Posturas de positivismo económico y su naturaleza jurídica

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Escrito de Juan Camilo Aljure Amaya.  Hacía una noción de positivismo filosófico, positivismo económico y su naturaleza jurídica. .
El positivismo económico es el complemente lógico natural del positivismo jurídico, esto, como antes ya lo habíamos explicado, es por un motivo histórico filosófico: El saber jurídico y el saber económico son los ejes centrales de los saberes político económicos en cualquiera de las esferas ideológicas en las que este se exponga. A nivel de la publicidad, el positivismo económico se encuentra únicamente en el mundo moderno ya que la actividad de mercantilización del objeto de consumo en torno a la especialidad y la socialización de esta, es un fenómeno que parte de lo que en la economía política se conoce como la etapa preindustrial; es decir, del 700 ac en adelante hasta la etapa industrial.

Entre los filósofos exponentes del fenómeno del positivismo económico en el siglo XX se cuentan Ortega y Gasset y Theodhor Adorno: Nosotros hablaremos en este caso del pensamiento y figuración del segundo. .

El concepto o fenómeno de positivismo económico nace en Adorno de su lectura de las ciencias como parángon necesario para la lectura de la filosofía. Así mismo, el concepto de filosofía en adorno es equivalente al concepto de Arte, es decir, como el arte, toda filosofía nace para eliminarse a sí misma. En este caso, existe un parangón de diferencialidad entre la subhistoria y la filosofía materialista de Adorno ya que la subhistoria busca la ciencia para desarrollar en comparación, una filosofía continuada y holística.

A nivel fenoménico y subhistórico, la descripción de adorno describe la polarización del poder en torno a la filosofía como regimiento de la ciencia. Adorno, mimetiza la filosofía para camuflarla en la publicidad, pero en una publicidad filosófica, no en una filosofía publicitaria  de productos.

Ahora, para hacer una representación esquemática del positivismo económico; propongo que hagamos un recorrido por conceptos y pasajes fundamentales del libro de Adorno publicado en 1931 “Actualidad de la filosofía”. Pero antes, propongo que conozcamos algunos fundamentos del sistema de pensamiento de este influyente pensador Alemán:

1) El sistema, en Adorno adquiere la forma de una mutación de las tendencias antimaterialistas de los últimos cuatro siglos haciendo así una exégesis apolítica de la política. En adorno, el análisis del poder, toma una variable plástica para transformarse en una autoregulación filosófica individual del acto del poder.



2) En Adorno, la actualización entendida como acto de renovación del desarrollo del propio pensamiento filosófico en torno al avance de la ciencia es un componente de ida y vuelta. En este sentido, la subhistoria lo valora en sentido ético y en sentido pragmático. En sentido ético pues la actualización múltiple constituye la formación del contexto existencial de la filosofía. Pragmáticamente ya que la utilidad de la lectura del poder en el fenómeno filosófico, es fundamental para describir la consecuencia del acto publicitario, en el suceso(empiria) de su socialización.


Vamos ahora entonces a los conceptos y pasajes del libro.

En Alemania, En el seno de la escuela de Frankfurt; Se vivía una especial tensión en torno a la presupuestación de las teorías económicas, Filosóficas y Políticas en relación a la consolidación de Europa En el siglo XX. Un joven Adorno, había logrado ya impactar y cautivar la mirada de Filósofos Como Heidegger, Habermmas y Wittgesstein.

En torno a la subhistoria y como ya lo habíamos propuesto, es fundamental tener una idea clara de las repercusiones y circunstancias en las que este filósofo hizo emanar su pensamiento. Podemos inicialmente, extraer literalmente una síntesis de lo que el libro que aquí se trae al análisis, representó en su tiempo:

[En la actualidad de la filosofía(1931) ata adorno varias lineas de desarrollo filosófico: La teoría histórico filosófica de Luckas, La crítica de la hipócrita racionalización capitalista por Kracauer, La confrontación de la naturaleza mística o  la sobria luz de la redención en Benjamin y el neokantismo posítivista de Cornelius.El hilo conductor para el nudo es la revolución de Schomberg en música]

Empero, a la luz de la subhistoria, Adorno ofrece, como Marx, su propia visión de la historia de la filosofía.

