Es mejor que mueran los inocentes a que escape el culpable…
Herodes
No hay nada sobrenatural que pueda ser concebido primero como
un hecho divino, así como no hay nada natural que la ciencia no trate de
explicar, ésta, no se preocupa de lo sobrenatural porque elementalmente es irreproducible.
Lo verdadero según lo que entendemos es repetible, pero lo falso también se
puede repetir. ¿Qué se puede decir de los hechos que solamente ocurren una vez?
¿Son falsos necesariamente? Esto quiere decir que nuestra noción de la realidad
debe ser tomada como limitada de antemano bajo cualquier ley lógica de forma
imperativa, aunque no desde ESA lógica imperativa, la que nos dejaron los
imperios, sino como forma, como un rayo de lucidez que viene a enseñar qué tan
alejados estamos de la Verdad y de estar conscientes de ello.
No es digno, ni intelectualmente ético entonces, asegurar
que los milagros no existen, ni siquiera es científicamente correcto decirlo,
entendiendo que la falsabilidad es un requisito científico para cualquier campo
que se quiera investigar, pero que no puede ser aplicado a todo, y como hay un
todo, y una cantidad mínima de investigaciones que se pueden hacer científicamente,
la ciencia es enormemente limitada. Los analíticos dicen que no vale la pena
escribir sobre lo que no se puede investigar ni demostrar, que hay que apegarse
muy estrechamente a la lógica para poder hacer filosofía, pero hay una
contradicción en este argumento, porque la lógica misma exime la existencia de
la filosofía analítica como una vía relevante para encontrar la verdad. Otro
tema es considerar las verdades que ponen en duda, lo cual es su especialidad,
y la forma en que lo hace nace desde la perspectiva elitista de la que nació.
Ahora, que lo falso se pueda repetir no es un argumento en
contra de los milagros, es el argumento que le proporciona razón de ser a la
ciencia, porque es fácil decir que siempre han existido mentiras, por tanto, la
filosofía analítica no es una filosofía, es una retórica, un sofismo. La
filosofía debe dar esperanza, debe apuntar lo falso; pero no dar una esperanza
basada en alimentar “falsos profetas”, ni encontrar lo falso con lógicas basadas
en el parasitismo sobre los recursos naturales de los individuos. La filosofía
es irracional en este sentido, es un salto hacia los confines de la imaginación
y de la superstición con valor estoico, para encontrar en todo lo repetible,
aquello que nunca más ocurrirá. El pensamiento histórico tiene que ver con esto,
y muy claramente con lo que proponían Deleuze y Guattari en su propuesta filosófica.
La filosofía decanta lo parasitario porque no necesita de un alimento externo para
sobrevivir, su alimento cae del cielo y son los cielos sus límites, y éstos, no
lo tienen.
En este sentido somos prisioneros de la naturaleza. Al
crearse la mente y evolucionar, evolucionaron lentamente las formas de tecnologías.
Que el humano haya podido domesticar las plantas representa una lucha simbólica
entre el bien y el mal, todo ha sido predicho para simbolizar a través de los
libros sagrados el advenimiento de dios, su segunda venida, un nuevo paraíso en
el cual inventemos también a dios, le demos vida. En este sentido la tecnología,
la familia, el estado, las empresas, la inteligencia, son herramientas de una
creación teológica después de la cual no podremos escapar. Se estudia la
repetición porque es la repetición la fuerza organizativa de dios, se estudia
la diferencia para ver en qué este dios se equivoca.
Actualmente nos encontramos en la era de la posverdad,
porque es más fácil decir que siempre han habido mentiras, luego, todo es
mentira, y la verdad es la que personalmente yo manifiesto. He ahí el
renacimiento de las tendencias proclives a crear la realidad, desencantadas del
acto repetitivo científico, encuentran en esta visión espiritual una nueva esperanza, una
nueva religión. Mas todas las religiones se unen en cierto aspecto, todas
crearon algún tipo de herramienta dispuesta a mejorar la tecnología, la punta de lanza; la semilla
es una forma tecnológica, y esto es mucho menos espeso de digerir conociendo los avances
con respecto a la modificación del ADN en semillas hoy por hoy. Si consideramos, la
semilla comenzó dependiendo de algunos hombres experimentados, para luego
sostener pueblos, ciudades, imperios; pero en el presente, al igual que las riquezas,
comienzan a concentrarse como forma de derecho, como forma de ejecución, en una
menor cantidad de población, la más rica, y al igual que con los derechos, son cada
vez menos las personas más ricas de este mundo, aunque cada vez más los que
sostienen una riqueza parasitaria; así como la filosofía analítica que depende del estudio del lenguaje para desmentir y avanzar al alero de la ciencia. Los ricos parasitarios son personas con una gran opulencia, pero no tan dueños de nada, ni de
las tecnologías que le brindan el sostenimiento de sus vidas, comprendiéndolas holísticamente con la naturaleza, ni del sostenimiento que nos ha brindado la agricultura desde hace miles de años.
Pero la posverdad es un efecto social. Y así como la semilla que, como forma tecnológica, respondió a nuestras necesidades, así también la tecnología como algún tipo de dios que estamos inventando, responde a nuestras necesidades y deseos. Quién controla los medios digitales controla la verdad, la mínima verdad que se está creando, una verdad que busca exaltar deseos porque de éstos dependen las tecnologías, y nosotros de ellas. El populismo, la exaltación de la irracionalidad, es el resumen de lo que ya dijo Nietzsche: "No hay hechos, sólo interpretaciones". Todo marcha en este sentido, y parece hacerlo tan fuertemente que es bastante notorio el hecho que no muchos vean esta trampa, esta tendencia sine die de estar creando de forma literal a una deidad. La tecnología es esta deidad, ya se sostuvo de nuestras manos para comenzar a sostenerse a sí misma, primero la domesticamos a nuestro beneficio, pero no sabremos hasta qué medida lo artificial pueda tornar a salvaje nuevamente. Algunos arqueólogos sostienen que catástrofes así pudieron haber ocurrido, pero ignoro que sostengan que éste nuevo nacimiento de un dios sea la razón de desapariciones masivas de civilizaciones a lo largo de la historia y del mito. El Leviatán guarda estos dos aspectos: en la biblia es un monstruo mítico que representaba el alejamiento de Dios (seguir los deseos), mientras que en Hobbes representa al Estado y sus poderes siguiendo un principio primordial, como, por ejemplo, el de la escuadra y el compás. La adoración a la técnica.
La potencia del móvil para difundir la propia opinión es importantísima
si es lógicamente congruente con aquello que le abruma. Pero ya la tecnología
lo adquiere todo, prácticamente no hay nada que se le escape. Estamos aun en
una época feudal, con vasallos, reyes, territorios en disputa, y un hambre
brutal de lo tecnológico por crecer, lo está consiguiendo, y aparentemente, no
hay nada que pueda evitarlo. La aniquilación total podría ser el secreto que nos
dejaron los antiguos para matar a este Leviatán, pero obviamente es una
solución poco plausible. Sería interesante imaginar qué hizo la tecnología en
la antigüedad para que la aniquilación haya sido la solución, dejemos este
trabajo a los novelistas y concentrémonos en los hechos.
