidas en cada ciclo, primaria y media con oficios que les posibilitara empezar a trabajar lo más rápido posible e invertir solo en aquellos estudiantes que tuviesen condiciones académicas para graduarse.

Prieto se opuso radicalmente a esa concepción de la educación. Detengamos el asunto filosófico y volvamos a los datos. Piense usted que para Rómulo Betancourt era un extraordinario éxito que se tuviese 47 liceos en toda Venezuela. Sigamos con datos. Hasta 1958 gobernó el general Pérez Jiménez. La cantidad de estudiantes de educación primaria y secundaria en 1958 era 817.458 y la población total del país era de 7. 017. 005 habitantes. Los tres grandes partidos de la época Acción Democrática (AD), Social Cristiano COPEI y la Unión Republicana Democrática (URD) firman un pacto para desarrollar el sistema democrático. El Pacto de Punto Fijo. Llamado de esa forma porque se firmó en la casa de Rafael Caldera –que tenía ese nombre. En términos ideológicos, AD, para ese momento agrupaba en su seno a militantes de izquierda y centro izquierda y era dirigido por Rómulo Betancourt; URD era un partido de centro izquierda y el Partido COPEI reunía el espectro de la derecha. El Partido Comunista Venezolano no fue convocado. Los militares tenían 47 años mandando y quienes conspiraron para derrocar al régimen, junto a los civiles, no lo iban a aceptar. Tampoco la Iglesia, COPEI y un sector de Acción Democrática (precisamente el que dirigía Betancourt).

Luis Beltrán Prieto Figueroa era del sector de la izquierda de AD y duró en el partido hasta 1967.  Desde que fue ministro en el 48 hasta que funda el partido Movimiento Electoral del Pueblo (MEP) pasaron 19 años; tiempo en el que estuvo fundamentando el proyecto educativo que resumía con el vocablo “El Estado Docente”. Gracias al Pacto de Punto Fijo, la construcción de escuelas primarias y secundarias fue en progresión masiva, tal como pasó con la creación de universidades.

Para 1998 se tenían matriculados en todo el sistema educativo a 7.008.692 de estudiantes con una población de 23. 242.435 habitantes. Los datos que he utilizado fueron extraídos de la Memoria y Cuenta del Ministerio de Educación, por el investigador Ramón Uzcátegui Pacheco, publicado en el libro La escolaridad en Venezuela. Balance de 60 años (1958-2012), de 2020.

El incremento en la matrícula estudiantil de los tres primeros años de Chávez (1999-2002) se corresponde con la línea ascendente de todos los años anteriores, en el 2002, era de 8.253.735 estudiantes.  Con el incremento de los precios del petróleo, Chávez crea la Misiones Educativas: un sistema paralelo de estudio donde quien ingresaba recibía bonificación mensual equivalente a un salario mínimo. Crea universidades donde no existe mayor requisito para ingresar, sino el título de bachiller; además, se les obliga a las universidades a matricular según listados enviados por el Ministerio de Educación Superior. De allí que el incremento de la matrícula en sus tres primeros años casi lo duplica en uno: 10.651.645 estudiantes.

De 1999 al 2002, la cantidad de estudiantes matriculados fue de 1.245.043 estudiantes. Del 2002 al 2003 de 2. 397.910. De esa manera sigue creciendo y luego empezó decrecer de la misma manera que tuvo el ascenso. Llegando a una matrícula similar al 2003 en el 2011 con una matrícula de 10.861.752.

La innovación educativa: Luis Beltrán Prieto Figueroa y su fundamento en Simón Rodríguez

En 1959 creó el Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE), cuya formación se centraba en la capacitación para el trabajo en múltiples campos, desde los oficios hasta la formación técnica, abriendo con ello una posibilidad alternativa para que las personas más pobres y no escolarizadas pudiesen capacitarse. La innovación educativa tuvo tanta trascendencia en la transformación socio estructural y cultural de la comunidad venezolana que fue motivo de investigación internacional por la UNESCO en 1978.  La realizó el investigador francés Pierre Furter, quien era académico del Instituto Universitario de Estudios del Desarrollo y de la Universidad de Ginebra. El informe de su trabajo lo presentó al Servicio Internacional de Información sobre las innovaciones educativas (IERS) de la UNESCO. El trabajo fue publicado con el título: El INCE y la formación técnica y profesional en Venezuela, en la serie Experiencias e Innovaciones en Educación N.° 35.  