[El Filósofo que dice entregarse a los escombros y niega el acceso a la totalidad filosófica del presente. Bastaría comparar estos escritos de un filósofo de 28 años con los de filósofos como Heidegger o Wittgesstein, otro Krausiano como Adorno. Se percibe una constante adorniana: La continua confrontación polémica con la actualidad, la exigencia rimbaudiana de ser absolutamente moderno, su idea enfática de totalidad tras el refugio del fragmento. Eso explica cómo a pesar de las diferencias permanencen muchas semejanzas, un aire de familia. Mörchen, que propone una síntesis entre Adorno y Heidegger desde la escuela Heideggeriana, Habla de Actualidad de la Filosofía como una contrapropuesta a ser y tiempo(1927). Algo que no se le escapaba a Adorno: En 1962 habla del intento de Walter Bröcker de sintetizar filosofía del ser y posítivismo. Pero Adorno huye de tales intentos de mediación negándose a escarbar tras el enigma, a cualquier afirmación de algo que escape de la extensión que cubren los elementos que descifra. La filosofía debe quedarse en esa resolución de lo irreducible, su fecundidad se prueba en la concreción histórica, en la irrupción en lo pequeño. Filosofía es interpretación, no búsqueda del sentido de la vida. Recibe sus elementos de las ciencias y los ordena de manera que salte el enigma, fijándose especialmente en pequeños elementos, al modo de Freud. Construye modelos que ni son tan generales como los del idealismo ni tan minuciosos como los del sociologismo. La metáfora del ladrón muestra como la intepretación filosófica se constituye como herméneutica constructiva desde lo efímero, otorgando derechos al interprete.]

En este punto, y oscilando entre la corrección y la incorreción política, me permito hacer referencia nuevamente a uno de los escritores más renombrados de la actualidad: Nicolás Gonzales Varela. ¿por qué? Porque entre sus temas de preferencia han estado con gran audacia y distinción la influencia del Hegelianismo en el siglo XX en torno al crecimiento de la actividad política y filosófica de Martin Heidegger, discusión que aún se mantiene viva en altos estrados académicos y que en este espacio referiremos en un momento en que se nos presente oportuno. En efecto, la filosofía de Adorno es inseparable del Hegelianismo y Adorno mismo es un auténtico Hegeliano del anterior siglo. Con esta pequeña referencia, quiero en últimas decir, que el pensamiento de Adorno, no puede dejar de relacionarse con el historicismo propio de la esencia de Hegel y que pese a que queremos centrar nuestro análisis únicamente en la perspectiva subhistórica de nivel histórico que ofrece actualidad de la filosofía; no podemos seguir en esa tarea sin hacer mención a la historia natural de Adorno; Mucho más, si con esto nos permitimos advertir que tal filosofía nos servirá como elemento de análisis para determinadas temáticas de la subhistoria.

La referencia a Historia Natural(HN), la sintetizaremos con una definición que es apenas acorde a la subhistoria. Describe como en torno a la historia natural, Adorno interpreta la historia:

[La historia no reinterpreta una y otra vez el origen, son los materiales históricos lo que se transforma en lo mítico, un nuevo comienzo o una mera continuación del devorar y ser devorado, del darwinismo histórico. Con palabras de Adorno en Actualidad de la Filosofía: <<El origen no puede ser buscado más que en la vida de lo efímero>>(Pag 158).]

Con tal definición, de la visión de un mundo mítico en torno a la naturalización propia del género Humano y acepción histórica a aquellas ya poco famosas lecciones sobre la historia universal de Hegel, nos permitimos dejar la referencia y hacer una breve preintroducción y reseña al maravilloso mundo del derecho.

Propongo ahora que vayamos a las reseñas y contextulizaciones de AF, en cuestión.
Y cómo no, de este implacable Hegeliano que fue Adorno, ha salido una filosofía al mejor estilo de las catedras histórico-filosófico hegelianas.