Para la posmodernidad la verdad no existe, solo existe el lenguaje con el cual la describimos. "La demasía en palabras mata, pero el espíritu da vida" (Corintios). En términos extremos es el lenguaje el que hoy le da vida a lo que está creciendo y muerte a lo que decrece: nosotros, crea nuevos deseos y es la herramienta para la manifestación de todas las cosas que las masas quieren que se cumplan, pues no hay otra vía hacia el sufrimiento que el lenguaje, y la creencia que podemos manifestar la realidad, lo cual es desear. Lo creímos del budismo, lo creímos en Schopenhauer, hay evidencia suficiente para decir que el transhumanismo es un medio para un traspaso de poder mucho más grande. Actualmente nos podemos sentir lo competentemente ignorantes con respecto al enunciado: Somos la naturaleza mejorándose a sí misma.
Es irónico, lo único que es mas grande que las riquezas, las ciencias y las tecnologías, es el Deseo, y la mayor bajeza. La potencia de lo falso radica en la medida en que la Verdad se oponga a los deseos humanos; el deseo influye, junto al algoritmo lógico de las maquinas, a la ilusión de tener siempre la razón, lo que expande la posverdad a demasiados territorios. Así la vERDAD se impone como forma de dominación y como institución política. Se propone un No al dogmatismo de la verdad, porque la verdad en política ha dejado demasiados estragos, es conveniente la frugalidad de lo falso, o lo que es lo mismo la fugacidad del deseo. Si no hay verdad la tolerancia debe maximizarse, pero lejos de maximizarse una tolerancia positiva, se obtiene una tolerancia negativa, que rechaza la lucha en contra del mal y exalta una aceptación de la conveniencia. El deseo se transforma en una manera de liberarse, porque la razón en política es una forma de dominación, mientras se exalta una verdad única en disciplinas que llevan a la tecnología a niveles cada vez más elevados, pero con otros fines, en los que no está incluida la salvación de ningún pueblo. La verdad es para la tecnología, la vERDAD para nuestros pueblos. En política la verdad se vuelve superstición, y se acusa a los que la practican a niveles inquisidores, tal y como se acusó a los templarios en algún momento, de servir a Baphomet, ese símbolo de carnero dual que representa cierta unión de los contrarios, sarracenos, ocultistas, gnósticos; ya es otro campo de la historia. La democracia se separa de la verdad y se une a la vERDAD.
Las ciencias y las políticas recaen en el pecado de la
redundancia, la política lo hace ontológicamente, esto es, es su razón de ser, mientras la ciencia lo hace escolásticamente, como una forma investigativa para aumentar
un conocimiento eterno a través de las mismas vías. Como las nuevas tecnologías
facilitan lo falso, se llega a intuir inconscientemente que la posverdad (que
no exista una verdad definida), puede llegar a liberar a la humanidad. Entonces
la verdad depende de las proposiciones de lo que percibimos, lo que es una postura
de los analíticos, mientras que la tecnología se vuelve la única forma
capaz de fabricar la Verdad.
Muchos dirán a la vieja usanza de que si eres comunista no
puedes portar un iPhone, que todo esto lo escribo a través de medios digitales, pero
esto no es más que otra forma de hacer ver lo poderosa que se ha vuelto nuestra
incapacidad de ejercer otros medios. Al fin de cuentas San Agustín ya nos defendió: Si
la verdad no fuera transmitida, enunciada, ni usada, no habría Verdad.
La verdad es un proceso desarrollándose día a día, una forma
de imaginarlo sería, según Heráclito, como el cauce de un rio, al parecer
siempre es la misma agua, siempre es el mismo curso, existen muchos factores
que parecieran permanecer constantes, pero en realidad es un continuo cambio de
innumerables variables. Las verdades que no cambian en un plazo de tiempo
relativamente decente, que pueden ser capturadas, estructuradas, se les llaman
ciencias, las que se establecen en lo continuo, como modelos de realidad
sujetas a debate y verificación constante al asumirse de antemano la
hiperrealidad de las cosas.
Estos establecimientos de verdad pueden simbolizarse de
muchas formas en sentidos de creencias que ayuden a cada individuo a involucrarse
en algún aspecto con la lógica que puede alcanzar su posicionamiento, desde estándares
bastante altos en diversas ramas como la misma ciencia que, sin estas miradas
no tendría el rigor que tiene, entendiendo quien la seduce partir desde donde
es fácil despegar a un infinito posiblemente inventado. La verdad es por tanto
inalcanzable, es entonces como diría Schopenhauer sacándolo de Kant, que ya no
se debe mirar hacia el exterior, sino mas bien al interior, pero, y siendo
completamente implacables, todo lo que observamos es el interior manifestándose.
Cada propuesta descansa en un punto de apoyo que evita muchas cosas, no sabemos
qué evita, no podemos llegar a eso. Por tanto, se debería poner los ojos en lo
estrictamente falso, tratando de amenazar con míseros rasguños el mito, las fantasías,
el inconsciente, la ética, etc. Pero aún podemos amenazar nuestros
sentimientos, dado que vienen desde una realidad desconocida y a través de
ellos interpretar una isla de proposiciones que pueden llevarnos a destinos
absolutamente inerrables. Como no hay una verdad estricta, no hay una falsedad
estricta, mas, existen condiciones que permanecen fijas como puntos de apoyo
para descartar el camino de la verdad. Para muchos, el camino de la verdad se
ha transformado en el camino de la satisfacción, otros, han tenido el coraje de
encontrar en la insatisfacción la satisfacción de la verdad. Pero dados todos
estos aspectos que se han propuesto, es plausible cambiar el concepto de verdad
por el de conocimiento. Lo que le sirvió al hombre hace mil años puede que no
le sirva hoy, hay cosas que aún le sirven, si se han logrado transmitir a
través de los años este conocimiento presenta aspectos relevantes de estudio en
el tiempo, y quizás, por tanto, en la vida de los individuos. Puedo descartar
el mito. ¿Qué es lo bueno que puedo sacar de él? ¿Qué razones me hacen
descartar el mito? Puede que la única razón es creer tener un mito mucho mejor
o un mito acorde a mi tiempo, a mi comunidad, a mis instrumentos. ¿Qué hay de
los sentimientos? Las doctrinas han preñado al hombre de mentiras. Tenemos el
don de utilizar todos los recursos de los que disponemos para crear y
establecer nuevos puntos de vista, esto, puede ser visto como una forma
matriarcal de crear las cosas. Matriarcal o patriarcal, ¿se puede ser viril? ¿es
la virilidad una condición netamente masculina? Si pretendemos lo contrario,
podríamos abrir un camino en lugar de cerrarlo, crearíamos cierta
contradicción. Es menester, entonces, no encontrar la verdad, sino el conocimiento
que nos permita vivir en nuestro tiempo, omitiendo la bola de nieve en la que
estamos insertos de condiciones que van en contra de este conocimiento. Así
nace el campo de batalla.
Esta tierra de nadie, es el lugar donde podemos encontrar
una forma de energía. Las energías para que el ser humano se auto supere se
encuentran en crisis, en tanto se mueven en una inmensidad de verdades y
conocimientos que podrían tentarle a escapar de la prisión de su yo. Platón
habló de escapar de la caverna como una forma de ascender hacia el conocimiento
de las Ideas, pero no creo que se refiriera a una despersonificación de la
estructura yoica; aunque esto no esté del todo claro. La desestructuración del
yo es un inmenso campo de guerra que trata de ser dominado desde muchos
francos, uno de ellos es el del mundo inmenso de verdades que disparan a cada
espacio yelmo. El punto es que el sujeto debe volver a la caverna a salvar a
los otros, una vez las ideas hayan hecho lo concreto en su vida como para
mostrar y mostrarse el camino de salida y de llegada. ¿un ascenso y un descenso
a los abismos? Supongo que pocos pueden comprender este camino entendiendo que
está aquí, ahora, en cada carácter, sobre cada silencio, en toda contingencia
que se presente en las innumerables posibilidades de la historia humana. Este
abismo, el conocimiento, se presenta en el ahora, fuera del tiempo, y por lo
tanto, en él, porque le trasciende, ignoramos hasta cuándo o dónde.