El trabajo de investigación de Pierre Furter es una joya, porque inicia el trabajo con una descripción cualitativa y cuantitativa del contexto social y educativo que dio pie a la creación del INCE. Luego realiza un estudio de la estructura y campos de acción que abarca la institución, a saber: Determinación de las necesidades nacionales  y  sectoriales; Preparación de materiales  didácticos y, en especial, manuales; Organización  y  promoción de la  formación  profesional  dentro de  las  empresas; la  Formación  en  centros  fijos de formación profesional; Promoción  y  estimulo   de las   actividades   emprendidas  por    las   propias empresas y La  formación  de   la  juventud  desocupada.

Lo que desconoce el investigador francés y quienes ignoran la existencia de las tradiciones de la filosofía educativa venezolana es que Luis Beltrán Prieto Figueroa tuvo su fundamento en otro venezolano Simón Rodríguez (1769-1854), tanto en los supuestos fundamentales como en el diseño de la panificación institucional de la política educativa.

Venezuela tuvo dos portentosos teóricos de la educación en el siglo XIX y con visiones distintas.  Andrés Bello (1781- 1865) y Simón Rodríguez. La filosofía educativa de Arturo Uslar Pietri tiene su fundamento en Andrés Bello y Prieto Figueroa, como afirmé, en Simón Rodríguez. Bello logró desarrollar sus ideas en Chile. Rodríguez intentó desarrollarlas en lo que se llamó la Gran Colombia, pero era tan innovadora que fue incomprensible para la época.

Luis Beltrán Prieto Figueroa resignifica con nuevos instrumentales teóricos al autor del XIX y, como todo pensador, construyó su obra con su propio estilo y forma. Sin lugar a dudas fue extraordinariamente exitosa en su aplicación práctica, cualitativa y cuantitativamente, para la trasformación del país.  La mayoría de los estudiosos de la obra de Prieto Figueroa cometen el grave error hermenéutico de buscar las fuentes de la noción de Estado Docente en las tradiciones de la filosofía educativa francesa. ¡Malas noticias!

Rodríguez parte de la convicción filosófica de que “(…) sin Educación Popular, no habrá verdadera Sociedad.” (Rodríguez, 2016, pág. 450) Y esa responsabilidad es de quienes dirigen las Repúblicas, así lo afirma:

Hagan los Directores de las Repúblicas lo que quieran; miéntras no emprendan la obra de la Educacion social, no verán los resultados que esperan. Nunca saldrán de la fastidiosa repeticion de principios jenerales, ni de la interminable disputa sobre derechos y libertades, que ¡tanto perjudica al crédito de la causa y á la reputacion de sus defensores! (Rodríguez, Obras completas, 2016, pág. 78)

Por lo tanto, una responsabilidad de la República es que (…) debe haber Escuela en las Repúblicas…  y Escuela para todos, porque todos son ciudadanos. (Rodríguez, Obras completas, 2016, pág. 78)

  • Mira, mi pana. Si le vas meter al pensamiento binario para enclaustrar a Rodríguez o a Andrés Bello. ¡Te lo digo de una! Agarra el género fluido con sexo incluido y dale un martillazo a ese Muro de Berlín que tienes en tu cuerpo. Porque te está jodiendo… ¡Estás hecho una mierda! ¡Pero que jode!  

La escuela planteada por Rodríguez era innovadora porque no empezaba por la enseñanza de las letras, sino por la práctica de la construcción del espacio físico donde se estudiaría, de allí que le llamaba Casa de Talleres y Oficios, donde participara tanto los indios, los negros como los blancos. El supuesto filosófico era que la construcción en común generaría hábitos de convivencia, entre diferentes; además, les enseñaría por la propia práctica a valorar los bienes creados y, finalmente, un sujeto formado en esa vivencia tendría un espíritu para leer las ideas de forma autónoma.

