Hay maestros que imparten lecciones y hay maestros que transforman vidas. Tuve la fortuna de cruzarme con uno de los segundos en mis años de instituto. Se llama Antonio Parra León, y su libro, "La sabiduría de los otros", es una muestra aforística de una filosofía que no solo enseña, sino que vive. Él solo nos proporcionaba un ambiente agradable y seguro, un espacio donde la filosofía dejaba de ser un conjunto de frases para convertirse en un juego cercano. Nos permitía tutearle, reír con él, y nos enseñaba a pensar por nosotros mismos, adaptando, cambiando con una creatividad asombrosa las sentencias de cada filósofo para fomentar nuestra reflexión autónoma.
Su propio nombre parece un Kōan filosófico. Antonio, un nombre sin una raíz etimológica clara, de origen incierto, como la Realidad misma o el Ser, que simplemente es y se va formando. Parra, la vid, esa estructura que se aferra y da un orden, una posibilidad a la naturaleza para que crezca y dé fruto, como la estructura que necesita la idea para desarrollarse. Y León, la fuerza de la naturaleza que defiende esa estructura. Pero él, con un toque muy nietzscheano, defendía esa estructura más como un niño que como un león; nos contagiaba la seguridad y la inocencia del niño para que con curiosidad y sin miedo mirásemos esa estructura natural en la que se forma nuestro propio ser. Era un filósofo cálido, un antiguo monje que encontró en la filosofía su monasterio, un monje bernardino sin túnica que eligió la ciudad como su comunidad. Un filósofo medieval para todos, sobre todo para los ateos de hoy. Este artículo es un humilde homenaje a su trabajo y un análisis de las ideas que nos lega en su obra y vida.
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Ilustración de Antonio Parra en clase, encendiendo la chispa filosófica en sus alumnos. |
El Arte de Vivir: Poseerse a Sí Mismo en el Instante
En un mundo obsesionado con el hacer, con la productividad incesante y la acumulación de experiencias, Antonio recuerda una verdad fundamental y revolucionaria: "Vivir no consiste en hacer cosas sino en poseerse a sí mismo". Esta idea, clásica y casi estoica, naciente de sabidurías orientales, nos invita a desplazar el foco de la actividad externa a la conciencia interna. El verdadero sabio, nos enseña, no es quien más hace o más sabe, sino aquel que vive cada instante con atención plena, dedicándose por completo a la tarea presente, sea esta pensar, hablar o simplemente caminar.
Esta maestría se ilustra perfectamente con la anécdota del rabí que, al ser preguntado por el secreto de su sabiduría, responde: "cuando estoy sentado, estoy sentado; cuando estoy de pie, estoy de pie; cuando ando, ando". Los discípulos, frustrados, no comprenden que la clave no está en la acción en sí, sino en la calidad de la presencia que se deposita en ella. Ellos, como la mayoría de nosotros en la actualidad, a menudo están sentados, pero su mente ya se ha levantado; están de pie, pero su mente ya ha llegado a su destino. Vivimos en una disociación constante, un exilio del ahora. La sabiduría, por tanto, no es una acumulación de conocimiento libresco, sino una forma de ser en el mundo, de habitar plenamente la propia vida. Es pensar todo lo que se dice, pero no necesariamente decir todo lo que se piensa, y tener como única obligación defender la verdad y lo justo, sin temor a las consecuencias.
La Dignidad del Trabajo Frente a la Tiranía del Miedo
El pensamiento de Parra León está profundamente anclado en la ética y la justicia social. No es una filosofía etérea, sino una que pisa el barro. Nos advierte sobre la importancia fundamental de que el pan que nos llevamos a la boca sea fruto de nuestro propio esfuerzo y no de la injusticia, el engaño o el aprovechamiento de la necesidad ajena. El trabajo no es solo un medio de subsistencia económica, sino un pilar insustituible de la autoestima y la dignidad humana. Su ausencia no solo genera un problema económico, sino que abre una herida profunda en el alma, causando angustia, ansiedad y marginación social. Por ello, defiende con vehemencia los movimientos ciudadanos que se alzan contra lo que él llama "la dictadura de los mercados", personas que, sin ambición de poder, buscan construir un mundo más justo desde la ciudadanía.