[Quien hoy elija por oficio el trabajo filosófico, ha de renunciar desde el comienzo mismo a la ilusión con que antes arrancaban los proyectos filosóficos: La de que sería posible aferrar la totalidad de lo Real por la fuerza del pensamiento. Ninguna razón legitimadora sabría volver a dar consigo misma en una realidad cuyo orden y configuración derrota cualquier pretensión que la razón legitimadora sabría volver a dar consigo mismo en una realidad cuyo orden y configuración, derrota cualquier pretensión  de la razón; a quien busca conocerla, sólo se le presenta como su realidad total en cuanto objeto de polémica, mientra únicamente, en vestigios y escombros perdura la esperanza la esperanza de que alguna vez, llegue a ser una realidad correcta y justa. La filosofía que a tal fin se expende hoy, no sirve para otra cosa que para velar la realidad y eternizar su situación actual. Antes de cualquier respuesta, tal función se encuentra ya en la pregunta; esa pregunta que hoy se califica de rádical y, aún así, es la menos rádical de todas: la pregunta por el Ser sin más, tal como lo formulan expresamente los nuevos proyectos ontológicos, y tal como, pese a toda clase de oposiciones, subyace también a todos los sistemas idealistas que pretende superar. Pues esta pregunta, da ya por sentado, como algo  que posíbilita responderla, Que el ser sin más, se adecua al pensamiento, que le resulta accesible, que se puede formular la pregunta por la idea de lo existente. Pero la adecuación del pensamiento al ser como totalidad se ha desintegrado, y con ello, se ha vuelto implantable la cuestión de esa idea de lo existente, que una vez pudo alzarse inmovil en su clara transparencia sobre una realidad cerrada y redonda, y que quzás se haya desvanecido para siempre a ojos humanos, desde que sólo la historia sale fiadora de las imagenes de nuestra vida. La idea del ser, se ha vuelto impotente en Filosofía; no más que un vacío principio formal cuya arcaica dignidad ayuda a disfrazar contenidos arbitrarios. Ni la plenitud de lo real se deja subordinar como su totalidad a la idea del Ser, que le asignaría su sentido, ni la idea de lo existente se deja construir basandose en los elementos de lo real. Se ha perdido para la filosofía, y con ello se ha visto afectada en su mismo orígen la pretensión de ésta a la totalidad de lo Real.] (Theodor Adorno, Actualidad de la filosofía, pags 73 y 74).

A partír del desvanecimiento de la filosofía, en manos del interrogante inconcluso por el Ser, es como nace en Adorno; no únicamente el elemento primordial de su pensar filosófico sino su inclusión en la tendencia posítivista del siglo XX pues casi sin parpadear, el pensador Alemán adelante en su propia percepción del mundo racional que la filosofía y su condición autónoma histórica desvela:

[De ello da fe la misma historia de la filosofía. La crísis del idealismo equivale a una crísis equivale a una crísis de la pretensión filosófica de totalidad. La ratio autonoma, tal fue la tésis de todo sistema idealista, debía ser capaz de desplegar a partír de sí misma, el concepto de realidad y de toda realidad. Tal tésis se ha disuelto a sí misma. El neokantismo de la escuela de Marburgo, que aspiraba con el máximo rigor a hacerse con el contenido de la realidad partiendo de categorías lógicas, ha salvado desde luego el carácter cerrado de su sistema, pero desistiendo para ello de todos sus derechos sobre la realidad, y se ve remitido a una región formal en que la determinación de cualquier contenido se volatiliza como punto final virtual de un proceso sin fin. La posición antagónica a la escuela de marburgo en los circulos idealistas, esa filosofía de la vida de 
Simmel orientada psicológicamente y con un tono irracionalista, ha mantenido el contacto con la realidad de la que trata,claro, pero ha perdido a cambio todo derecho a dar sentido a una empiria acuciante, y se ha resignado a un concepto naturalista de lo viviente, ciego y aún sin esclarecer, al que trata en vano de elevar a una aparente y nada clara trascendencia del plus-de-vida.](Theodor Adorno, Actualidad de la filosofía, pags 74 y 75).