En común acuerdo con Simón Bolívar intentó llevar a cabo su propuesta; primero en un país y, a partir del resultado, hacerlo en todos los países de la Gran Colombia. Hizo dos intentos, uno en Bogotá en 1924 y el otro, Chuquisaca, en la República de Bolivia, el antiguo Alto Perú. En 1832 le relata al general Francisco de Paula Otero, su fracaso.

Estas ideas eran (y serán siempre) emprender una educación popular, para dar ser a la República imaginaria que rueda en los libros, y en los Congresos. Con los hombres ya formados no se puede hacer sino lo que se está haciendo, desacreditar la causa social. El año 23 llegué a Cartagena, subí a Bogotá, y allí esperando a Bolívar por espacio de un año y medio, empecé mi establecimiento de educación en un Hospicio, bajo la protección de Santander. Omitiré los pormenores de la empresa y de su resultado, porque serían largos…

(…) Fui a Cochabamba en marzo del 26 por orden de Sucre, y fueron tantas las necedades, las persecuciones y los informes anónimos de Jámes y del clérigo, que Sucre me desairó y tuve que abandonarlo todo. Entre tanto que yo me defendía en retirada, un abogado llamado Calvo, entonces prefecto y ahora Ministro de Estado de Santa Cruz, desbarataba mi establecimiento en Chuquisaca, diciendo que yo agotaba el tesoro para mantener putas y ladrones, en lugar de ocuparme en el lustre de la gente decente. Las putas y los ladrones eran los hijos de los dueños del país. Esto es, los cholitos y las cholitas que ruedan en las calles y que ahora serían más decentes que los hijos y las hijas del señor Calvo. (Rodríguez, 2001, págs. 138-139)

Simón Rodríguez estaba clarísimo de que su propuesta educativa era innovadora. “¿Dónde irémos a buscar modelos?...—La América Española es orijinal  orijinales han de ser sus Instituciones i su Gobierno i orijinales los medios de fundar uno i otro. O Inventamos o Erramos.” (Rodríguez, 2016, pág. 459)  La consigna de Rodríguez en el siglo XXI está más vigente que nunca, con la gran fortuna de que además tenemos acervo teórico y práctico desde dónde asir la transformación que requiere nuestra sociedad.

Posdata: Arnaldo Esté y la Educación para la dignidad



Te miro, me miras. Manuel Alzuru, 2009





Arnaldo Esté Salas (1937), venezolano, es el filósofo de la educación que, conociendo su obra, rápidamente podemos saber que se inscribe en la tradición inaugurada por Rodríguez y resemantizada por Prieto Figueroa. Y, como todo pensador, con una impronta novedosa le imprime su sello personal.

Arnaldo, en la década de los ochenta, crea el Centro de Investigaciones Educativas TEBAS, en la Universidad Central de Venezuela. La academia y algunas personas que solo conocen el nombre lo asocian con Grecia. TEBAS es un acrónimo, cuyo significado es Talleres de Escuelas Básicas. Ya el nombre del centro de investigación como Taller lo emparenta con Rodríguez, pero sobre todo su consanguinidad se debe a  la comprensión del salón de clases como un taller de interacción constructiva a partir de temáticas pertinentes con la vida cotidiana de quienes estudian; con proyectos que concluyan en creaciones de objetos útiles o artísticos (o al revés); entendiendo que la información es solo una herramienta para resolver problemas. Y aunado a esto, una integración bidireccional de la escuela con la comunidad.  Simplifico para dar una somera idea de un trabajo de décadas.

