El “sueño” de Nietzsche contra la caverna de Platón. | ||||
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Para Friedrich Nietzsche el mundo no tiene sentido, es caos, y no existe nada de preestablecido. Pues este mundo que creamos es un sueño, una prisión: vivimos así dentro de nuestro horizonte, de nuestra perspectiva, y la verdad – el caos – está fuera. Este sueño es la única manera dada al hombre para ver la existencia, la “verdad”, y la única manera para no hundirse en el caos es mantener este sueño – nuestra perspectiva, que queda una mera imagen del caos —, ya que el caos nos obliga a tomar una posición valiente y creativa poniéndonos frente a la insensatez de nuestras vidas. |
Así que Nietzsche utiliza la metáfora de la prisión para definir al hombre libre: no como él que se refugia en valores sin fundamento, considerados poseedores de verdad, que no puede soportar el peso al que lo pone el caos, sino como él que está consciente de su condición de prisionero y que sabe que no puede conocer la verdad no siendo capaz de descifrar el caos en constante transformación y, por lo tanto, teniendo como única manera de conocer la verdad la perspectiva, el sueño (el conocimiento de la verdad posible solo desde una posición parcial).
En la caverna de Platón los hombres están atados y dirigidos hacia una pared en la que se puede ver solo sombras de lo que pasa fuera. Fuera de esta caverna hay otro muro más allá del cual otros hombres asoman formas de animales, plantas y personas que están proyectadas por un fuego en la pared de los hombres encadenados en la caverna. Si uno de esos hombres que llevan las formas hablará, en la caverna se formaría un eco que podría llevar a los prisioneros a pensar que aquella voz provenga de las sombras que ven pasar sobre el muro. Mientras que una persona externa tendría una idea completa de la situación, los prisioneros, no sabiendo lo que realmente pasa detrás y no teniendo experiencia del mundo exterior (están encadenados desde la infancia), serían llevados a interpretar las sombras “hablantes” como objetos, animales, plantas y personas reales.
En este mito de la caverna Platón identifica a esta con el mundo sensible y el “afuera” con el mundo inteligible (el supra sensible), con la verdad. Platón afirma que normalmente los hombres son prisioneros, obligados a mirar las sombras de formas simples que ni siquiera son objetos reales; estos objetos reales solo se pueden encontrar “fuera de la caverna”, es decir en el mundo inteligible de las formas conocidas por la razón y no por la percepción. Los hombres no conocen directamente e inmediatamente a los objetos reales del mundo: más bien, nosotros solo conocemos el efecto que la realidad externa actúa en nuestras mentes. Cuando miramos un objeto, solo percibimos una copia, una sencilla representación mental del verdadero objeto de la realidad externa.Platón, por lo tanto, a través de la metáfora de la caverna, reconoce el hombre libre en él que está consciente de que el mundo sensible no revela la verdadera esencia de las cosas, en él que puede alcanzar el conocimiento puro de lo real liberándose de las cadenas de su experiencia y mirando la luz de las estrellas y de la luna, llegando en el mundo de la pura intelección y comprendiendo la idea del Bien en sí.
Además, fundamental para Nietzsche es el abandono del planteamiento metafísico platónico (que ve una distinción entre el mundo sensible y el mundo supra sensible) para sostener la falta de fundamento de un mundo trascendental. Lo único que queda al hombre es su vida terrenal, la apariencia, entendida aquí como una manera de interpretar la verdad.
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