La dignidad humana

Hay una idea que nos distingue claramente como seres humanos, un concepto clave que se ha dejado de lado en demasiados debates y se ha pasado por alto en bastantes juicios, el concepto de dignidad
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El entrelazamiento de la libertad, el honor, la honra y la dignidad

Hay una idea que nos distingue claramente como seres humanos, un concepto clave que se ha dejado de lado en demasiados debates y se ha pasado por alto en bastantes juicios, el concepto de dignidad.

niño


La palabra dignidad proviene del latín dignitas que significa excelencia o grandeza, esta idea se instauró en la civilización occidental mayormente con el cristianismo, el que en la teoría manifestaba que al ser el hombre creado a semejanza de dios poseía también una dignidad de la que no podía escapar, por lo tanto es un ser valioso en sí mismo (aunque no por sí mismo). En contraste con el cristianismo surgió el posmodernismo, el que se ha instalado en muchos sectores de estudio desde mediados del siglo XX, el cual considera al hombre como productor de verdades, y enfatiza que él es su único dios, poseedor de una dignidad y de un discurso que deben ser escuchados, alimentados y cuidados; mucho de la teoría comunista y de la revolución francesa tiene que ver con esto, todos los hombres son iguales y tienen derecho a igualdad de oportunidades; aunque el problema sea enfrentar esa dignidad que nos iguala con la libertad que nos separa.

 Los griegos creían, con justa razón, que la libertad venía después del nacimiento (la existencia precede a la esencia), de hecho llegaba muchos años después, cuando el hombre obtuviera ya la facultad de descubrir la palabra y convertirse en ciudadano; por esto la libertad como concepto tendría un nacimiento eventualmente político a priori y jurídico a posteri. "Digno" sería entonces no cualquier ser por el hecho de nacer (entiéndase hombre o animal, aunque el animal merezca respeto), sino más bien el ser que sea capaz de llegar a ser libre, esto es, que tenga la capacidad de aspirar a la grandeza de la libertad, la excelencia de poder elegir y obrar por sí mismo.

 Es así como nacen los derechos humanos, los cuales representan cierta garantía para que cada hombre pueda desarrollarse de la manera más idónea y tenga la opción de llegar a convertirse (rescatando los términos griegos) en un ciudadano libre. Estos derechos nacen luego de las atrocidades cometidas durante la segunda guerra mundial, y fueron declarados el 10 de diciembre de 1948 en París por la Asamblea General de las Naciones Unidas, hecho que fue considerado un hito en la historia, ya que es el primer documento que debe definir jurídicamente la protección a la dignidad del ser humano; esta declaración representa la esperanza depositada en el otro como semejante. El hombre en su propia libertad impone sus derechos, ya que la libertad no es algo que se posea, es algo que se cuida porque puede perderse, la libertad se ejerce, no se llega a ella jamás; por esto muchos la consideran erróneamente como una utopía, su vida es tan corta que parece una ilusión.

 La palabra derecho viene del latín directus que significa recto, lo interesante es que en la antigüedad se tendía a asociar esta palabra con el lado fuerte del cuerpo, por lo que se puede relacionar el derecho con la fortaleza para ser libre y ejercer la justicia (o incluso padecerla), así como lo demostró el brillante ejemplo que nos dejó Sócrates al depositar su vida en pos de este concepto. Somos libres en la medida en que podemos ejercer nuestra libertad en un mundo hostil, siendo capaces de creer en la justicia con tanta fuerza como para vivirla, pero también somos libres en la medida que seamos capaces de identificar como ciudadanos las injusticias en el propio libro jurídico, considerando la dignidades y libertades de nuestros semejantes, ya que de lo contrario, caeríamos en la contradicción. Por todo esto, que un ciudadano diga que espera que sus hijos nazcan libres no implica necesariamente que puedan elegir desde el nacimiento libremente, sino que ellos podrían llegar a desarrollar su dignidad hasta hacerla libre.

 Cuando escribo sobre un mundo hostil lo hago conociendo en cierta medida que estamos anclados a un lenguaje, esta es una de las principales razones de que las masas cuando hablan de un dios hipotético en redes sociales por ejemplo, sean capaces de fundamentar contradicciones al pensar en cómo sería la libertad posible de este dios, ya que pensamos erróneamente en una libertad incluso para contradecirse a sí mismo, mientras que en realidad la libertad no busca la contradicción, busca la verdad. Por esto, el concepto de dios no debe ser asociado con el de libertad sino con el de verdad, como he manifestado en otros artículos, el hombre no puede ser su propio dios y buscar hacer lo que quiera porque inevitablemente caería en la contradicción ante la realidad; para ser libre el hombre debe encontrar su verdad, en esto se entrelaza el lenguaje, que nos ata, a "la libertad" como idea. La libertad no es el término de algo, la culminación, la libertad es el grado máximo en el que el hombre puede desarrollarse, escapar a su lenguaje e inventar otros nuevos; aquí nace la importancia de la filosofía, porque es a través de ella como cuestionamos nuestro lenguaje. Ergo, encontrar una verdad y desarrollarla, es encontrar el honor que impulsa el deseo de libertad constante, sean cuales fueren las circunstancias. De ahí que el poeta alemán Hans Sachs pusiera en los labios de Diógenes esta frase cuando se dirigía a Alejandro Magno: “Vos sos el siervo de mis siervos”.

 La dignidad siempre la posee el otro, lo que uno puede llegar a poseer es el honor el que se construye y defiende, por ello quizás este concepto se toca bastante en las morales guerreras de la historia, podemos verlo en la el suicidio de Ajax o en el mismo sepukku de los samurais. El honor es construir algo de lo cual sentirnos orgullosos, por esto la libertad es la capacidad de proteger el propio honor, la dignidad propia, mantener la posibilidad de llegar a ser libres y tener la opción de elegir cómo ejerceremos la ciudadanía. Sócrates ejemplifica bastante bien el concepto del honor con su muerte enseñándole al hombre de todos los siglos la importancia de no perder la fuerza de la palabra, es relevante notar que Sócrates tenía todas las oportunidades para poder escapar al resultado de su juicio, pero Platón nos narra que esa noche, en sueños, Sócrates se encontró con las leyes las que les explicaron que si se despegaba de ellas perdería el honor, la dignidad y la ciudadanía.

 El honor puede tener tres visiones según mi criterio, la visión guerrera-política, la cristiano-religiosa y la secular-individual, en la primera el honor debe ser manifestado a viva voz y estar sujeto al escrutinio público (honra); mientras que en la cristiana el honor depende del símbolo que nos llega a través de un espejo que llamamos divinidad (santidad); en un honor más individualista el honor depende de la correcta estructuración de nuestro ser en solitario (honor en sí), concordante con la palabra. Política, religión y jurisprudencia mezclados en un sólo concepto a través de la historia porque, dicho sea de paso, han tenido mucho que ver en su entrecruzamiento. La dignidad, el honor, el derecho, la verdad y la libertad.
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