Deleuze, la experiencia del concepto y el espejo de los filósofos.

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Comencemos por bosquejar la descripción del discurso de Gilles Deleuze ante los estudiantes. Digamos en primera instancia que es una introspección, una vía con antifaz de discurso hacía la consecución de una interiorización hermenéutica y ¿por qué no cerebral? Consigo mismo y con una multiplicidad de individuos. De ese tipo una interiorización y como el mismo lo dice, una repetición.

Es un filósofo, posicionado en el lugar del profesor. Habla de su suerte a sus alumnos, está sujeto al azar. Parece en cierta forma no tratarse de un azar naturalista en el que tendríamos que hablar de una supervivencia; a condición de la vida real es posible, hablamos para el caso del relato literario que tenemos representado en el discurso que se trata de un azar metafórico-filosófico que encuentra su campo de despliegue en la consecución o no de apropiaciones hermenéuticas respecto a temas. También el filósofo quiere transformarse, como Zarathustra quería transformarse él también lo quiere para sí. Podríamos preguntarle por qué o para qué, pero podemos también saber de su pretensión si sabemos de su espíritu. Nos encontramos con que a cierto modo si estamos frente a un motivo o motivación que revela un azar naturalista, el filósofo quiere sobrevivir, quiere transformar ser otro y en esa tarea piensa en el mundo.
A título personal, he vivido la experiencia de transformarme y querer transformarme, tiempo después al suceso quise sobrevivir pero no lo quería ni lo pretendía cuando quería transformarme.
El filósofo piensa en concreto en saber de las reacciones, es torpe y las objeciones le causan sufrimiento, pero quiere saber más allá de las objeciones, quiere ver la reacción tras puesta la objeción. Es un discurso calco, Deleuze quiere saber del espejo.

¿Por qué decimos que Deleuze quiere saber del espejo? Lo dicen sus mismos libros y su actividad filosófica. El intempestivo Nietzsche decía entre cartas con ironía y desparpajo del rumor y la novedad ‘necesitamos un schopenhauer’ ‘cause con esto tal vez un poco de terror a ciertos míseros y horrorizados’. Como práctica de los antiguos estudios históricos alemanes decía que era conveniente ‘obigar’ a Schopenhauer a ser el espejo del tiempo actual. “obligar” en el único sentido en que sería éticamente aceptable, poniendo la imagen, la vida, la esencia psicológica del autor, su tradición y sus mismos libros al servicio de los hombres del presente, para encontrarse en él mismo, para dirigirse y hacer nuevas formas de vida, pensamientos acordes al tiempo a una escuela y una generación; casi como diría Deleuze, hacerse un cuerpo sin órganos.
Sabemos por registros biográficos que Nietzsche vivía estos pensamientos de manera particular, practicaba cierto ascetismo y adoptaba posturas un tanto santificantes acorde a las enseñanzas que quería impartir; llamaba a cierta colectividad de manera enigmática “la raza de los que esperan”. Schopenhauer debía ser el terreno en que los contemporáneos encontraran la identidad frente a las tendencias de la época, las de la filosofía, la filología y los escenarios políticos, también y primordialmente los escenarios culturales y el papel de los hombres frente a la humanidad presente. Nietzsche buscaba las reacciones, su relación con Schopenhauer no era incuestionable ni inescindible, era sólo la de un espejo que provocaba y era idóneo para reflexiones, que construía y constituía reactivos.
Tal vez no tengamos que profundizar en el cuerpo sin órganos ni en los reactivos de Nietzsche, ese es tema que podemos abordar en otro momento y como hemos dicho, queremos excluir lo netamente político de la presente reflexión.

Por lo que yo quiero indagar es por la condición del filósofo en la actualidad. Las escuelas y las academias son intolerantes, quieren retornar a las viejas formas netas del clasicismo y el escolasticismo, quieren obligar a la gente a creer sin reflexionar, quieren que acepten sin más que su vida sea la que sea es simplemente una existencia limitada y moralmente libre sujeta a una divinidad de la que debe depender y una institución académica y religiosa a la que debe adorar pero sin cuestionar nada. Para ellos la actitud crítica y el sostenimiento de la dignidad de la filosofía no consiste en otra cosa que el filósofo sea el esqueje y defensor oficial de las formas clásicas y escolásticas y pasando con ello por encima, ignorando las necesidades y las formas de la vida moderna y sus formas filosóficas. No diré más pues sería abiertamente politizar.
No ahondemos en el cuerpo sin órganos, no ahondemos en la actividad filosófica a gran escala, concentrémonos en el presente del filósofo.

