Psicología y filosofía del delirio.

La psicología entiende el delirio como algo patológico, el arte como la expresión del loco, por eso el psicoterapeuta para ayudar tiene que mezclarse
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Un delirio no se produce por un fallo de la razón consciente, es muy real, más aún, es una verdad total, delirar consiste (como expongo a continuación) en ser consciente de lo totalmente real que es un falso momento percibido. Delirar es auténtico, es el suicidio fraccionado de lo percibido que da paso a lo falso como un todo real, y todos vivimos en el delirio igual que todos vivimos en la realidad.

En el delirio las palabras arrastran las sensaciones que sentimos y experimentamos, y no son ya sino la intensidad misma. La palabra que ya no dice nada, la que no contiene ni deja salir, esa que solo espera quedar destruida y ser solo intensidad. Eso ocurre en el delirio, allí parece que un miedo a la muerte sin definirse busca escusas hiperlógicas e intelectuales para ir a otro lugar diferente, solo por el placer tan angustioso de encontrar de nuevo esa intensidad.



Persona con miedo y delirios

El discurso no delirante y su dificultad.

Un discurso que funciona es uno que comunica quien soy a otra persona, es decir, se comunica con otro del que somos conscientes que tiene otras experiencias, y que se define de otra forma. Hegel en la fenomenología ya decía que "para hablar desde la psicología la realidad exterior de las cosas es la que debe tener en el espíritu su contra imagen consciente de ella y hacer así al espíritu concebible".

Esto quiere decir que si hablamos del comportamiento humano, para poder comunicarlo y entenderlo entre personas, tenemos que hablar de las cosas o estímulos que existen para nosotros, y esto solo podemos hacerlo definiendo quienes somos respecto a los estímulos que recibimos, es decir, solo podemos hacerlo diciendo: "siento esto".

Las relaciones delirantes pasan externas a sus términos, por ejemplo el "insulto" busca la comparación con su signo pero externo al contexto y a la percepción propia. Hay algo que no te gusta del insulto y solo puedes atacarlo desde fuera, porque no sabes por qué no te gusta, solo palabras que arden.

Es por eso que si logras insultar a alguien es porque describes su realidad en algún grado que el otro no percibe. Pero si esto es de esta manera las buenas personas estarían deseando que venga alguien a insultarlos, no se darán cuenta del "insulto" o mejor dicho, se darán cuenta de que el insulto habla primero de la persona que lo hace. 

De esta manera, pasa que el insulto es una auto-trampa, que esquiva pensar quién soy.

Y es que "considerar" una cosa percibida requiere tener una "determinación carente de espíritu". Esto quiere decir que necesitas pensar las cosas sin sentirlas, y sin tener experiencia usándolas. Es esto por ejemplo lo que hace el juez: decidir lo que es el bien o el mal respecto a un cuerpo de leyes, pero sin sentirlas como una persona, sino solamente ejerciendo lo que diría la ley si la ley fuese algo por sí misma.

Y esto mismo es lo que hace una persona que delira, hace lo que el juez pero utilizando solo los fragmentos estimulares que le llegan a su percepción.

Y es que para resumir, en un discurso útil para dos personas la razón consciente es bastante torpe, pues siempre queda algo de delirante o de fracción en esa razón, y ese algo son las limitaciones de lo consciente.

El delirio y su desarrollo

Como he expresado al comienzo, delirar es juzgar los fragmentos de lo pensado y no sentido, ya que estos fragmentos no son sentidos como en un signo completo, son solo una intensidad y no sirven de experiencia aprendible a todo el contexto, a toda la circunstancia. No es condicionante, no es describíble. 

Mujer desarrollando delirios

El delirio es pues a la vez el amo supremo y el súbdito masoquista a la vez. El delirio comprueba que todo era falso mientras propicia otro momento disyuntivo totalmente placentero y lógico, pero atrapado en fragmentos. Son cosas pensadas con gran inteligencia pero que no dicen nada.

Deleuze y Guattary con el "esquizoanalisis" consiguieron un tratamiento para el psicótico que no le obliga a convertirse primero al neuroticismo.

La filosofía de Deleuze (junto a Guattary en varios libros) parte de la idea de Averroes de que la inteligencia puede no afectar a la persona, y que sin embargo, la persona siempre puede aceptar una realidad partiendo de su negación percibida y fragmentada, es decir, del y desde el delirio (aquí es importante recalcar que ese Averroísmo de Deleuze hoy está descontrolado).

Para empezar la "conciencia" la conocemos porque tenemos experiencias, y por eso mismo es un enigma, pues no vemos ninguna verdad, solamente las consecuencias de nuestros actos; Y cuando nos paramos a "ser conscientes" lo primero que pasa es que nos observamos como un concepto, y a continuación nos juzgamos. 