Frente a esta búsqueda de dignidad, identifica un instrumento de control letal y silencioso: el miedo. Quienes ostentan el poder —político, económico o religioso— lo utilizan para manipularnos, para paralizarnos y hacernos dóciles. Nos infunden el miedo a la crisis económica, al colapso de los servicios públicos, a la pérdida de seguridad, para que aceptemos condiciones injustas mientras ellos aumentan sus beneficios materiales. El miedo nos convierte en individuos aislados y sumisos. Su llamada a la acción es un grito contra esta parálisis: "No dejemos que el miedo, la desesperanza y la manipulación acaben con nuestra capacidad de reacción". La verdadera libertad comienza donde termina el miedo.
Educar para la Libertad y el Valor Fecundo del Silencio
El maestro que fue Antonio Parra León, entendía la educación como el acto de "formar personas libres y responsables que no se dejen manipular". Educar no es meramente transmitir conocimientos o instruir para un oficio, sino "entregar lo mejor de uno mismo con total generosidad", acompañando a los jóvenes en su desarrollo, respetando su autonomía y haciendo brotar las cualidades únicas que cada uno posee. En su filosofía pedagógica, el testimonio y la coherencia del educador son infinitamente más elocuentes que las palabras.
Para que esta formación sea posible, es esencial cultivar un espacio interior. En la sociedad que aborrece la quietud, el silencio se convierte en un acto revolucionario y sanador. No es ausencia, sino una "palabra recogida y sobrecogida que hace crecer la comunicación, el amor y la fraternidad". El silencio nos conecta con nuestra conciencia, el lugar sagrado donde se ejercita la verdadera libertad y se toman las decisiones cruciales. Es en el silencio donde el alma encuentra el sendero iluminado hacia la verdad, resolviendo lo que antes era equívoco y engañoso. El miedo al silencio, esa necesidad compulsiva de actividad frenética y ruido constante, es una de las grandes enfermedades del hombre moderno, un síntoma de su pavor a encontrarse consigo mismo. El sabio, en cambio, se atreve a estar solo, porque intuye que la soledad y el silencio son condiciones necesarias para el encuentro con lo real.
La Crítica a una Sociedad Deshumanizada
El libro es también un lúcido y valiente diagnóstico de los males de nuestra sociedad. Vivimos, según él, inmersos en una "estructura social de pecado" que nos adormece y nos empuja al conformismo y al consumismo, desactivando nuestra capacidad de cuestionar un orden mundial basado en la mentira y la evasión.
Denuncia una "economía de exclusión", una economía que "mata" al tratar al ser humano como un bien de consumo, un objeto de usar y tirar, aumentando así la brecha insondable entre ricos y pobres. Critica con dureza cómo la actividad económica ha olvidado su verdadero y único fin legítimo: el desarrollo integral de toda persona y el bien común. Al subordinarse al dinero y a la acumulación de ganancias, permite que los poderosos prosperen a costa de los débiles. Señala directamente a la corrupción como un "cáncer social" profundamente arraigado que socava la base de cualquier sistema político que pretenda ser justo.
Su lista de los "siete pecados de la sociedad" es un resumen demoledor y atemporal de esta decadencia ética: "política sin principios, riquezas sin trabajo, diversión sin compromiso, conocimiento sin sabiduría, economía sin ética, ciencia sin humanidad, rezos sin compasión". Cada uno de estos puntos es una invitación a un profundo examen de conciencia personal y colectivo.
El Amor como Tarea y Fortaleza Suprema
Frente a este panorama sombrío, la solución que nos propone no es una nueva ideología ni un sistema político, sino una praxis radical, una revolución del corazón: el amor. Para él, el amor no es una emoción pasajera ni un sentimiento romántico, sino "la incondicionada afirmación del otro para hacerle vivir en plenitud". Es la fuerza más poderosa y radical que poseemos, y a la vez, la más humilde que podamos imaginar. Cuando se ama de verdad, el "tú" se convierte en la prioridad, y el "yo" encuentra su realización en desear el bien y la felicidad del otro de forma gratuita, generosa y desprendida. Es "darse a fondo perdido".