La posmodernidad nos plantea un espacio horizontal, una zona
de batalla, la modernidad nos presentó el espacio vertical, ascender o
descender hacia una meta por una razón. Los desiertos, las tierras de nadie, no
tienen razones. Como en un campo de batalla, el deseo sustituye a la razón, se
vuelve lo único relevante, desaparece el otro y solo tiene sentido lo que pasa
ahora. Vivimos como patinando sobre un lago helado, vivimos, sin pausa (Zigmunt
Bauman). La idea de trasparencia es lo que se ve, es lo que es, en la
posmodernidad. ¿Qué es lo que se ve? Olvidamos el alcance de nuestros lentes
porque ahora solamente utilizamos pantallas. En tanto la verdad, el
conocimiento, se siguen escabullendo de nuestro parecer para ser sustituidos
por formas predispuestas de nuestro yo; obligadamente, debemos adaptarnos a
estas formas, asumiendo la libertad que estas formas tienen, razonando según
sus formas, alocarnos según sus formas, conducirnos según sus formas. En este
lugar desértico ya no hay espacios para escalar, no se puede volver, todo es
igual. No hay un mundo de las ideas ni una caverna. Perdimos el horizonte
porque, precisamente, está en todos lados.
La única ley que se cumple, es la que no se escribe...
La tortura ha sido un medio para escarmentar a las masas desde hace milenios, se tiene conocimiento que en Irán ya se usaba la crucifixión como castigo, pasando por los babilonios, asirios, persas, romanos, etc. Toda forma de tortura que sirviera como forma de terror y escarmiento ante un hecho peligroso para el imperio, que generara opinión pública en contra de la rebeldía, y una visión apocalíptica sobre el fin del ser humano como sujeto libre pensante en cualquier ámbito que amenazara al estadio de las cosas, servía como instrumento válido para ser usado. Si se considera el pulso de muerte, en conjunto con el pulso de vida, podemos llegar a estimar que en este terror que se ha impuesto desde antiguo nace también una resistencia al terror; es esta resistencia la que arguye, aunque sea inconcientemente, los propósitos que van en contra del imperio, los gérmenes que pueden hacer caer los grandes poderes del pasado (sí, en presente); por el mal manejo o desde la completa ignorancia de esta resistencia, ha surgido la negación de la negación en los rincones de la tierra en los que se sigue formando una especie de corriente autónoma, tendiente a la libertad. El proceso de nuestra historia ha sido consecuencia de resistir, una consecuencia de la mente consciente e inconsciente, la manera en que el ser humano, desde el terror absoluto impuesto por el control, llegara y seguirá llegando a un deseo de libertad irrefrenable.
Esta tradición, actualmente se ha transformado en un proceso casi oculto, empero, aún así existe una especie de romanticismo elocuente, popular, folclórico, con respecto al delincuente, que es digno de analizar.
La búsqueda de la maquinaria ejecutora es amenazar desde la bondad, esto es, se amenaza al “buen ciudadano” con un miedo continuo a los hechos delictivos que ocurren de facto, pero que se hacen columna vital en la prioridad de información que se debe tener, como espectáculo, de miles de medios de información, dado que es el espectáculo, el término integral que ha cruzado por siglos, los conceptos dominantes desde una barbarie imperial y/o primitiva, hasta esta nueva barbarie civilizada, que llega a través de cientos de vehículos de información mucho más efectivos que el boca a boca de la edad media, aunque la edad media tenga otras intrigantes tan misteriosas como apasionantes. El espectador sigue participando con el morbo de la observación, con en el terror que esta cercanía le produce desde un ángulo completamente consumible, digestivo; por tanto, el terror en lugar de disminuir, se aísla, se vuelve manejable, maleable, hasta acercarse a lo placentero, pero el fin apocalíptico permanece amenazante. El ciudadano ya sabe lo que lo mete en problemas, ya sabe las causas; debe conocerlas, en último término, intuirlas, al fin y al cabo, ese es el objetivo.
Como el mercado es abstraído, también es abstraído el sistema judicial penal, ambos pertenecen al poder del espectáculo desde tiempos inmemoriales, han sabido mezclarse para perpetuar los finos mecanismos que, de historia en historia, de hegemonía en hegemonía, sobrevivieron hasta nuestros días, mutando, indefinibles. Como la subcultura de antaño, la cultura de hoy y la subcultura de hoy, se mantienen tan multifacéticas que es prácticamente imposible identificar cómo se vinculan las verdades manifiestas de la justicia (debería haberlas), con los hechos evidentes de la tortura penal de mercado. No sabemos en qué posición está el ajusticiado por las leyes ordinarias en sentido epistemológico, por lo tanto, no sabemos en qué posición se encuentra su rebeldía, ni aquel rebelde utópico, tan parecido al necesario superyó en la sociedad. Cuando se imponen las reglas, de tal manera que no exista un automatismo voluntario en el individuo, terminará por confundir su yo con todo lo que se le imponga. Si no conocemos al rebelde, si se nos vende la idea de rebeldía, la verdad misma está en jaque, y con ello la justicia. Quién ejecuta la justicia no puede renunciar a su responsabilidad.
La delincuencia como letra musical es un
negocio, Reggaeton, Hip Hop, Salsa, se han utilizado para vender esa idea, claramente, puede vender otras. Así como es un negocio la constante amenaza de inseguridad a través de
los medios oficiales. La población se encuentra en algún punto en el medio de estos dos extremos.
Se asume en pleno siglo XXI que existe la fatalidad ante la
violación de las leyes, en lugar de mostrar, a través de ellas, en qué momento
se comete justicia, en qué momento se comete injusticia; educar
verdaderamente; pero esto no importa, porque nunca ha sido el espíritu de la ley; pensar otra cosa es un acto inocente. Lo que se busca es, más bien, crear un relato que testifique la mayor cantidad de
escenarios sobre los cuales nos presentamos y se presentan, ellos, los fatales,
en alguna otra dimensión, sufriendo una justicia, la que sea. No se trata que no
existan individuos que crean, con buenos fundamentos, que la vida es injusta,
es más, que no exista la justicia real; se trata que el sistema que nos rige es problemático
porque nos impone una justicia chamánica, arcaica, con intocables, con
comunidad Dalit; que viven con la amenaza permanente de la violencia en sus
vidas, tanto criminal como judicial; con la carga de no ser educados, tanto por
el mundo criminal como por el mundo judicial; con condiciones de vida parecidas al
esclavismo, impuestas desde su gobierno como desde las mafias. Usé a los Dalit
de ejemplo, porque su posición en este tablero es universal desde los extremadamente terribles hechos que tienen que vivir. Son minoría, no
tienen voz, son desplazados, son débiles, no pueden ejercer la política y, ni siquiera, elegir no ser usados por ella.
En el 2022, un joven Dalit en Rajasthan fue golpeado hasta
la muerte por beber agua de un recipiente destinado a castas superiores. En
2016, cuatro hombres Dalits en Gujarat fueron azotados públicamente por “matar”
una vaca. En 2021, una niña de 9 años fue violada y asesinada, generando
protestas nacionales. El 2020, una joven fue violada, torturada y asesinada por
hombres de castas superiores; su cuerpo fue incinerado por la policía sin un consentimiento familiar.
