Dios y Marx no permiten la filosofía en África y Latinoamérica

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Por: Francisco Tomás Gonzales Cabañas. Twitter: @frantomas30
Dios y Marx los conceptos eurocentristas que no permiten la filosofía en África y Latinoamérica.
“El marxismo latinoamericano, como respuesta al teocentrismo medieval inoculado por la universidad como claustro del conocimiento, actúa como concepto enquistados en la filosofía política y en la filosofía de la educación secular, vendría a ser como el opio de los intelectuales contemporáneos, bajo estas categorías eurocéntricas, de Dios y Marx, nos limitamos para comprender la realidad política y filosófica, desde esa inoculación educativa que se realiza desde lo filosófico, únicamente entendido como ejercicio disciplinar, anatematizado en conceptos o en conversaciones entre autoridades aprobadas, previamente por un canon o una vara, asentada, no en el logos o en la intensidad filosófica, sino en la vara del pupitre, en la férula de la nota autoritaria que en el mundo formalmente aceptado de lo académico, como prisiones tolerables del pensar, evitan incorporar lo que nos nutre de raíz, de lo que hemos sido, antes, durante y luego de la conquista, tanto los latinos como los Africanos quiénes estamos vinculados desde estas cuestiones arquetípicas, y sojuzgados intelectualmente por una cultura que no hasta hace mucho, en valor de la pureza enviaba a seres humanos a duchas donde emanaba el vapor de la muerte; como si la intensidad filosófica no fuese además de pensar, o conjuntamente con el pensar, danza y poesía.
Educativamente deberíamos analizar pues, sino en esas aulas, asentadas en diseños medievales, en castillos perimidos en sus funciones ejercidas barbáricamente en los períodos del medievo, no sería conveniente acaso, abrir las compuertas en donde se podría interpretar que el conocimiento parece atrapado o enclaustrado, y dejar que ingrese la energía o intensidad, extra-muros, en donde podría estar anidando la filosofía auténtica de la vida que surcan los pueblos mencionados, sin los sojuzgamientos arriba señalados ”.

Para ponerlo en términos más claros, el erario público, que sostiene cada una de las universidades de estas partes del mundo, deja de estar presente en otros ámbitos, tan o más necesarios para la mayoría de estos pueblos, es decir, el pupitre de la universidad y el pizarrón, significa y representa una anestesia menos en un hospital, una puerta menos en una casa para una familia indigente.


Sin querer significar otra cosa de lo que afirmamos simplemente queremos preguntarnos y preguntar. ¿Cómo le ha devuelto la filosofía esta inversión a su comunidad? ¿Le ha brindado acaso un sistema político, educativo o social nuevo? O ¿Ha fomentado cierto onanismo intelectual, en donde en el mejor de los casos, como subproducto o como resultante brindó tanto a su comunidad como a la comunidad internacional, no sólo decenas de miles de tesis doctorales que duermen el sueño de los justos en libros que nadie lee, sino también doctores que colonizados en sus conceptos eurocentristas no colaboran o contribuyen para que pueda darse la posibilidad, que desde las aulas o fuera de ellas, pensemos en términos más relacionados con nuestras características y peculiaridades culturales?.
La respuesta la brinda lo que se da en llamar filosofía de la liberación, que no casualmente, se desdobla en una teología de la liberación, donde lo central y lo fundante es tal como expresara Cerruti, mediante Dussel, (actores principales y fundantes de lo filosófico en Latinoamérica) en la opción por los pobres, en una vinculación con el habitat, con lo dado, con lo originario, no sólo no invasivo e integrador, consustanciado en individuo y comunidad, sino también, libre de finalidades, para las cuales haya que respetar, a rajatabla, procedimientos metodológicos, estrictos y cercenatorios del sentido más profundo de la libertad.
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