Por eso la consciencia es muy torpe, porque creemos que lo que concebimos muy racionalmente, solo por estar ahí, aún con todos los fragmentos que faltan, es la verdad. No podemos pensar otra cosa, no sabemos ser otro. 

Y es que hay que tener muy en cuenta que un delirio no es irracional, al contrario, es solo racional. Su peligro es ser racional y fragmento: porque la razón en una lógica perfecta no reconoce las formas de los fragmentos, simplemente porque no las hay. No hay forma sin la percepción de un contexto y así el sujeto no puede comprender lo que siente, es más, lo que no puede es sentirse, solo puede sentir los objetos fraccionados fuera de su cuerpo, fuera de "quién es" y esa es su intensidad, su placer y condena al mismo tiempo, ese es el riesgo experimentado como la intensidad de la lógica de esos objetos externos sin mi.

Como vamos viendo, delirar es pensar exquisitamente sobre un "yo veo" o un "yo oigo", pero nunca se puede delirrar sobre un "yo siento". El "siento luego existo" es la falsa disyunción, sentir no es un pensar con posibilidad de existencia por sí, pues solo es capaz de percibirse disolviéndose.

De esta forma, y siguiéndose del párrafo anterior, la pregunta por el "yo siento" no puede ser filosófica, solo puede ser psicológica y referirse a la autoconsciencia, "yo siento" es a la vez un "yo siento lo que oigo" o un "yo siento lo que veo", consiste en un "yo siento que no sé conscientemente todo lo que me pasa ni todo lo que soy".

Y es que la estimulación que sientes deja de ser estimulación en cuanto la sientes. Sentir algo es integrar quién eres en el contexto en que vives. Sentir algo en un "yo siento algo" es formar el espíritu hegeliano, y eso es en sí lo que no puede delirar porque se siente, porque solamente se siente y solamente se esfuerza por sentirse.

La persona que delira mal.


La persona que delira mal no se dedica a "sentir que existe" ya que esto es incompatible al delirio, lo que hace es pensar por fuera, aquí no hay un "yo siento": Hay un ¡mira eso!, o un "¡escucha esto!. Pues delirar mal es pensar exquisitamente entorpeciendo el hecho de sentirlo después.

Delirio y palabras, en filosofía
En el delirio malo las palabras solo se refieren a más palabras, no hay reconocimiento de las emociones, no hay conocimiento ni experiencia de la historia. Y por supuesto no hay historia de aprendizaje ni análisis de símbolos en sus circunstancias, solo palabras que se frotan más hasta separarse de nuevo.

El peligro de las palabras cuando se delira es que no se puede ver a través de ellas, porque el delirio tapa la entrada. Cuando las palabras se reinventan sin parar ya todas son una posible disyunción infinita, una respuesta condicionada infinita que se destruye a sí misma.

Y estas palabras que viven en fragmentos son deseos que no pueden completarse por ser solo fragmentos, y que deben odiar al símbolo por verse atrapados en la comparación. Son fragmentos que saben que dejarán de ser siquiera fragmentos; y necesitan comprobar que lo que creen es verdad. Por eso la dependencia del que delira mal es total.

Pero desde luego que, también sentir requiere delirar, siempre el sentido mínimo es un delirio breve e imperceptible. El delirio aparece aquí como un sentido diminuto de un algo concreto hacia otro algo concreto, pero que cuando nos alejamos ese algo se transforma en un todo abstracto y negativo, y la lógica nos obliga a decir "esto es imposible y solo negándolo puedo avanzar".


Qué hacen los psicólogos para dar ayuda psicológica con delirios.

En ayuda psicológica online se han tratado muchos casos de personas con delirios, y en mi experiencia siempre hay que actuar de la siguiente forma para ayudar con los problemas delirantes: mezclarse completamente con lo que siente esa persona. Es necesario olvidar que se trata de un delirio, es necesario sentir ese delirio como si fuera la realidad y olvidar todo lo que sabes, y de ahí a la persona que es tu paciente le será más fácil darse cuenta de cómo se siente. 

Sobre todo para los psicólogos e interesados hay algo con lo que hay que tener mucho cuidado, es con intentar ser muy directivo y motivador con alguien que dice llevar unos días triste. Y es que esa tristeza puede ser el comienzo de problemas de índole psicótica, y no ser realmente "depresiva". Por eso comprender lo que la otra persona quiere decir con las palabras que usa, y amoldárte tú a ellas, será la mejor opción también en los casos de tristeza.

Veamos uno de los errores más conocidos de la historia de la psicología.

Para Freud "Besetzung" (Catexis) era una "pulsión libidinal hacia una imagen o representación". Básicamente creía que en la psicosis la intensidad experimentada era consecuencia de representaciones en el lenguaje; "La representación es antes que el delirio y su intensidad" -decía-.