Segregación de espacios públicos, humillaciones rituales, boicot económico, negligencia policial, manipulación de leyes, intimidación judicial, acceso limitado a la educación y al empleo, despojo de tierras, crímenes de odio, trabajos forzados, esclavitud; los lugares donde viven son llenados de basura por sus propios vecinos. Son sistemas de acoso que no viven solamente los Dalits, que pueden extrapolarse a cientos de miles de casos en países en vías de desarrollo con millones de familias que viven en la desdicha. Paises en donde la muerte penal a comenzado a ser prohibida para demostrar, simbólicamente, que no se puede escapar de la justicia de ninguna forma; una obligación penal es una deuda, se rige como cualquier ley del mercado. Evidentemente muchos considerarán que el derecho a la vida (y a la muerte), es uno de los derechos más fundamentales de los seres humanos, no discrepo con ello; empero, hubiese esperado que la abolición de la pena de muerte tuviera éstas razones, sin camuflajes, humanamente.
Es el alma la que se
juzga, de ella nace lo réprobo y lo útil, la rebelión y la locura, el control y
las palabras. Qué nazca la palabra. Cuando es el alma la culpable, no hay otros culpables, mientras
la justicia se pierde en el enmarañado inimaginable de la sociedad, la ley
puede hablar en ausencia del acusado, inteligentemente, dado que la ausencia
según Hegel, torna a algo, la ausencia nunca es nada, siempre es ausencia de
algo, quién sabrá dado que es la ley la que habla, quién habla. No alcanza, según la lógica utilitaria, con que los malos
sean castigados justamente, de ser posible, que se juzguen y se condenen ellos
mismos, por ello es conveniente la segregación; el impedimento y la imposición, no es otra cosa que culpar a todos sin lugar para romanticismos.
Una obra de teatro en el que el personaje principal es el pueblo, cuya
presencia real e inmediata es un requisito para su realización.
Jesús dijo una verdad al sufrir la tortura de la cruz en su momento aterrador, con el tiempo esta verdad mutó. Es necesario entonces para el poder, que se olviden las verdades de los procesos punitivos, que se interponga injusticia tras injusticia, para que ninguna verdad aterradora mute a otra rebelde; pero, si cambia, ¡que sea aterradora!
Entendemos por punitivo al aparato legal e ilegal que interactúa precíprocamente para acosar a la ciudadanía. La labor de la filosofía es mutar las verdades, revelarse estéticamente. Deconstruir. Diría Jacques Derrida muy acertadamente, que no se debe destruir por destruir, más bien investigar cómo los procesos y las palabras fueron construidas. El término deconstrucción no viene de Derrida únicamente, nace de pensadores como Jean-Luc Nancy, Paul de Man, Hélène Cixous, Gayatri Spivak y Judith Butler; el cual busca la desestabilización de nuestras categorías. Pero, ¿No es el mismo abismo de deconstruir una acusación manifiesta a las leyes de nuestro tiempo? La critica a la metafísica de la presencia, debería tornarse e invertirse pulsativamente a la crítica de la metafísica de la ausencia, porque es así como se maneja el poder de las armas. Esta visión aparentemente equitativa y acertada, no puede coincidir con la forma en que se estructura el aparato legal, entendiéndolo mínimamente, como un lujo que no estamos dispuestos a asumir, y menos quienes nos gobiernan. Lo dijeron los estoicos, ser como promontorio contra el que sin cesar se estrellan las olas, las olas continúan, este mar inunda nuestra tierra.
Como dijo Michael Foucault: "El hecho de que la falta y el castigo se comuniquen entre sí y se unan en la forma de la atrocidad no era la consecuencia de una ley del talión oscuramente admitida. Era el efecto, en los ritos punitivos, de determinada mecánica del poder: de un poder que no sólo no disimula que se ejerce directamente sobre los cuerpos, sino que se exalta y se refuerza con sus manifestaciones físicas; de un poder que se afirma como poder armado, y cuyas funciones de orden, en todo caso, no están enteramente separadas de las funciones de guerra; de un poder que se vale de las reglas y las obligaciones como de vínculos personales cuya ruptura constituye una ofensa y pide una venganza; de un poder para el cual la desobediencia es un acto de hostilidad, un comienzo de sublevación que no se funda en un principio muy diferente al de la guerra civil; de un poder que no tiene que demostrar por qué aplica sus leyes, sino quiénes son sus enemigos y qué desencadenamiento de fuerza los amenaza; de un poder que, a falta de una vigilancia ininterrumpida, busca la renovación de su efecto en la resonancia de sus manifestaciones singulares; de un poder que cobra nuevo vigor al hacer que se manifieste ritualmente su realidad de sobre poder".
…Por tanto, la voluntad humana es, por decirlo así, una bestia
entre dos amos. Si Dios está por encima de ella, quiere y va donde Dios manda,
como dice el salmo: “Ante ti yo era una bestia y, sin embargo, estoy continuamente
contigo”. Si es el diablo quien está por encima de la voluntad, ésta quiere y
va por donde Satán quiere. Ni está en poder de su propia voluntad el elegir
para qué jinete correrá ni a quién buscará, sino los jinetes mismos disputan
quién a de obtenerlo y retenerlo.
Erasmo de Rotterdam
El individuo debe encontrar en aquello que le abruma el bálsamo
de su salvación. La psicología del verdugo y de la victima se encuentran
enlazadas entre sí. El abismo en el que se encuentra la humanidad representa, en
última instancia, la vía para su salvación; puede que estemos fabricando
dentro de muchos infiernos, el camino hacia el paraíso, el único camino posible,
el único camino que la historia ha presentado como forma de renacimiento: la
aniquilación total de una idea, el extermino total de una tecnología, el
afrontamiento pleno con todos los monstruos naturales que tenga este planeta y
la realidad misma, razonando que estás dos cosas no son lo mismo. El inconsciente es parte de esta realidad, que puede
demonizar o endulzar todos los sabores, todas las visiones, si dentro de algún marco
puede hacerse, si es posible, se adjetiva, si es posible se significa. El paraíso nunca fue perfecto, no todos estaban bien con
la existencia de un paraíso, Dios por ejemplo, seguía tan incólume como
siempre, mientras el hombre ni siquiera sabía si estaba bien o estaba mal, como
si de algún tipo de niñez se tratase. Es menester preocuparse también por
quienes van a sufrir por estos paraísos artificiales, e incluso, por estos
paraísos naturales, no sabemos cuáles se manifestarán, pero lo harán. No sobremos decir, a ciencia cierta, si las individualidades
crearan "qué sucesos", o las colectividades "cuáles otros". El camino de la humanidad
a su tan anhelada felicidad se aproxima, es tan claro como aterrador.
Nos encontramos frente a un discurso dual de las masas. Jamás dijimos que nos importara menos lo que el otro diga, haga y ejerza sobre su vida, pero jamás nos importó tanto como ahora. Este fenómeno se plantea en la propuesta antepasada de que el individuo debía ser libre para ejercer el comercio, por lo tanto, tener toda la responsabilidad sobre su persona y sobre la forma de conducir su vida. El hombre está condenado a ser libre (Sartre), pero, aunque esta condena sea efectiva, no existe una responsabilidad condenativa sobre el poder que el individuo pueda llegar a tener; pero, tampoco, extrañamente, sobre lo mucho que pueda llegar a caer. Todas estas variables importan en el desarrollo inconsciente de esta propuesta, el desarrollo lateral para que esta propuesta sea narrable ontológicamente, lo relevante no se reconoce, no hay hechos, sólo efectos reservados para las voces acalladas que puedan notarlo.
