Herbert Marcuse, 122 años de una nueva sensibilidad

El día 19 de julio de 1898, exactamente 122 años atrás, nacía Herbert Marcuse, uno de los representantes más ilustres de la tradición de la teoría crítica de la sociedad
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 "La razón exige por motivos transcendentales que haya una comunión del impulso formal con el material, esto es, que exista un impulso de juego, porque sólo la unidad de la realidad con la forma, de la contingencia con la necesidad, de la pasividad con la libertad, completa el concepto de humanidad."
Fedrerinch Schiller
(Cartas para la educacion estetica del hombre: XV, p.233, § 4). 


Marcuse ha planteado el estudio de las posibilidades objetivas y subjetivas de una praxis política emancipadora en medio de las crecientes tendencias  de «Unidimensionalización» de las sociedades industriales avanzadas. A través de  un pensamiento  que combina sociología y psicoanálisis, logró mostrar como la racionalidad instrumental, llevada por las instituciones sociales, penetra en la existencia individual (en la infraestructura libidinal), hasta reducir la realidad total a la dimensión única del hombre administrado.



Herbert Marcuse 



Nuestro «principio de actuación», forma histórica del «principio de realidad», es el principio de la opresión voluntaria, aquella que logra conjugar la explotación y el placer como mejores formas de dominación. Siguiendo la segunda tópica de Freud, el Yo entendido como una doble naturaleza de racionalidad y sensibilidad, es la síntesis del movimiento dialéctico de la psique psicoanalítica en tanto impulso de juego. No obstante, Marcuse muestra esta posibilidad negativa del Ello ya no como la mera sumisión a los mandatos y requerimientos del Superyó Ideológico Capitalista, expresados en la disposición de necesidad del yo, sino la vinculación de ambos principios (de placer y de realidad) como absoluta libertad del Ethos estético. El yo es para Marcuse, aquel vacío motor del devenir del aparato psíquico.

A través de un pensamiento que combina sociología y psicoanálisis, logra mostrar cómo la racionalidad instrumental, llevada por las instituciones sociales de la forma de vida capitalista, penetra en la existencia individual (en la infraestructura libidinal), hasta reducir la realidad total a la dimensión única del hombre administrado. Un recorrido por tres de las obras más importantes de Herbert Marcuse, El Hombre Unidimensional (1964), Eros y civilización (1955) y Un Ensayo sobre la Liberación (1969), en donde aparece formulada la tesis según la cual la Libido y la Sociedad están sumamente imbricadas la una y la otra, que se pierde de vista el claro hecho de que la articulación de los mecanismos de reproducción de la sociedad capitalista se enraízan en la estructura libidinal del individuo particular. El individuo dentro de sí posee todos los elementos constitutivos por medio de los cuales la sociedad se da vida en él; es decir, se debe considerar materialmente las posibilidades atrofiadas, tanto para la sociedad como para el individuo al examinar la filogénesis de la sociedad represiva y la ontogénesis del individuo reprimido; para luego mostrar la existencia de una negación inmanente de tales tendencias.Lo anterior, hace que tanto la sociología como el psicoanálisis, derriben cualquier frontera entre ambas. 

El desarrollo libidinal del aparato psíquico viene a recapitular el desarrollo de la sociedad y viceversa. Este argumento, mantiene en movimiento la dialéctica entre el individuo y la sociedad, teniendo a la libido – y su organización- como el punto mediador entre ambos. En la mirada de Marcuse el desarrollo histórico del proceso filogenético (paso de la horda primitiva a conglomerados humanos más complejos) se ha constituido, al ser la génesis de la conciencia moral, como el secreto de la esclavitud del hombre por el hombre. La concepción de Freud en el Malestar en la Cultura (1930) y aún más en Psicología de las Masas y Análisis del Yo (1921), suponía la constitución de una conciencia moral, de un «Súper Yo», como resultado de la lucha contra el padre (líder primordial de la horda), representante paradigmático del «principio de realidad». De esta manera, la aparición de esta conciencia moral, significó la subversión de las pulsiones mismas. 