En este punto, nos encontramos ante una diatriba; No sabemos si seguir a  Adorno en la opción del salto hermenéutico que ignora el enigma o si seguir a la subhistoria en su función de aplicación del contexto y el microcontexto. Hemos de aplicar la enciclopedia, ya que lo que a continuación trataremos es un tema que toca de manera punzante, los fenómenos de occidente en la política y en la historia. Y cómo no, ya habíamos reconocido en Adorno la cualidad de representar la tensión de la filosofía en torno a su historia misma. Nace en Adorno, una tendencia económica y geográfica: La tendencia de la fenomenología material del catolicismo la cual encuentra su explicación filosófica no sólo en el mero Kantismo sino y como es propicio para nuestro tema, en una tendencia de la Iure que se remonta a las reflexiones histórico-espirituales de Hegel.

Es también, un tema referente a miserias de la filosofía en el ámbito del decreto de leyes económicas en el ámbito del comunismo burgués de Proudhon. Recordemos la temática establecida por Marx acerca de los dogmas económicos en los que Proudhon basaba su lectura de la historia y a los que formalmente, Marx ubica como conducentes al catolicismo. De tál temática de la publicidad, la historia universal y los desmanes en el comportamiento y el desarrollo de la vida social en las revoluciones Europeas; en el preciso instante debemos únicamente tener en cuente la posición teórico-económica de Marx y dejar de momento a un lado los esquejes históricos, deshistóricos y subhistóricos de importunados sucesos para Europa y el mundo y centrarnos en lo que la historia universal y la teoría económica determinan como una fenomenología material del catolicismo.

Quizas quepa muy bien, adecaudamente, recordar que la teoría de la historia Universal, Sostiene que el estado y la religión sostienen una influencia recíproca sobre los sucesos históricos, deshistóricos y humanos; Sostiene también que de el estado se desprende el nexo de influencia de la religión sobre los sucesos humanos. Para tal caso, nos conviene traer a colación un pasaje de las lecciones de historia universal de Hegel. Estas lecciones, cubiertas por el nombre de 'lecciones sobre la filosofía de la historia universal', Hicieron parte de las cátedras profesorales de Hegel en Berlin y tuvieron por objeto dar formación a los intelectuales de la época sobre las tendencias escolásticas y filosóficas de la época que eran en gran parte las de la filosofía de la historia.El pasaje que queremos traer a colación, antes de realizar la idéntica acción con el pasaje de Adorno, es el que habla de los fines partículares del estado en torno sus fines universales; veamos:

[El estado-El tercer punto es: ¿cuál es el fin que ha de ser realizado con estos medios? O sea: ¿cuál es la configuración del fin en la realidad? Se ha hablado del medio; pero la realización de un fin subjetivo y fíníto implica además el factor de un material que tiene que existir o ser producido. La cuestión, es por tanto: ¿cuál es el material en que se verifica el fín último de la razón?

{Los cambios de la vida histórica suponen algo en que se producen, Ya hemos visto que se hacen mediante la voluntad subjetiva. El primer elemento vuelve a ser aquí, por tanto, el sujeto mismo, las necesidades del hombre, la subjetividad en general. Lo racional adviene a la existencia del hombre, la subjetividad en general. Lo racional adviene a la existencia en el material del saber y querer humanos. Hemos considerado ya la voluntad subjetiva; hemos visto que tiene un fin, que es la verdad de una realidad, precisamente por cuanto es una gran pasión histórica. Como voluntad subjetiva en pasiones limitadas, es dependiente, y sólo puede satisfacer sus fines particulares dentro de esta dependencia. Pero, como hemos demostrado, tiene también una vida sustancial, una vida que se sostiene en lo intelectual, una realidad, con lo que se mueve en lo esencial y que toma por fín de su existencia. Ahora bien, eso esencial, la unidad de la voluntad subjetiva y lo universal, es el orbe moral y, en su forma concreta, el estado. Esta es la realidad, en la cual el individuo tiene y goza su libertad; Pero por cuanto sabe, cree y quiere lo universal. El estado, es por tanto, el centro de los restantes aspectos concretos: Derecho, arte, costumbres, comodidades de la vida. En el estado, la libertad se hace objetiva y se realiza positívamente. Pero esto, no debe entenderse en el sentido de que la voluntad subjetiva del individuo se realice y goce de sí misma mediante la voluntad general, siendo esta un medio para aquella. Ni tampoco es el estado, una reunión de hombres, en la que la libertad de los individuos tiene que estar límitada. Es concebir la libertad  de un modo puramente negativo el imaginarla como si los sujetos que viven juntos límitarán su libertad de tal forma que esa común limitación, esa recíproca molestia de todos, sólo dejara a cada pequeño espacio en que poder moverse. Al contrario, el derecho, la moralidad y el estado son la única positiva realidad y satisfacción de la libertad. El capricho del individuo no es libertad. La libertad que se límita es el albedrío referido a las necesidades partículares.