No es necesario tener poder y tener fama en la arqueología astral del poder, de
hecho, la fama va en contra del poder por antonomasia. Aunque se crea lo
contrario popularmente, cualquier tipo de fama, es una forma de debilidad, reconociendo efectivamente que también hay debilidades
que nos hacen más fuertes, como lo propone, extrapolando, la misma teoría de la evolución de
las especies de Charles Darwin al insinuar que se puede sobrevivir desde la debilidad, pero no estar en la cima de la "pirámide alimenticia" por el mero hecho de sobrevivir. El punto de inflexión para el débil se
crea en el momento en el que se prioriza el poder ante la libertad, lo cual es
una evidencia de falta de poder, valga la redundancia, dado que el poder, como la libertad, se
ejercen; mientras que la fama se padece, para bien o para mal. Quién tiene poder
puede ser libre, y esta es la razón por la cuál se brinda tanta atención a las
redes de poder sin afirmar ningún interés. Tampoco se reconoce poner atención a los que caen, sin embargo, son usados de ejemplo para vergüenza, humillación para
ellos mismos y para la sociedad que eventualmente siga sus pasos. No sólo esto, se dice, que las grandes fortunas se amasaron con la mano de obra de millones y millones de trabajadores que
vendieron su fuerza de trabajo para que otros se enriquezcan. Pero también hay
imperios que se han formado gracias a los que caen... es evidente, por esto, que se les
ponga una cámara encima sin decir tener ningún interés.
Son estas las formas en que las dudas irracionales surgen, a través de lo continuamente planificado. La filosofía de hoy sigue rompiendo con esta irracionalidad, pero no se deben olvidar los abismos de la razón. Para darnos mayores libertades positivas se deben alcanzar todas las visiones, la mayor visión es la que va en contra de la luz misma; dejamos demasiadas cosas atrás como para ser olvidadas o dadas por sentado. La irracionalidad representa nuestra libertad negativa de una manera mucho más evidente de como lo harían cualquiera de las muchas filosofías que puedan alejarse de la historia y de los hechos. Mientras que no hay voluntad si hablamos de desarrollo humano, de humanidad, de curso, de futuro de nuestra especie. Existe un devenir tan inocente como malévolo en sus formas más básicas, dado que alcanzamos niveles altos de desarrollo en contraposición al poder que tenemos sobre ellos. Puestos estos eventos, los que Soren Kierkegaard no erraría en proponer como irracionales, admitiendo a la vez que la irracionalidad podría ser la mayor de las disciplinas, porque es el estudio de la fe; lo único que desde el principio de los tiempos nos ha brindado un alivio, una elocuencia, un punto de apoyo, un corpus, una disciplina, una humanidad, desde donde partir, desde donde pensar; comenzamos a ver lo que dejamos atrás. Supongo que es un camino de valientes, la fe no siempre se tiene, de hecho solamente se debe tener en aquellos puntos en que, de tanto y tanto pensar, nuestras piernas tiemblen para otorgarle otra visión a la humanidad. Quizás, y en ultimo termino, mi propuesta de infierno no sea otra cosa que algún tipo de paraíso para alguien y/o para nosotros.
Estamos a punto de cumplir un siglo en el que, como
civilización occidental, le tememos a la libertad, al contrario de nuestros
padres que dieron su vida por ella, hoy, estamos ansiosos por venderla. No hay un
solo comprador, existe una oferta de compradores, cosa curiosa: son ahora los
compradores los que se ofrecen… y precisamente, por esto, es valiosa la venta de
nuestra libertad llegado el momento en que nos involucramos en la oferta de
compradores de otras libertades, en reglada sincronía de clase. Lamentablemente
para algunos, siempre existirán personas que no podrán vender su libertad por
imposibilidad, otros, por el contrario, resistirán al correcto, mediado,
pausado, fino hecho de no vender su libertad individual. Los compradores son
fascistas, pero también antifascistas, desde aquí, el derecho a estudiar las
posibilidades es inmensa, tendiente al infinito.
Para Freud las personas son esencialmente seres antisociales,
es la sociedad la que debe domesticarlos, es la sociedad la que debe acusarlos después, de ser peores que los animales. El hecho es que mucha de nuestra cultura
se está aboliendo, la cultura que servía para sublimar los instintos biológicos
de los seres humanos y civilizarlos, se aleja de la enseñanza de los infantes,
lo que provoca serios problemas de adaptación al cambio y de tolerancia a los
procesos educativos que buscan que los individuos lleguen, como meta máxima, a competir
en sus trabajos. Es por tanto imperativo captar que las inclinaciones humanas a
lo bello, así como también a lo feo, no forman parte de la biología humana,
sino que son el resultado del proceso social que crea a los sujetos. Esto causa
un efecto en cadena y un proceso dialectico de afirmación, negación y de
negación de la negación; la historia crea a los individuos, pero es que también
el individuo crea la historia. El gran problema de esta propuesta es la pluralidad
en la primera fase y la singularidad en la segunda fase, lo que termina por
provocar un acomodamiento de una cantidad indeterminada de individuos a una muy
poca capacidad para gestionarla. Lo milagroso es admitir que esta forma
esclavizante de procesamiento social, termina creando cultura, sea a quien sea
que moleste. Mientras que lo aterrador es que pareciera percibirse que los
mecanismos de poder intentan descubrir cuáles son los límites de esta
adaptación.
Quién desee ser libre estará profundamente solo. La
religión, la política, los nacionalismos, no son otra cosa que forma de evitar
que los sujetos se sometan al peor de sus temores: el aislamiento. El ciudadano
apolitico no es que no tenga opinión, sentido de los justo, o puntos de vista
bien definidos y fundamentados de los hechos, es que los partidos que conoce le
desconocen, traicionando su visión ciudadana se enfocan en su visión política,
y se acartonan; el sujeto apolitico evita este acartonamiento, se une con su
ciudad, así como lo hicieron los partisanos en Italia, o los rusos en Stalingrado,
representando el peor de los infiernos para sus enemigos, porque se transformaron en las
cosas mismas, dejaron de ser personas-ciudadanos-políticos, y se transformaron
en calles, edificios y alcantarillas. El individuo apolitico es el enemigo de
la máquina, imposible de identificar detrás de cualquier estampa.
La reforma fue uno de los procesos de individuación más
importantes que hayan existido en nuestra historia, como forma social de
proponer un nuevo punto de vista religioso, social y político en el mundo entero.
La sensación de soledad e impotencia llevó luego al nacimiento del calvinismo,
el cuál propugnaba en pocas palabras, que todo estaba dicho, sublimando así, en
dios, el profundo sentimiento de aislamiento que la reforma trajo consigo. Mas
jamás en la historia de las sociedades ha bastado la fe. El calvinismo y el protestantismo
fueron entonces los responsables del ascenso del Capitalismo, cuando el
creyente necesitó demostrar en sociedad de una u otra forma, que llevaba una
vida virtuosa, acumulativa de bienes categóricos, llenos de idealismo; para que
sus hijos al tener su destino heredado, se limpiaran de responsabilidades,
destruyendo lo que no veían, colonizando a los, desde ya, condenados al purgatorio.
La libertad instantánea necesitó de la dominación del destino divino
inmediatamente. “La libertad para”, se volvió un concepto aterrador, naciendo
así el concepto burgués de la “libertad de”. Nuestra forma segura de mantener
el destino de ser los únicos animales que trascienden sus limites, es mantenernos
en venta, el mercado era trascendencia y teníamos a dios, mientras que hoy es inmanencia por ateísmo.
