Es habitual escuchar que el veganismo está de moda. ¿Es una moda el hecho de no discriminar a alguien? ¿o es un avance ético que se niega a someterse a una moral impuesta? Discriminar a alguien, con la excusa que sea, siempre genera la misma consecuencia: violencia, en cualquiera de las formas que pueda manifestarse. Han salido a la luz numerosos reportajes que reflejan el holocausto animal y, aun así, las prácticas abusivas a las que sometemos a los animales no dejan de crecer. Alimentación y vestimenta basadas en productos de origen animal, experimentación con animales, zoológicos, mascotismo, etc., son muestras de cómo nos comportamos con quienes consideramos inferiores.
Realmente no necesitamos consumir productos de origen animal para mantener una alimentación sana y equilibrada, pero, sin embargo, esta información no es suficiente para terminar de una vez por todas con el hacinamiento y la tortura de diferentes animales no humanos.
“En un estudio acerca de la alimentación sin carne y sin productos animales, la Academia de Nutrición y Dietética (previamente llamada Asociación Estadounidense de Dietética) ha llegado a una conclusión muy clara. Ha afirmado de forma concluyente que dejar de comer productos animales no implica ninguna clase de riesgo para la salud en ninguna etapa de la vida. De hecho, puede conllevar ventajas en comparación con las dietas que incluyen productos animales.”
¿Qué es lo realmente radical, dejar de consumir productos de origen animal o seguir consumiéndolos, sin necesidad, sabiendo que causan la muerte y el sufrimiento de innumerables animales? Entendiendo por tiranía, opresión o abuso, y por especismo, la “discriminación de los animales por considerarlos especies inferiores”, será nuestra obligación cuestionar la moralidad impuesta y esa supuesta racionalidad que nos empuja a la colaboración directa y/o indirecta del maltrato animal.
“[…] casi todo lo que hacen los hombres no brota del capricho de un único momento, sino de una costumbre que está anclada en la identidad.”
Siguiendo con el ejemplo de la alimentación, sabemos que lo que comemos nos lo dice la costumbre, inserta en la cultura. Pero deberíamos saber también, que el Sapiens imploraba el perdón de los espíritus de los animales que mataba, mientras que en la actualidad, cegados por nuestros hábitos, ni siquiera nos planteamos que tenemos un animal muerto en nuestro plato, y mucho menos el proceso por el cual los animales pasan hasta que llegan las neveras.
Sin embargo, el veganismo va más allá de la alimentación, y rechaza cualquier tipo de opresión hacia los animales. Pensemos otro ejemplo con la experimentación animal:
“El tipo de conflictos a los que dan lugar los procedimientos experimentales son un buen escenario para el análisis porque se trata de conflictos morales genuinos. Pues si no queremos ser especistas, hemos de tratar la cuestión como un choque de intereses básicos de seres con igual valor intrínseco. Por un lado, el interés de no sufrir y de vivir de los animales con los que se va a experimentar, y por otro, el interés por parte de los seres humanos de disponer de productos que repercutan positivamente en su salud y bienestar.”
Olga Campos y Francisco Lara explican que la justificación de la experimentación animal por parte de los científicos se encuentra en base a dos premisas: por un lado, la afirmación de que los grandes avances científicos se han conseguido gracias a la experimentación animal, por otro, la idea de que protocolos alternativos tendrían consecuencias negativas para los seres humanos. Veamos unos ejemplos de experimentación animal: antes de que se produzca la comercialización de determinados productos como, por ejemplo, insecticidas, anticongelantes, lejías, detergentes, etc., se testan en animales. El test más conocido es el LD 50 o Dosis letal 50%, se trata de forzar a los animales a ingerir grandes cantidades del producto, sea este poco o muy dañino, hasta que mueran la mitad de los animales del experimento, siendo asesinados también los animales que sobrevivan. Por otra parte, los cosméticos y otras sustancias, se prueban desde los años 40 con el test conocido como Draize, para determinar lo irritante que es una sustancia se coloca a los animales en un dispositivo que les deja fuera solo la cabeza, aplicándoles la sustancia en los ojos y abriéndoselos y cerrándoselos a voluntad del experimentador.