Esta es la verdadera fortaleza: una fuerza no violenta que nace de la verdad y el amor. Consiste en tratar de vencer el mal con el bien y la mentira con la verdad, sin infligir sufrimiento al adversario. La amistad verdadera es una de sus manifestaciones más altas, un vínculo sagrado basado en la comunicación desde el fondo del ser, la sinceridad sin dobleces, la gratuidad y la lealtad incondicional.
Al final del camino, la tarea única y esencial de la existencia, una vez que nos hemos despojado de proyectos, aspiraciones y deseos superfluos, se revela en su luminosa y sobrecogedora simplicidad: "silencio, ser, nada. Ser, nada más". Y en ese estado de puro ser, la única acción que emana de él de forma natural y necesaria es amar. Ese fue el gran legado de mi maestro, Antonio Parra León: una filosofía para ser, para amar y para vivir con dignidad.
Epílogo Personal: El Maestro que ya Tenía
Al reflexionar sobre la figura de Antonio, no puedo evitar un viaje a mi propia historia con la filosofía. Durante mucho tiempo, la idea de estudiarla en la Universidad me generaba un conflicto profundo. Más allá de las consideraciones materiales, me aterraba la idea de tener profesores. No el concepto de aprender, sino el de someterme a un sistema, a personas que debía entender y cuyas interpretaciones podrían, quizás, condicionar mi propio pensamiento. Temía que el andamiaje académico aplastara la chispa intuitiva que sentía nacer en mí.
Lo paradójico es que, mientras albergaba estos temores, yo ya estaba escribiendo. Los primeros borradores, las ideas seminales de lo que años después sería mi libro "Filosofía Autodidacta", nacieron precisamente en esa época, en las aulas del instituto donde Antonio Parra era mi maestro. Tenía un maestro, uno de verdad, pero no fui consciente de ello hasta mucho tiempo después, tras haber llenado cientos de páginas en soledad. ¿Por qué esa ceguera? Quizás no quise tener más maestros porque, inconscientemente, sabía que ya había encontrado al que necesitaba. O quizás, simplemente, con él me bastaba, o quería creer que no tenía ninguno. La verdad de aquellos sentimientos se pierde en la niebla de la juventud. No sé qué es lo que quería, qué es lo que sentía. En esa incertidumbre no hay una verdad objetiva, solo la vivencia.
Pero la certeza llegó un día, de forma clara y rotunda. Me dije a mí mismo: "Yo sé formar la realidad. Sé cómo observar la naturaleza, cómo organizarla para crear una estructura de pensamiento, y sé cómo defender esa estructura con serenidad y fuerza". Y en ese preciso instante, reconocí el origen de esa habilidad. Lo había aprendido en aquella época. No con lecciones memorísticas, sino con su ejemplo, con su forma de estar en el mundo, con su método socrático de andar por el aula. Ese día, reconocí que tuve un maestro.
El círculo se cerró hace muy poco, en un encuentro casual, hace solo unas semanas, cuando reconocí a Antonio paseando y charlamos un rato. Después quedamos a otra semana, le confesé mi admiración y su influencia en mi, le comunique mi deseo de regalarle mi libro, y, en fin, mi interés. Él, con generosidad y prudencia, me regaló el suyo. Al leer "La sabiduría de los otros", formé un compromiso: este libro debía ser compartido. Me comprometo hoy mientras escribo a publicarlo en "Editorial Microfilosofía". Y es que entiendo que tiene un propósito claro. Este no es solo un libro; es una guía para principiantes, mucho más simple que la que yo he creado, una guía para todas aquellas personas que buscan un profesor, un maestro entre las páginas. Es una obra que enseña lo esencial: a aprender con seguridad por uno mismo, a crear una estructura interna y a, guiándose por la propia naturaleza, aprender a defenderse con calma. Exactamente lo que él hizo por mí.
Próximamente se publicará una nueva edición del libro con prólogo a un precio reducido en Librosfilosofia.com