Así, lo que llama Marcuse como «principio de actuación» es la forma histórica del principio de Realidad Freudiano, utilizando el concepto de «represión excedente» para mostrar que en el desarrollo histórico de la civilización humana surgen instituciones sociales específicas para la dominación. La «represión excedente», es la represión adicional o sobrante de la necesaria para la existencia humana; es decir, se eleva mucho más de la conservación de la organización del trabajo social para la preservación de la vida justificándose solamente en el dominio racionalizado. Las sociedades modernas funcionan bajo el principio de autonomía y libertad; salvaguardadas en el marco de la sociedad del control, de la sociedad unidimensional que hace de la libertad el mecanismo más eficaz para la dominación. Las normas son justas porque se reconoce en ellas el interés general y el crecimiento del conformismo de masas, fiel expresión de conducta política unidimensional en donde la vida administrada – producto del constante movimiento del Estado de bienestar y el Estado de Guerra- es la buena vida de los borregos manipulados conducidos inconscientemente a las puertas de su propia enajenación. Con la mayor satisfacción de las necesidades de la mayoría de la población, se reproduce con mayor contundencia el sistema de dominación. 

Ahora bien, la dialéctica del progreso (ilustrasión) impone ver su «negatividad», en la que la racionalización sobre la naturaleza, deviene en dominio sobre el ser humano mismo, relacionándose el progreso con el estado de no libertad fundado en la técnica. El método de concreto-abstracto-concreto en Herbert Marcuse se evidencia en tanto que su argumentación y formulaciones teóricas parten de la totalidad real, en la que a través de su desarrollo está produciendo su propia negación. Por ejemplo cuando considera el movimiento Estudiantil, dirá Marcuse en 1968 “Quizás tenga el poder de doblegar la política norteamericana. Pero no el propio sistema. El marco de la sociedad permanecerá igual” (12). Ahora bien, a través del movimiento estudiantil se demuestra que el concreto pensado proviene verazmente del concreto real. El concepto de nueva sensibilidad aparece como su desarrollo en las diferentes tendencias estructurales objetivas (aparición de un sujeto libre dentro del reino de la necesidad, alteraciones de las estructuras capitalistas que alteran las bases de la organización del sujeto histórico tradicional y el giro del énfasis objetivo al subjetivo en el propio proceso de producción) que permiten la esperanza de su realización y como tal esperanza, sigue siendo un concreto pensado.

La evidente contradicción de las fuerzas productivas (tecnología con la potencialidad de la liberación) y las relaciones de producción (lucha por la existencia) muestran que la nueva ilustración se expresa en el movimiento estudiantil en tanto este está revistiendo la forma de nuevo sujeto histórico en el ejercicio de su praxis que une tanto teoría e imaginación, tratar de traducir a la realidad las ideas y los valores más avanzados de la imaginación: “el aspecto más interesante de la “revolución de mayo”, la unión de Marx y André Breton. La imaginación en el poder, eso sí que es revolucionario” (Marcuse, 1968:14). El arte posibilita una «nueva experiencia de la conciencia», hace del hombre un animal reconciliado con la naturaleza y, de la libertad el ámbito pleno de la experiencia estética. 

La historia en tanto proyecto productivo y creativo en un ambiente de libertad, es parte activa de los proyectos de la imaginación; la sociedad toda sería mímesis de la forma de libertad. La consciencia liberada promueve que la técnica devenga en arte y que el arte construya la realidad. Es decir, el impulso Formal, como principio de realidad, así como el sensible, como el principio de placer, son autónomamente liberados a través del impulso de juego creativo, característico del arte, el cual se materializa en el Yo libre, la consciencia Autónoma, poseedora de la nueva sensibilidad que le permitirá desplegar una praxis política emancipadora. La nueva sensibilidad es la apertura instintiva para una “[…] realidad formada por la sensibilidad estética del hombre […]” (Marcuse, 1969, p. 27).