La experimentación con animales es una práctica habitual de la ciencia: la vivisección es la experimentación que se lleva a cabo sobre las siguientes áreas: ciencia básica, experimentación química, experimentación médico-farmacológica, experimentación cosmética y experimentación militar. La vivisección es la disección de un animal vivo, la palabra “disección” procede del latín dissecare: cortar en pedazos.
“La disección consiste en cortar y estudiar animales. Cada año, 5.7 millones de animales son empleados en clases de ciencia de colegios secundarios y universidades. Cada animal rebanado y dispuesto como residuo no sólo representa una vida perdida, sino un eslabón de una larga cadena de maltrato a los animales y violencia innecesaria contra el medio ambiente.”
Aristóteles fue de las primeras personas en realizar disecciones en animales no humanos, prácticas que siguieron extendiéndose con el paso del tiempo y convirtiéndose cada vez en más habituales y crueles. Será hasta en siglo XX que podemos considerar a la ética como antropocentrista. El antropocentrismo es la tendencia a considerar al ser humano como medida y centro de todas las cosas, ¿por qué no asumimos que somos un animal más?
“La tendencia actual en el uso de animales experimentales es la de una visión antropocéntrica, en la que se reconoce al ser humano como el único ente moral. En el antropocentrismo fuerte el ser humano tiene todas las prerrogativas para manipular y usar los recursos naturales a su antojo. Bajo la cultura de las transnacionales y la globalización se apuesta por una sociedad impulsada por el lucro en que el uso de los recursos de la naturaleza es ilimitado siempre que produzca beneficios.”
El abuso hacia los demás animales podemos comprenderlo mejor si estudiamos el término especismo: es la creencia según la cual el ser humano es superior al resto de los animales, y por ellos puede utilizarlos para beneficio propio. Sin embargo, este término viene utilizándose desde que en 1970 lo acuñara Richard D. Ryder, psicólogo, filósofo y activista por los derechos de los animales. Corine Pelluchon, especialista en filosofía política y moral, en su Manifiesto Animalista del año 2017 define el especismo como una discriminación basada en la especie que desprecia los intereses de los que no son humanos y les utiliza como medios para lograr fines, afirmando que la violencia ejercida contra los animales no humanos está basada en prejuicios y, por lo tanto, es ilegítima.
“El respeto por la vida de los animales es la razón principal por la que muchas personas rechazan los experimentos con animales. Pero incluso si se enfoca en los humanos como la justificación ética de los experimentos con animales, el enfoque es equivocado. No existe un dilema ético «sufrimiento animal en lugar de sufrimiento humano», sino abundantes pruebas científicas que evidencian que los experimentos con animales perjudican a los humanos en lugar de beneficiarlos.”
A día de hoy se habla de medicina individualizada, si los individuos no son comparables entre sí, más difícil será que lo sean con los animales no humanos. Hay muchas de las enfermedades que afectan a los humanos y que no ocurren, o raramente lo hacen en animales, como puede ser el Alzheimer o el Parkinson. Sin embargo, los animales son manipulados hasta que manifiesten síntomas semejantes a los de la enfermedad. Poniendo un ejemplo, en la investigación de la depresión, las ratas son colocadas en tanques de agua de los que no pueden escapar, siendo consideradas depresivas si dejan de nadar.
“Muchos experimentos con animales se realizan solo para desarrollar tales modelos animales. Posteriormente, se prueban medicamentos u otras formas de terapia en estos modelos animales. Si el síntoma desaparece, se supone que se ha encontrado un remedio para la enfermedad humana en sí misma y se ignoran los aspectos cruciales de la enfermedad en humanos, ya que los síntomas inducidos artificialmente no tienen nada en común con la enfermedad humana real que deben simular.”