Cuando perdemos el paraíso es imposible volver a él, aunque
todo camino de vuelta comience en el infierno; el infierno de la libertad puede
traer este paraíso perdido, puede que quizás, encuentre otros; la historia a demostrado
que no es posible. Primero fue Adán quien fue expulsado del paraíso terrenal,
luego fue Caín quien fue expulsado del paraíso de su familia, los judíos fueron
expulsados del paraíso de su esclavitud en Egipto. Cualquier forma de
dominación puede que tenga que enfrentarse con una cualidad extraña, profundamente
humana, de encontrar la liberación cualesquiera sean las circunstancias, con la
muerte como último camino. Es por ello, que dijo Camus, que es el suicidio la
afirmación de la vida misma.
Es interesante notar que Lutero escribió en contra de la
usura y los monopolios de su tiempo, siendo que fue él mismo el que sugirió un
mayor individualismo, pero es aún más polémico enfatizar que la Iglesia Católica
también era un monopolio y un estado al mismo tiempo, ejercía el control desde
todas las aristas humanas materiales e inmateriales, privilegiando a su “Politburó”
desde el poder que por sí misma mantenía. A veces es bueno separar un poco las
aguas para luego volverlas a mezclar. Por esto el Concilio de Trento fue una parte
importantísima para muchos desposeídos que vieron en el protestantismo un
abismo irreconciliable para sus vidas condenadas desde el nacimiento a la miseria.
La sublimación de los individuos se refugio entonces en el arte, y propuestas
tan importantísimas como el barroco nacieron para proponer una forma de conciliar el
salvajismo humano con el énfasis civilizatorio. Aunque fue en la educación en
donde la contrarreforma encontró su caballo de batalla en contra de este nuevo
liberalismo que amenazaba la unidad de la iglesia (Partido).
Los judíos siempre fueron perseguidos en Europa, pero recibieron
con cierta simpatía las ideas de la reforma protestante, aunque luego Martin
Lutero tomara posturas antisemitas. Es el hecho que el individualismo no admite
una competencia igualitaria la negación de la negación a la propuesta de
Lutero, pero dentro de su mente, con mucha posibilidad, se manifestaban preponderancias
tendientes a la religión, por ello fue relevante desde el hecho de no admitir al mesías hasta las
diferencias irreconciliables que existían en el proceso de conversión. Esto no
significa que los judíos no supieran aprovechar las instancias de estas
movilidades históricas y edificar alternativas económicas plausibles con estas nuevas
creencias. La mano invisible de dios comenzó a funcionar, el aparato de la fe
se bancalizó desde un extremo movible, fe por todos lados, hacia todos los
rincones.
Para poder ser pleno como ciudadano apolítico, primero se
debe asumir que no es posible ignorar una posición desde donde se pueda ser
absolutamente neutral, entendiendo que primero se está inmerso en una sociedad
catalogante desde prismas que se han vuelto infinitos. Eres hombre, eres mujer,
latino, trabajadora, madre, padre; pertenecemos a la política, con ciertas
libertades si somos valientes, pero pertenecemos a nuestro catálogo. Eres mal
padre, trabajas mediocremente, no terminaste tus estudios, eres el mejor en tu
empresa, no importan las causas, solamente nos enfocaremos, como sociedad, en
los efectos. Esto termina por mover ciertos escenarios que los tableros de las
eventualidades sociales manejan por inercia, dado que el bien se ha
transformado en una inercia, mientras que el mal en potencia que ramifica sus raíces
en la completa destrucción de lo que toca por su extremadamente abundante
fertilidad.
La eventualidad social es el movimiento que se descubre en
el tablero de los hechos de acuerdo a estas características: el mal encuentra
su camino por la mínima acción, mientras que el bien identificado es copiado
industrialmente para que pierda su artesanado, la producción del bien torna en
alienación y nunca se sabe en qué momento se está ejerciendo. Si eres abogado
es muy probable que se busque con más ahínco a quién te asesina. Si eres una
jovencita puede que tengas mas oportunidades laborales para cargos mejor
pagados, con cierto acoso locuaz, ligero, sobre todo en sociedades modernas, que
se escabullen por el buen gusto y los momentos del tiempo. Si no tienes
estudios es mas probable que convivas con la violencia, con la amenaza, y con
sustancias que estén diseñadas para hacer ricos a otros; que se usufructúe de
tus imposibilidades. La eventualidad social se aprovecha de cada uno de los
errores individuales, para ofrecer soluciones generales, politizadas,
vinculadas con el ejercicio del mal, e integrar movimientos complejos y subconscientes
de la ciudad, del estado, de las instituciones. Es una concepción paranoide de
la realidad, claro está, en el sentido en el que se piensa que las cosas y los
hechos se ordenan en el exterior para influir en nuestras vidas. Entendiendo
que, las enfermedades mentales, son también, enfoques ricos en reproducciones de
la realidad. La locura es política y debe ser usada en consecuencia.
El hombre de nuestro tiempo debe ser fuerte, la mujer de
nuestro tiempo debe ser fuerte, todo dependiendo de su posición social. Y es
así como también debe ser débil. Éstas no son formas optativas, son condiciones
para vivir en un recuadro especifico de esta sociedad, condiciones para vivir
en su oscuridad, en las penumbras, que va renovando continuamente como producciones
cinematográficas, artísticamente, alternando sus manipulaciones en el recuadro
25. Ergo, ¿Cuál es el grito de libertad de nuestro tiempo? Deberíamos atender la
dialéctica de la libertad absoluta y del terror absoluto de Hegel para
considerar esta pregunta, deberíamos dejar de preocuparnos tanto por nosotros
mismos, y vivir la vida rebeldemente, es decir, revolucionariamente, es decir,
violentamente. Agresivamente en contra del mal que debería tener alguna llave
de identificación. Es asombroso cómo la violencia a asumido nuevas definiciones
para nuevas debilidades, para nuevas oportunidades mercantiles. O, deberíamos
vivir, como dice Maquiavelo, tratando de manipular cuando se pueda lo
manipulable, todo para nuestro propio beneficio y olvidarnos del posible
desplazamiento de nuestro ser en la rueda de la fortuna. Quizás, deberíamos ser
historiadores comprometidos socialmente, que estudian una minoría asumiendo y
divulgando los riesgos y las injusticias que sufren por ética profesional. Puede
que esto no sea una forma realmente científica de ver la historia, pero quién
querría ciencia ante el sufrimiento, quién quiere ratas frente a lo que está
claro que no queremos que ocurra.
Todo esto es de perogrullo dada la saturación en la que
estamos inmersos. Hay un quiste, un pus, por exceso, que intenta sanarse en un
sistema que se adapta a lo que creemos un cuerpo, pero no llega, dado que no
sigue las leyes genéticas que cuidan el cuerpo. Puede que la salud sea un
concepto meramente biológico que demuestre lo infinitamente alejado que están nuestras
posibilidades sociales, democráticas económicas y políticas, de una simple acción
curativa. Solo queda simular como individuos que lo que atendemos es importante
y lo que nos pasa importa, pero esto no es así; desde el punto de vista del
ciudadano apolitico, es una necedad. Pero, si todo en política es una simulación,
¿No conviene ser parte del juego? ¿Hasta qué punto? El mundo se acelera.
Hace cientos de años que se había planteado el problema del
movimiento mas optimo. Esto es, según el sabio griego Heron de Alejandria, la
forma en que la luz se propaga. Pierre de Fermat demostró la ley de Snell, luego
Isaac Newton descubrió el mismo movimiento extraño al cambiar la luz de medio,
para luego descubrir que no es que buscara necesariamente el camino más corto,
sino el camino en donde se llegaba antes, la mayor velocidad. Con esto comenzó
el concepto de mínima acción, una cualidad fundacional que sugería que las partículas
buscaban en su trayectoria el camino en donde la acción sea la menor posible
(Joseph-Louis Lagrange). El mal.