Sólo en el estado tiene el hombre existencia racional. Toda educación se endereza a que el individuo no siga siendo algo subjetivo, sino que se haga algo subjetivo en el estado. Un individuo puede, sin duda, hacer del Estado su medio, para alcanzar esto o aquello; pero lo verdadero es que cada uno quiere la cosa misma, abandonando lo inesencial. El hombre debe cuanto es al estado. Solo en este tiene su esencia. Todo el valor que el hombre tiene, toda su realidad espíritual, la tiene mediante el estado. Un individuo puede, sin duda, hacer del Estado su medio, para alcanzar esto o aquello; pero lo verdadero es que cada uno quiere la cosa misma, abandonando lo inesencial. El hombre debe cuanto es, al estado. Sólo en este tiene su esencia. Todo el valor que el hombre tiene, toda su realidad espíritual, la tiene mediante el estado. La realidad espíritual del hombre consiste en que, como se sabe, sea para él objetiva su esencia, esto es, lo racional, tenga para él la razón una existencia objetiva e inmediata. Sólo así, es el hombre una conciencia; solo así participa en la costumbre, en la vida jurídica y moral del Estado. La verdad es la unidad de la voluntad general y la voluntad subjetiva; Y lo universal está en las leyes del Estado, en las determinaciones universales y racionales.(Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, la ide de la historia y su realización, pags 100, 101 editorial altaya).

Tal como esta descrito, es la condición general de la fenomenología material del católicismo; Propongo ahora que vayamos ahora al pasaje de Adorno, para luego pasar a la naturaleza jurídica del posítivismo económico.

[Por último esa escuela del sudoeste alemán, la de Rickert, que media entre ambos extremos, piensa que dispone en los valores de unos patrones de medida más concretos y manejables que aquellos con los que cuentan los de Marburgo en las ideas, ya ha dado forma a un método que relaciona esos valores con la empiria de un modo siempre frágil. Pero el lugar y el origen en alguna parte entre la necesidad lógica y la multiplicidad psicológica, ni vinculantes en lo real, ni transparentes en lo espíritual; una apariencia de ontología que es incapaz de soportar tanto la pregunta <<¿de dónde les viene su vigencia?>> como la de <<¿adónde lleva su vigencia?>>.

Apartadas de las grandes tentativas de solución de la filosofía idealista, trabajan los filósofías científicas, que renuncian desde el comienzo acerca de la constitución de lo real, que sólo le siguen concediendo alguna validez en el marco de un propedéutica a las ciencias partículares desarrolladas, en especial a las ciencias de la naturaleza, y que creen disponer de un fundamento más firme en los datos, ya sean los rélativos al sistema de la conciencia(Bewuaatseinzusammenhang), ya los de la investigación de las ciencias partículares. En tanto han pérdido la relación con los problemas históricos de la filosofía, han olvidado que sus propias constataciones están inextricablemente anudadas en cada uno de sus supuestos con los problemas históricos y con la historia del problema, y que no se pueden resolver con independencia de aquéllos.