Freud decía que en los delirios la "disyunción" debe ocurrir después de la "proyección", es decir, que los estímulos que componen la nueva lógica de lo percibido ya era completa en el inconsciente (y no una parte fragmentada como pienso yo o la teoría conductista).

Y que por esta razón, la persona actúa disyuntívamente en su delirio porque ya ha "proyectado" el afecto frente al que lucha. Es decir, para Freud los afectos estaban ya formados en el inconsciente y la persona al saberlo (aunque no de forma consciente se suponía) pues luchaba contra ellos.

Pero lo psicótico entiendo, que tiene que ver con la afección, y no con el afecto. Freud hizo esto para que su teoría siguiese teniendo sentido, pero es muy diferente este hecho al de que lo psicótico o delirante consiste en el desarrollo lógico de los estímulos (como afecciones espinozistas), es decir, solo de fracción en fracción. 

¿De qué otra forma se puede dar un delirio que supla completamente a la realidad?, ¿de qué otra forma es posible que lo que es abstracto y negativo no pueda llegar ni a percibirse?, ¿cómo podría alguien formar afectos realistas y completos si no deja de sentir unos pocos estímulos ya sean internos o externos?.


La historia de esta época delirante.


Hegel se quejaba del Averroismo de su época, Deleuze del "hegelianismo marchito" de su época. Y creo que es evidente que hoy hay que quejarse de que no reconocemos ni a Hegel ni a Averroes, todo es una fracción incomprensible en política y en psicología.

El delirio ha llegado a los extremos de la realidad social, y ya no podemos diferenciar la realidad del delirio mismo. Toda la ciencia está llena de ideología, como palabras que agarrándose fuerte a lo que sienten cuando se escuchan, se llaman a sí mismas palabras científicas, y se sienten solas, sin contexto, sin entender otros puntos de vista, se sienten sin sentirse, como sola intensidad.

Ya la comprensión de los otros está llena de ideología, las personas son malas por lo que perciben, las otras personas deben de percibir lo que yo percibo, no me gusta el delirio de los otros, ¡es incomprensible!, ¡mi delirio es mejor!.

A veces se nos olvida que si todos pensamos igual entonces nadie ha pensado.

Cualquier percepción se encuentra entre el delirio y la realidad. El "yo" sin forma, sin contexto, sin representación es un yo delirante, pero ese yo por naturaleza tiende a buscar su forma, su contexto y su representación. En otras palabras, el yo busca la realidad.

Y es que no hay que olvidar que el delirio es en sí algo político, es una voluntad de política (que se superpone a la voluntad de poder) atrofiada que señala una idea indiscutiblemente. Por eso es detestable, porque la idea no consiste en nada contrastable, es la nada más apestosa, pero mientras delira no huele.

Persona con delirios, psicología online
En el mundo actual lo digital fragmenta las cosas, fragmenta los objetos que percibimos y eso produce que no podamos sentirnos con eso o aceptarnos. Y es que aceptar quién eres es lo mismo que darte cuenta de como te hacen sentir los objetos que percibes.

La experiencia - decía Hegel - consiste en percibir el propio espíritu a través de la observación de los objetos externos. El "espíritu" para Hegel es una forma de sentir individual que se comunica con todo el contexto, y es por ello el extremo opuesto al delirio, es la consciencia que habla desde lo real, manteniendo el esfuerzo de sentirse a sí misma, y por tal, el espíritu es la consciencia que permanece esforzándose sintiéndose junto a los objetos externos.

Mucho antes Averroes también decía que la inteligencia podía o no ayudar a una persona (en sus dificultades psicológicas), y que lo escrito en los libros religiosos ya no ayudaba porque se habían quedado antiguos, de ahí que lo más importante - decía - era permitir todos los errores de percepción a los sujetos sin juzgarlos.

De vuelta otra vez a Hegel, entendemos que la razón por si sola (el pensar las cosas en si mismas como hace el juez) como es sólo una utilidad, no nos da aprendizaje o experiencia (no hay ser allí) y por eso no podemos sentirla. Y esta utilidad que es la del que delira crea palabras ruidosas impulsivamente, y "vaga como un tropel de mujeres delirantes".

Y es que cuando la toma de decisiones se hace por disyunción pasa que el signo nace ahora (he visto un guiño) y la consecuencia también (va a controlar mi mente por rayos de luz mágica) y entonces escapo de la muerte genuinamente. Como se ve el delirio ve otra cosa cuando mira a la muerte, la confunde, y llega un momento en que la muerte deja de ser muerte, y parece una señora amable que nos llama con su voz dulce, y corremos todos a ella como si fueramos salvados de algo, y lo que pasa es que morimos sin más, de la forma más estúpida.

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