La importancia de hacer cosas nuevas es relevante para
escapar de la industria, el problema es que la innovación comenzó a ser parte
del producto. ¿Cómo reconocemos los nuevo? Cómo podemos decir: he aquí esto es
nuevo (Eclesiastés). Ni la ética se puede dar. Es imposible notar lo bueno o lo
malo en la memoria; mientras que si se puede también se destruyen las
particularidades por saturación. Es tan imposible diferenciar lo justo e injusto,
lo bueno o malo, como calcular la posición de una partícula. Pero se pueden encontrar
nuevas combinaciones en las que las injusticias se logren definir. La labor
intelectual de muchos grupos profesionales que quieren ejercer su profesión de
una forma ética, es denunciar la injusticia y las combinaciones en las que se
va dando la maldad en contra del débil, del que no tiene voz, del minusválido,
de la minoría, del pobre, del ignorante. Como ya se mencionó, no se pueden identificar
las bondades de ningún sector. ¿Responden estas ganas de salvar al mundo a un
deseo sexual? Son, por tanto, comercializables.
Se debe detener la corriente de la maldad deteniendo el
tiempo que es un bien capitalista. El tiempo, según Immanuel Kant, es una
intuición a priori, una condición de que nuestra mente exista. Debemos manejar
nuestra propia condición, identificarla, sellarla en el sentido, inventar el acto
de juntar diferentes representaciones y captar lo múltiple en ellas en una sola
cognición. Crear una síntesis es la lenta labor filosófica de nuestra era. Identificar
las causas para equilibrarlas con los efectos. El problema es que ya no se
pueden identificar las causas, alejadas del mismo creador y de los intérpretes,
el humano se transforma en fantasma, como en Comala. Nos queda esperar la
guerra Cristera.
Pero el mal está en todas partes, el mal es infinito, por lo
que no sabemos nombrarlo. Nombrar el mal es un privilegio absolutamente político,
nombrar al mal es una tarea empresarial, nombrar al mal es un bien económico,
nombrar al mal es un dogma religioso. Paraísos artificiales del consenso nos
esperan, en donde nuevamente se demostrará lo ínfimo que es el ciudadano, lleno
de historias pasadas, muerto, sin tiempo, hambriento.
Eros disparaba sus flechas para inflamar los corazones de
los dioses y de los mortales porque el dolor da cuenta de los elementos de
nuestro cuerpo, da ciencia de la existencia de nuestra materia, una ciencia que
se desvela eróticamente, a través del deseo que si bien, bajo una lógica
capitalista, es carencia, desde una lógica inorgánica (Deleuze), es potencia; como si la saeta que hiere termine por avivar los últimos instantes eternos de
cada muerte. Todo se mitifica para poder estratificar los hechos, de lo
contrario carecemos de organismo y la civilización se pierde. Mas ésta puede
ser nómade. El problema radica en que no puede ser nómade en su totalidad, es
Eros un elemento mismo de la mitología, la flecha, el amor, incluso, el mismo
corazón, pero todos existen en los planos en los que les tenemos identificados,
variarlos conlleva a la esquizofrenia, la cual es básicamente desorganización.
No se conocen con certeza los lugares habitados de la
mitología, porque en realidad habitamos lo que queremos, y de vez en cuando
aparece un Borges preguntándose qué realmente debía sentir el Minotauro. Afirmar
o no que existen los hechos mitológicos (como el amor), sería una necedad, o
peor aún, una enfermedad que terminaría con delirios persecutorios.
Definir exactamente un concepto filosófico o interpretar una mitología como
canon es la enfermedad misma, un cáncer que debiese existir y que existe, pero
que debe ser aislado para tratarlo como tal y no como aquello que constituya los
acontecimientos de antemano. Identificar el miedo es identificar también una
forma de ignorancia, no hay un solo camino en esto.
Extrema se tangunt. ¿Lo que se tiene, se tiene realmente?
¿Qué se tiene cuando se tiene? El ser permanece coordinadamente en una
aglomeración de tiempos que gobiernan todo desde el absoluto caos, desde la
nada, eso es el Ser, pero a la vez lo único que es. Este caos es tan extremo
que no podría ser humanamente inteligible si no le llamáramos de la forma en que
le llamamos o si no pretendiéramos encerrarle en algo que sí se pueda entender,
pero en el fondo es una carencia. La potencia nunca puede ser otra cosa que su
misma carencia, ya que cuando se organiza pierde esta cualidad, se hace estable
y deja de peligrar al borde de la explosión. El hijo de la diosa del Amor y del
dios de la Guerra se comprometía a ofrecer algo de lo que él mismo carecía:
heridas. Quien es herido es penetrado y comienza a amar desde una posición
femenina (Freud), sólo se puede amar desde una posición femenina, amar
feminiza. Pero no es que cupido sea el símbolo de la virilidad ni mucho menos, quizás
hasta muchas veces su sexualidad se ha puesto en duda, porque no es desde su
posición de disparador desde donde se sexualiza, sino desde la posición de flechado.
Los dioses griegos podían enamorarse con amor erótico bajo esta cualidad de ser
vulnerables.
En estos estándares no somos más que maquinas que sufren
fallas con distintos puntos de fuga. Pero no una maquina objetiva y manejable
que se puede relatar o dibujar o comprender cabalmente. Somos un conglomerado
de direcciones maquínicas que se mueven a través de disfuncionalidades que
terminan por funcionar a través del combustible de nuestros deseos. Lo
antinatural es comprender los deseos naturalmente, lo que termina por alejarnos
de la creación obvia que viene de todo esto: crearnos a nosotros mismos. Definir
al hombre, definir a la Mujer, ser los que terminan diciendo la ultima palabra
con respecto a lo que estas palabras significan, desde el mayor desafío para los humanos desde
el comienzo del pensamiento: la Ética.
El primer acto de amor debe ser necesariamente el precursor
de un efecto dominó. La creación del mundo no ocurrió al principio de los
tiempos, ocurre todos los días (Marcel Proust), el amor es un hecho pragmático,
como creador eterno es completamente desterritorializado. No hay una
contestación fija desde un tipo de sexualidad a lo que es el amor ni el
erotismo, por ello Eros bien puede haber sido un ser con una dudosa orientación
sexual, mas no por ello incapaz de amar; la gran pregunta y tragedia es
elucubrar cuál sería su imaginaria herida. Cuál es la herida de los desplazados
de nuestra generación, de las anteriores, de las venideras. Cuál es la herida
de las minorías. Qué las provoca. Denunciar un único caso década tras década creo
que no resolverá nada. Los dardos son tantos y tan variados que merecen
mitificarse, significarse para comprendernos. Esa es la importancia de la
ciencia nómade.
La vida, los hechos metafísicos, son indemostrables porque
están vivos, por tanto, en continua construcción y destrucción. Cuando demostramos,
ya murió, cuando sentimos y late, está vivo en las verdades de las cosas, de
los hechos inconscientes. No podemos escapar al hecho en sí, al presente en sí
que demanda continuamente de nuestra atención, de nuestra concentración. Nuestra
mirada es tan valiosa porque a pesar que, minúsculamente, veamos carencias
frente a un ordenador, terminamos con ello de potenciar un sistema que se
construye día a día con nuestra atención. Es esta orientación guiada la manera
en que se maneja la estadística de nuestro movimiento, pero una estadística con
territorio, con órganos que le terminan por restar potencia, al sistema capitalista o al planeta. ¿Cuál de estos órganos
mutará a cáncer?