¿Cómo podemos imaginar un horizonte así? Marcurse (1995) es habilidoso con el discurso, pero sabe que detrás su dialéctica se esconde la determinación real del movimiento de la antropología crítica sobre el proceso civilizatorio: el intento de trazar un horizonte cultural más allá del propio «principio de actuación» es «irrazonable», en el sentido de que ya estamos en la jaula de la racionalidad, si razonamos, estaremos inmersos en sus propios artilugios (p. 151). Sólo la facultad de imaginar puede ir más allá de la razón; posee la posibilidad de construir puentes entre el placer y la restricción, en si misma la fantasía “[…] es cognoscitiva en tanto que preserva la verdad del Gran Rechazo, o, positivamente, en tanto que protege, contra toda razón, las aspiraciones de una realización integral […]” (ibíd.). Lo que Marcuse (1969) llama precisamente como una nueva manera de sentir, es una manera de rechazar, un existir en el rechazo constante del orden establecido, negarlo hasta sus ultimas consecuencias; producir las grietas en él a partir de agrietarnos a nosotros mismos, al rechazar nuestas propia manera de sentir el mundo, ya que de entrada sabemos que hemos sido atrofiados para la sensibilidad real y autonomía.

Marcuse (1995, p. 153 y p. 155) declara la necesidad de irse contra Prometeo, regresar al ocio, al juego y a la inutilidad de los placeres, reivindicar a Orfeo y a Narciso, como lo contrapuesto al imperio de esfuerzo, de la fatiga y el trabajo, de la supremacía del progreso y de la represión erótica. Debemos liberar el tiempo, volver a un encuentro con la naturaleza, jugar en el trabajo por la existencia y trabajar jugando; construir un orden sin connotación represiva, un eros libre. Es esta la «praxis política», una subversión en la infraestructura libidinal, una rebelión en la cultura como principal ámbito de subversión política. 

De igual manera en la Sociedad Industrial Avanzada la tecnocracia está desplazando al proletario como el en si de la revolución y el movimiento paulatino del proceso de producción muestra al estudiantado como el en sí y el para sí de la revolución. A hora bien, es concreto solo pensando, ya que el movimiento estudiantil no tiene la suficiente masa revolucionaria que le dé la suficiente fuerza como para destruir todo el sistema no obstante como la teoría marxista advierte, el concreto pensado es la verdad de la alternativa:
“Soy optimista, porque creo que jamás en la historia de la humanidad han existido, en tal grado, los recursos necesarios para la creación de una sociedad libre .Soy pesimista, porque creo que las sociedades establecidas, la sociedad capitalista en particular, están organizadas y movilizadas en su totalidad contra esta posibilidad” (Marcuse, 1968: 15).  
Pensar la actualidad del pensamiento crítico de H. Marcurse es pensar la necesidad de la formación de esa «nueva sensibilidad» en los movimiento sociales y políticos de latinoamerica, de Colombia y particularmente de la ciudad de Medellín, puesto que cada día más la formación de las subjetividades se encuentra sobre procesos de preconstrucción y administración, de tal forma que es muy difícil transparecér su autoformación autónoma. No es la obra de Marcurse quien nos interpela, sino nuestras circunstancias históricas que nos colocan en la obligación de cuestionarnos frente a los problemas que otrora formulará. No es una invitación de pensar a Marcuse, como exegetas, sino de pensar la praxis política cuestionando el hecho de que la sociedad carnívora, sobre la que dirigió su crítica, todavía tenga vigencia, todavía nos devora con sus experiencias placenteras. Cuál es el nivel de nuestro sentimiento de conformidad con la actual forma de vida, cómo nos sentimos y nos movilizamos con los actuales modos de sentido, qué tan placentero nos resulta nuestra propia alienación? Sólo así podemos dar un primer paso en la liberación definitiva de nuestros pueblos y de nosotros mismo ante la administración de la civilización del capital.


Referencias explicitas e implícitas:
Herbert, M. (1969). Un Ensayo Sobre La Liberación. Sevilla-España: Doble JJ.
_________. (1968). El Hombre Unidimensional. Barcelona: SEIX BARRAL.
_________. (1979). La Rebelión de los Instintos Vitales. Trad. Guillermo Hoyos Recuperado de http://www.bdigital.unal.edu.co/22694/1/19341-63583-1-PB.pdf 
_________. (1995). Eros y Civilización. Bogotá: Planeta-DeAgostini.

_________. (2007). La Dimensión Estética. Madrid: Biblioteca Nueva S. L.








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