En esta situación viene a insertarse el espíritu filosófico que evoca el nombre de fenomenología: el empeño en lograr, tras la decadencia de los sistemas idealistas y con el instrumento del idealismo, la ratio autónoma, un orden del ser vinculante y situado por encima de lo subjetivo. La más profunda paradoja de todas las intenciones fenomenológicas es que precisamente aspiren a alcanzar, por medio de las mismas categorías que trajo a la luz el pensamiento subjetivo, postcartesiano, esa objetividad que tales intenciones contradicen en su mismo origen. Por eso no es ningún azar que la fenomenología tomara en Husserl el idealismo trascendental como punto de pártida, ya cuanto más tratan de ocultar ese origen los productos más tardíos de la fenomenología, menos pueden renegar de él. El descubrimiento realmente productivo de Husserl-más importante que el método de la <<intuición de esencia>> que causa un mayor efecto de cara al exterior-Fue haber reconocido y hecho fructífero el concepto de lo dado irreducible, tal como la había configurado las orientaciones posítivistas, en toda su significación para el problema fundamental de las relaciones entre razón y realidad. El arrancó a la psicología ese concepto de una intuición que se da como algo originario, y al dar forma al método descríptivo volvió a ganar para la filosofía una fiabilidad que había pérdido mucho tiempo atrás entre las ciencias partículares. Pero no se puede desconocer que en conjunto los análisis de lo dado de Husserl siguen ligados a un implícito sistema de idealismo trascendental cuya idea finalmente también está formulada en Husserl.- Y el hecho de que Husserl lo manifestara abiertamente revela la grande y pura rectitud del pensador-, ni desconoce tampoco que <<el tribunal de la razón>> sigue siendo en él la última instancia competente para las relaciones entre razón y realidad; y que, por tanto, todas las descripciones de Husserl forman parte del círculo de esa razón. Husserl ha purificado al idealismo de todo exceso especulativo, y lo ha llevado a la medida máxima de realidad que le resulta alcanzable. Pero no la ha hecho explotar. En su ámbito impera el espíritu autónomo, como en Coheny Nartop; es sólo que ha renegado de la pretensión de una fuerza productiva del espíritu, de esa espontaneidad Kantiana o Fitcheana, y se conforma, como Kant mismo se conformó, con tomar posesión de la esfera de lo que le resulta adecuadamente accesible. La erronea concepción de la historia filosófica de los últimos 30 años quiere ver una autolimitación de Husserl en esta autolimitación de la fenomenología, y la considera como comienzo de un desarrollo que al final conduce precisamente al proyecto realizado de ese orden del ser que se adecua a la relación noético-noemático. He de contradecir de manera expresa esa concepción. El tránsito a la <<fenomenología material>> se ha logrado sólo en apariencia, y al precio de esa fiabilidad de lo hallado que era lo único que le garántizaba al método fenomenológico un título de derecho. Cuando en el desarrollo de Max Scheller las eternas verdades fundamentales se desatarón en una súbita metamorfósis para ser desterradas al final de la impotencia de su trascendencia, se puede ver en ello el infátigable impulso a cuestionar de un pensamiento que sólo en el movimiento de un error a otro llega a convertirse parcialmente en la verdad. Pero ese desarrollo enigmático e inquietante de Scheler pide ser comprendido con más rigor que bajo la mera categoría de destino espíritual individual. Más bien señala que el tránsito de la fenomenología desde la región formal-ideal a la material y objetiva no podía lograrse sin saltos ni dudas; sino que la imagen de una verdad suprahistórica, como de manera tan seductoria trazó una vez esa filosofía sobre el telón de fondo de la doctrina católica acabada y completa, se enmarañó y deshizo tan pronto como se trató de buscar la verdad precisamente en la realidad cuya captación constituia el programa de la <<fenomenología material>>](Theodor Adorno, Actualidad de la filosofía, pags 76 a 79).  



Continuaremos en la siguiente publicación.

Cordialmente

Juan Camilo Aljure Amaya - Hacía una noción de positivismo filosófico
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Imagen: Interconected 2, de Henkster
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