Episteme: conocimiento objetivo

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Episteme: conocimiento objetivo
La pregunta sobre qué es el conocimiento es continua en Filosofía. Descartes dio un giro importante al afanarse por encontrar un manera de asegurarse de que el conocimiento es objetivo y creyó conseguirlo al aplicar el método matemático a la filosofía. Será en el idealismo alemán donde se recoja de forma paradigmática el problema acerca de cómo conjugar la sensibilidad con el intelecto. Kant, como podremos escuchar en una de las ponencias, retoma esta discusión, que no parecerá cerrarse hasta llegar a Hegel y a su intento de establecer la Filosofía como ciencia del Absoluto. Sin embargo, el mismo problema que tenemos hoy en día al hablar de qué es el conocimiento y la ciencia, como conocimiento objetivo ya está en Platón.


Platón en El Teeteto intenta dar respuesta a qué es la episteme, sin que satisfaga ninguna. Las tres definiciones son: el conocimiento es percepción (151e-186e); es opinión verdadera (187a-200d); y es opinión verdadera acompañada de una explicación (201a-210b).

            Dejando de lado la explicación que hace de la percepción me centraré en ver cómo la ciencia es el conocimiento cierto y verdadero, infalible y universal y que tiene como objeto lo absolutamente real. Lo absolutamente real, para Platón, no es lo más físico, sino lo más inteligible: las ideas. Y su preocupación es cómo podemos llegar a ellas si es obvio que nuestro conocimiento comienza por lo sensible.

            En el segundo intento de dar una respuesta Platón observa que la ciencia no puede ser sensación ni percepción que provengan del cuerpo y no ofrezcan claridad ni precisión; debe advenir, para alcanzar la verdad y el ser, una actividad superior del alma, que llama razonamiento u opinión. (186d). Dentro de la pregunta por el conocimiento se instala la pregunta por  qué es lo falso, para no caer en ello. Es decir, cómo no equivocarnos, cómo podemos estar seguros  de la objetividad de nuestro conocimiento.

            Por último, desarrolla de la tercera respuesta, la ciencia como opinión verdadera acompañada de una explicación (logos). Para esclarecer a qué se refiere con “logos” utiliza un modo de razonar que puede resultar muy cercano para nosotros: afirma que no conoceremos un carro hasta que no conozcamos todas sus piezas. (¿No buscamos hacer eso hoy en día nosotros para comprender la mente, o el bosón de Higgs?). No obstante, Platón no se queda conforme, puesto que simplemente enumerar no puede ser ciencia, ya que carece del rasgo definitorio de la infalibilidad.

            El diálogo no cierra, es aporético. Sin embargo, eso no significa que no haya una respuesta. Antonio Alegre en la introducción a esta obra defiende, precisamente, que lo que trata de decirnos Platón es que “si se pretende definir la ciencia sobre supuestos sensoriales, con referencia sólo a lo individual y concreto, prescindiendo de la parte intelectual, que en este caso serían las Ideas, uno se ve abocado al fracaso” (Alegre 36).
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