"El Criticón" o pesimismo antropológico en el barroco

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"El Criticón" o pesimismo antropológico en el barroco
El siguiente post tiene el objetivo básico de hacer una reseña crítica de una de las obras más importantes de Baltasar Gracián, a saber, El Criticón. No voy a hacer una exposición densa de su obra, sino, simplemente, tocar algunos temas que considero interesantes para acercarnos un poco a este coloso del pensamiento español..


Antes de hablar sobre el tema de mi exposición, me gustaría precisar y contextualizar mi trabajo haciendo unas mínimas referencias a lo que -considero- son las claves importantes del pensamiento graciano en el contexto del Barroco. El Criticón es la alegoría que sirve de representación de las edades de la vida humana (concretamente, el libro se divide en tres partes, es decir, tres edades) pero de una forma narrada que hace más fácil su lectura. En este marco, y en consonancia con una más que plausible interpretación del Barroco, Gracián mezcla subgéneros literarios, convirtiéndose en uno de los máximos exponentes del Barroco. Muchos han querido ver en Gracián una crítica a las costumbres y al momento de su época; y, aunque busque corrección, parece que no es ésta la finalidad. Otros intérpretes, más bien, han querido ver semejanzas o parecidos con el Quijote del maestro Cervantes: sentar las bases de las buenas costumbres, más que criticarlas como tal. En cualquier caso, y antes de plantear mi reseña propiamente hablando, hay tres puntos que son, a mi juicio, fundamentales para entender el pensamiento graciano. Dichos tres puntos son los siguientes:


a) Pesimismo como reflejo de la época barroca.

b) Finalidad didáctica: pretende dotar a las personas de recursos que les permitan defenderse socialmente.

c) Su lenguaje es plenamente conceptista: busca la agudeza del concepto y la concisión.

Contextualizada la obra en un marco considero que suficiente, voy a dilucidar sobre una problemática que hay en El Criticón de nuestro autor: la problemática en torno a la visión que el propio Gracián tiene del hombre. El hombre es un ser maravilloso, pero muy complejo, como nos han enseñado los sabios, dice Gracián. El Criticón nos enseña lo que cuesta hacerse hombre, pues éste es gran cosa, pero también un gran “desconcertador de mundos”. El hombre nace bárbaro y se humaniza por medio de la cultura para cultivarse a sí mismo. En El Criticón se plantea la necesidad de la reforma de ese hombre desconcertante.

El ser humano porta y soporta lo irracional, lo oscuro. Es necesario que la razón penetre en todo lo indefinible y movedizo que encierra la vida humana. ¿Cómo llevar a cabo este proceso del que hablamos? Por medio de la ironía, la sátira, la fábula y, en general, por medio de la literatura. He aquí una de las “peculiaridades” del denominado pensamiento español; su vehículo no es el propio de la filosofía, sino que busca otras vías más cercanas a la literatura, el arte, etc. Gracián es un pensador plástico, filósofo y poeta al mismo tiempo, que propone, de algún u otro modo, una filosofía terapéutica. Gracián se da cuenta de que, sin los buenos modos, no se puede transparentar el ser. En este “mundo inmundo”, lo único que puede hacer el hombre es perfeccionarse interiormente, pues la realidad cambia y fluctúa constantemente, no habiendo un punto fijo al que agarrarse. El hombre está en tensión con el mundo, hay una lucha entre apariencia y realidad, de ahí que la vida humana sea, para nuestro autor, un proceso de maduración.

Por otro lado, creo que en El Criticón hay un reflejo del pesimismo barroco. El hombre vive engañado, y cuando empiezan a desengañarse, tristemente, muere. En este sentido, El Criticón no es una simple obra literaria más, sino que implica un nuevo nivel de reflexión que intenta dar una respuesta a la tan difícil pregunta por el sentido y propone, más o menos sistemáticamente, un modelo de conducta moral. En cualquier caso, vemos como en Gracián, al igual que en todos los grandes autores de la historia, se repite el mismo problema: el sentido de la existencia humana. Al final hallamos en la obra una mirada amarga y desolada. No es de extrañar que Arthur Schopenhauer la calificara como la mejor obra de todos los tiempos, pues está en consonancia con su visión pesimista de la condición humana.

Para concluir, me gustaría citar uno de los pasajes de El Criticón, en el que se recoge una reflexión sublime sobre el acontecer del hombre: "Eternízanse los grandes hombres en la memoria de los venideros, mas los comunes yacen sepultados en el desprecio de los presentes y en poco reparo de los que vendrán. Así que son eternos los héroes y los varones eminentes e inmortales. Éste es el único y eficaz remedio contra la muerte. Seguidme, que hoy intento trasladaros de la Casa de la Muerte al Palacio de la Vida, de esta región de horrores, del silencio, a los honores de la fama.” (El Criticón III. Crisis XII. Pág. 995).

Escrito de Daniel Peres Díaz / Twitter:  @Daniel_peres21 / email: danielperes20@gmail.com
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