Arnaldo trabajó realizando registros etnográficos en las aulas de clase como fuente primaria. Hacía análisis con sus investigadores. A sus estudiantes de filosofía les ponía casos extraídos de la investigación de campo para que los analizaran. Les daré un ejemplo. Juan tiene siete años. Al llegar de las vacaciones de verano a la escuela, la maestra le pregunta en el salón, ¿qué hiciste en vacaciones? El niño utiliza cuatro frases para responder la pregunta. En la hora del receso, le pregunta lo mismo un compañero y Juan dura diez minutos hablando, usando sinónimos, antónimos, sinonimias y hasta metáforas.

Las preguntas para los estudiantes de filosofía, en sus seminarios eran: ¿Cuál es la relación entre el espacio y la acción comunicativa? ¿Por qué con una misma pregunta el niño responde de dos formas distintas? Elabore su hipótesis y fundaméntala filosóficamente. Durante todo el semestre se trabajaba ese problema. Los avances y el trabajo final eran leídos en la clase y todos participaban haciendo preguntas, argumentando, contrargumentando o mostrando otras alternativas de interpretación al lector. Esos trabajos, a su vez, eran insumo para Arnaldo; para su propio análisis e investigación que realizaba. El resultado de su trabajo de exploración lo condujo a publicar un libro que le llamó El aula punitiva, en 1992. La segunda etapa de su proyecto fue experiencias de intervención para generar dinámicas distintas dentro del aula de clase. De esa forma fue construyendo unas categorías, unas nociones, unas imágenes teóricas y creando unas metodologías para la transformación de la interacción en el aula de clases. Publicó esa propuesta en un texto que llamó Educación para la dignidad, en 1995.

En el año 1998, Hugo Chávez solía ir a la Universidad Central de Venezuela para reunirse con diversos miembros de la academia, con el objetivo no solo de ganar apoyo, sino también para que contribuyeran con el programa de gobierno que iba a proponerle a la nación. Visitó al TEBAS para conocer de qué trataba ese proyecto educativo. Le gustó. Así que lo invitó a que construyera la propuesta educativa. El equipo de investigadores coordinado por Esté, lo hizo. Cuando ganó Chávez, Arnaldo fue nombrado miembro de la comisión de enlace para recibir el Ministerio de Educación del gobierno saliente de Rafael Caldera. Así lo hizo. Cuando Chávez anunció sus ministros, todos sufrimos porque no había nombrado a nuestro maestro Arnaldo Esté. Recuerdo haber hablado con él y me dijo sigamos apostando. Por ese seguir apostando fue que entré a trabajar en el Ministerio de Educación. Mi experiencia con el gobierno de Chávez fue muy breve.  Todavía conservo mi carta de renuncia al ministro Héctor Navarro, siendo encargado de la Dirección General de Planificación y Presupuesto del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Para inicios del año 2001 estaba en franca oposición al gobierno.  Mi tutor en la licenciatura de pregrado, Arnaldo Esté, también dejó de apostar, al evaluar lo que se estaba haciendo con la educación.

  • -¿Has escuchado al niño bonito de la Fania?
  • -¿Qué? Yo soy filósofo. ¿Quién es ese?
  • -Entonces, no entenderás. Él es un cantante importante de salsa, Ismael Miranda.
  • -¿Qué no puedo comprender?
  • -¿Cómo se compone un son?
  • -¿Y eso que tiene que ver?
  • -Porque esa canción, su letra, música y canto, resume lo más importante.
  • -¿Qué?
  • -Te canto un par de estrofas:

Para componer un son

Se necesita un motivo

Y un tema constructivo

Y también inspiración

Es como hacer un sazón

Con todos los ingredientes

Ay, tienes que ser paciente

Si no se te va la mano

Y el bailador que no baila

No puede gozar, hermano, óyelo bien

  • -¿Y?
  • -Mi pana, interpreta. Tan solo te digo esto. Somos los únicos en América, incluyendo al Norte, que tenemos “una filosofía” que se puede titular con apellido “del país”. Filosofía educativa venezolana. Te canto unos nombres: Simón Rodríguez, Andrés Bello, Arturo Uslar Pietri, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Ernesto Mayz Vallenilla, José Antonio Abreu, Rigoberto Lanz, Arnaldo Esté, entre otros. Si no lo entiendes, apaga y vámonos.

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