Que una práctica se convierta en costumbre, no quiere decir ni que sea correcta, ni que sea la mejor vía posible. ¿Realmente es necesaria la experimentación con animales no humanos? Si no lo es, ¿por qué seguimos perpetuando y permitiendo tales prácticas crueles en vez de buscar una solución efectiva?
Sea cual sea la forma en la que se manifieste el especismo: comprando un animal (no es lo mismo que adoptar a alguien que no tiene hogar) que posiblemente sea abandonado, sufra falta de cuidados, cría intensiva, etc; asistiendo o permitiendo las “corridas” de toros, colaborando con la continuidad de los zoológicos, la caza, la pesca, la alimentación o vestimenta basada en productos de origen animal, etc.; supone la manifestación de la consideración de los animales no humanos como objetos, como cosas vendibles o comprables, como si su vida no tuviera el mismo valor que la de los animales humanos. Excusándonos en la costumbre y en aquél maldito concepto de normalidad, continuamos las prácticas que nos perjudican y con las que perjudicamos a los demás. “Que algo esté normalizado no quiere decir que sea correcto”, es una frase con la que aparentemente todos estamos de acuerdo, solo queda ponerla en práctica, tanto en lo referente a la discriminación y el abuso de animales, como en nuestras relaciones y formas de vida que puedan resultar opresivas para alguien. ¿Acaso no somos aquél animal racional del que tanto presumíamos? ¿Somos capaces de superar los límites de una cultura y una racionalidad heredada e impuesta? ¿O únicamente nos dejamos llevar por la corriente sin preguntarnos qué podríamos hacer para mejorar nuestra calidad de vida y la de nuestro entorno? ¿Somos capaces de pensar y decidir por nosotros mismos, o simplemente aceptamos los criterios de normalidad por miedo a salir de la norma establecida? ¿En qué nos convertimos si solo obedecemos a los intereses de un mercado y desconocemos los nuestros? Sapere aude! Nos rogaba Kant en ¿Qué es la ilustración? ¡Atrévete a pensar! Considerando que somos menores de edad, en la medida en que no damos ese paso. ¿Podemos afirmar que decidimos la forma en la que vivimos, como hacemos las cosas, o que decisiones tomamos?
Notas.
[1]
Horta, Oscar. Un paso adelante en defensa de los animales. Plaza y Valdés.
Murcia. 2017. Páginas 138-139.
[3]
Wolf, Ursula. Ética de la relación entre
humanos y animales. Plaza y Valdés. Madrid. 2014. Página 167.
[4]
Lenoir, Frédéric. Carta abierta a los
animales (y a los que no se creen superiores a ellos) Editorial Planeta.
Barcelona. 2018. Página 30.
[5]
Campos, Olga. Lara, Francismo. Sufren, luego importan. Plaza y Valdés Editores.
Murcia. 2015. Página 82.
[6]
Op Cit. Página 83.
[7]
Op Cit. Páginas 22-23.
[8]
Leyton, Fabiola. Problemas bioéticos de
la experimentación con animales no humanos. Página 2.
[9]
Vivisección Wikipedia. [19/04/2020]
[10]
Disección. Wikipedia [19/04/2020]
[12] Álvarez-Díaz, Jorge Alberto. La
controversia sobre la vivisección. Acta Bioethica 2007; 13 (1). Páginas
54-55.
[13] Rodriguez Yunta, Eduardo. Desafíos éticos de la investigación con
animales, manipulación genética. Rev Peru Med Exp Salud Pública. 2012; 29
(4): 535-540. Páginas 7-8.
[16]
Pullechon, Corine. Manifiesto animalista.
Barcelona. Penguin Random House Grupo Editorial. 2018.
Páginas 29-33.
[1]
Argumentos científicos contra la experimentación animal. https://alternativaexperimentacionanimal.addaong.org/argumentos-cientificos-contra-la-experimentacion-animal/
[19/04/2020]
[1]
Op. Cit.
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