Lo que corresponde actualmente al filósofo es dividirse, ser uno y muchos en pequeñas formas, relegarse a un submundo y desde allí emitir sus sentencias y exponer los términos y los resultados de su producción. Michel Foucault marcó el camino del nuevo de filósofo, con consecuencias negativas o positivas dio rumbo ya no a la tarea moral y descriptiva del estagirita, ni a la tarea de constricción y enseñanza de la sabiduría del platonismo puro. El filósofo había de ser ahora, no un medio, sino un mediador o tal vez sí y de manera revolucionaria, un medio. Foucault se preocupó por la legalidad y la moralidad, también por que los pensamientos filosóficos pudieran verse como fidedignos en el campo de acción de la realidad. A decir verdad, hace falta mucho camino y mucha evolución intelectual y social para que ello pueda ponerse en práctica.
La Aristocracia, además de inexistente en la historia, sigue siendo una utopía y un intento vano de comunicación multilateral con las esferas de la sociedad.
Pero Deleuze, ¿no es de cierta forma un buen espejo para crecer la filosofía?. El filósofo debe superar o cuando menos mediar con herramientas reflexivas su condición humana, hacerse esponja de las ideas y arrojarlas al dialogo de los efectos y las causas, de las reacciones y de las ideas múltiples y diversas, saber criticar y saber construir, posarse sobre la oscuridad de los conceptos y de las palabras, de los enunciados y de su parcial pertenencia a la historia.

Por ejemplo ¿qué es la filosofía de Deleuze y Guattari?, es un excelente libro para servir de espejo al presente de la sociedad, sus aspiraciones y sus posibilidades. En él no sólo se aprende filosofía sino que se aprende a saber de la filosofía, a cuestionarlas y a replantearla, a pensar sobre los presupuestos y sobre las novedades. Y es que eso de la Aristocracia no es cosa de la edad media ni del renacimiento únicamente, Deleuze sabe que es en cierto modo muy compatible con las posturas modernas. ¿Qué es la filosofía? es un intento por configurar y describir al filósofo del presente que, aunque moralmente no se encuentre en buenas condiciones materiales y morales, tiene caminos para potenciarse y para llegar a mediar y educar en las cuestiones prácticas y en las eventuales del vivir.
Tal vez hable sobre ese libro en otro momento, tal vez destaque del pensamiento de Deleuze los puntos de mayor relevancia y de mayor conexión con la realidad de la actividad filosófica y del mundo. Por ahora, sólo quiero sugerir que a la manera en que en 1983 buscaba saber de las reacciones; que, a la manera en que Nietzsche buscaba en los espejos las reacciones, nosotros los que estamos en posición de pensar en la filosofía, de hacerla y de darle un lugar pertinente en el mundo, debemos y es propicio para nosotros usar el espejo del filósofo del plano de inmanencia y del pensamiento rizoma para desarrollarnos y crecer idóneamente.


Por último, quiero decir que este escrito es hecho especialmente para la revista de filosofía “impresiones vivas”. No pongo por esto un carácter de exclusividad al escrito, no tengo tampoco la intención de difundirlo a gran escala ni de convertirlo en un herramienta de uso público. Tal vez quiera guardarlo o reproducirlo en algún otro espacio personal. Pero, es primordialmente para la revista, es un gesto, calificado de nombre común un regalo, un gesto que pretende expresar lo que para mí ha representado el hallazgo de la existencia de la revista: un faro de pertinente luz, de pertinente amalgamiento de ideas, de coherencia con el propósito; soñar y cultivar un filosofar, un quehacer filosófico que se acerque a la vida, a la intensidad de la emoción y a la representación de un de la alegría de la filosofía.
De otra parte y no teniendo nada que reprobar o reprobar a la revista, no tengo problema en reconocer y enaltecer el hecho de que ha sido un texto de la misma el que inspira el escrito que ahora ustedes han visto desarrollarse, no tengo problema tampoco en reconocer que lo hago como un trabajo de colaboración para la revista en cuestión lo que lo constituye como una reflexión sobre otra reflexión y lo hace una reflexión colaborativa. Si decide la revista publicarlo, será propiedad material de la misma y quedará como un archivo que ella manejará y que espero que le sea muy útil. El texto que me ha inspirado versa sobre una clase de filosofía y obedece al nombre de Lectura de: El Plan de Deleuze, en Universidad de Vicenes a 2/11/1983.  

Algo más. Ciñendo la orientación del escrito a la manera en que yo entiendo las cosas y partiendo de esos presupuestos, tengo que decir que el texto que me ha inspirado suscita en mí además otras sensaciones y reflexiones de otro tipo y que no las diré. La razón es que son reflexiones de tipo mera y formalmente político y como a mi entender, toda empresa que desea o encuentra por finalidad su desarrollo claro, idóneo y autónomo como la revista, pienso que, para empresas de este tipo, lo más nocivo es que sean sujetados, mucho más por otros a la mera política que corresponde a las relaciones con el estado; no sólo se le hace un ambiente viciado para desarrollarse, además se le coharta y casi se le cercena su autonomía política y se le cercena también por así llamarlo su ‘campo de prácticas’ y su desarrollo en el que establece y recrea sus derechos y en el que firma sus compromisos para con las entidades y sucesos coetáneos. Como no quiero que lo ante! riormente dicho suceda a la revista, excluyo del escrito dichas sensaciones y dichas reflexiones. Si se decide publicarlo, puede que en otro espacio y en otro momento y en un contexto que explícitamente me pertenezca, las incluya a la presente reflexión.


Escrito de Juan Camilo Aljure Amaya. en Impresionesvivas.
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