Hoy la ciencia de las cicatrices ya no acompaña al cuerpo. Las
técnicas de análisis corporal tienden a brindar una mayor geografía del daño
causado, por ello el cuerpo es un elemento investido en las relaciones de
poder, y puede ser rehabilitado y llevado a un estatus mayormente aceptado en
la moralidad comunitaria, dado que el lenguaje tiene criterios polarizables.
Pero los resultados del análisis del alma y de la psique
humana en cuanto al trauma, son vistos como algo degradante, denigrante, y aún
más incapacitantes que las lesiones corporales. Es por ello, como diría
Foucault, que se ataca más al alma que al cuerpo en la era moderna. Su ataque
incapacita al penitente de su defensa geográfica y metódica (ya que nunca
estará moralmente capacitado); mientras absuelve al juez del acto de castigar,
de la culpabilidad de asumir una labor para la cual nunca es digno.
Las figuras literarias existen para garantizar una adecuada
comprensión de algún tipo de representación humana en la repercusión de cierto
pensamiento. Quién escribe ignora en parte las consecuencias de lo que narra en
todas las posibles verdades que sus palabras pudieran generar. No sabemos si la
realidad es infinita, pero sabemos que tiende a ello. Es pues desde este punto
de vista que nacen posibles formas de escribir, sobre todo, e incluida la
filosofía, por lo que a veces es recomendable que existan completos
autodidactas en diversas disciplinas que pidan rescatar la realidad de las
cosas, para que no se universalicen formas de escribir y de plantear problemas,
y así nazcan ramificaciones que bien pueden o no repetir lo ya dicho, o
encontrar razones para no hacerlo. El oxímoron, por ejemplo, ha sido una de las
formas más bellas que he visto para contar a dios, con sus defectos, que en
realidad son los nuestros, y sus virtudes. Lo curioso aquí es que es poco
plausible etiquetarnos las virtudes, porque representan algo ajeno a nosotros,
como si todo en nuestro interior respondiera a nuestro ego y a un modo
completamente erróneo de hacer las cosas. Defectos nuestros, virtudes, ajenas.
Planteemos ambos escenarios.
Si todo el bien naciera de mí, mis pasiones y mis deseos
responderían a las razones del príncipe, que guiarán mis actos de tal manera
que yo pueda satisfacer mis deseos, procurándome el menor de los daños posibles,
para mí, sin importar los otros. Existe un plano que no manejo, el plano en el
que se formó mi inconsciente, pero desde ahí procuro el mayor de mis placeres y
de mis conveniencias, de la manera más lógica posible en el ámbito utilitario.
Todas las disciplinas me interesarían de pasada, y la mayor de mis pasiones
dependería de la forma, arbitraria, pero controlada por el ego, en que se forjó
mi psiquis. ¿Qué placeres me dominaran? Dado que hablamos de dominio en ambos
sentidos, el dominio del bien interpretado como fluyente de mí, en este caso un
dominio en el que mi interés me brinde la seguridad ante la vastedad de la
libertad de todos los medios de lo que me es licito. El resto no representa
para mí más que una forma para una meta que al parecer jamás acaba, tan
hambrienta como cada nuevo día y tan sedienta como cada nueva sed. Como no hay
un fin más que yo mismo, para el parto de la bondad, no termina el deseo hasta
encontrar una razón que me trascienda, esto es, en términos simples, una razón
que no repita día a día mis necesidades fingidas o no, dado que entre más se
adapte y se mueva mi ser a estratos de poder altos más se confundirá en lo que
realmente quiere, mas no en el nacimiento de esta bondad. La simbolización de
satán es ésta, alcanzar tanto y todo que no tenga otro bien que el mal en sí
mismo, ignorando cualquier otra existencia y cualquier otra fuente de bien.
Entre lo que logro adaptarme y seguir al mal simulando el bien, llega el punto
en el que el bien ya no se distingue, incluso para mí mismo, todo es falso, el
mal absoluto habrá llegado sin que ni siquiera lo note, pero es que tampoco
podría decir qué fue lo realmente bueno desde el comienzo. No habría memoria
del deseo, porque la memoria pertenece a otro, que fui yo, pero que ya no es,
que respondió a necesidades que puede que no tenga, pero eso ya no importa.
Trascenderse en estos términos es la salvación de lo falso, de la total
inexistencia. No puede existir alguien que funde el bien en sí mismo por
siempre, el Tiempo le devorará. Y si creemos realmente que todo bien sólo puede
surgir desde uno mismo, todo dependería de una absoluta fe propia, y que yo,
como mi propio dios, descubriré la verdad en la cotidianeidad de mi
conveniencia, descubriré que la verdad es relativa a mi contingencia. Bajo
estos aspectos es preciso notar lo agresivo que es el lenguaje con respecto a
esta idea. ¿Por qué no creer que esta agresividad subjetiva es sospecha que en
nosotros se esconde la verdadera bondad? Dado que no necesariamente es correcto
seguir lo que grita nuestro lenguaje si lo imaginamos como una mera herramienta
para algo más excelso. El lenguaje es exterior, algo que inventaron otros, sin
embargo, no puedo vivir fuera de él, no puedo vivir fuera de los otros. Todo
vicio procede de los otros, la vida es un engaño, y mi propia construcción es
un engaño si lo baso en el lenguaje. Mi intuición es la mayor de las verdades y
a la vez la mayor de las bondades. Si por alguna razón llegué a una madurez
suficiente, quizás esta diferencia entre el más bajo de mis instintos y la
armonía pura conmigo mismo pueda llegar a limarse.
Por otro lado, si todo el bien naciera del exterior, debería
negarme absolutamente a mí mismo. Ninguna virtud procede de mí, mientras todo
vicio procede de mí. Como se mencionó con el tema de dios. El poder de dios
radica, en ultimo aspecto, en su capacidad de ser ajeno a nosotros, aunque
creemos, intelectualmente, todas las máscaras para evidenciar lo contrario.
¿Las virtudes proceden de otro y de otros? No sería aconsejable. Dado que estos
otros no son más que otros egos. Mas, se puede imaginar otra cosa: ¿Es virtuoso
encontrar el bien para los otros? ¿Desde dónde? Desde alguna forma de buenismo
que involucre algo superior al bien propio y al bien utilitarista de otros.
Todo apunta a que el bien no necesita explicación en este sentido, el mal sí,
para bien o para mal… Esto necesita encajar en algún rompecabezas. Este
rompecabezas es la historia, la memoria, por esto toda ética que quiera fundar
los derechos humanos no debe ignorar la memoria, es más debe recalcarlos hasta
el hartazgo, paranoicamente. Si el bien está afuera, seamos radicales, todo lo
que es, es bueno. No hay nada que cambiar. O todo el bien está afuera, o todo
el bien está adentro. Elegimos creer que todo el bien está afuera. Lo de afuera
nos debe controlar, entonces, para que el bien se manifieste y contenga nuestro
mal el control absolutista debe existir, la memoria y el control. Aunque desde
el control no pueda existir el bien por sí mismo, dado que no habría voluntad
que lo elija. El bien debe encontrar la forma de imponerse sin alterar la
libertad, sin controlar nada, sin intimidar y sin necesidad de crear una
memoria paranoica. El bien es nuestro o no lo es, venga de donde venga. Si el
bien es nuestro, viene de afuera, pero se calcó en nuestra alma, tendrá por
requisito el bien exterior, será la única prueba de su existencia y la
estupidez le seguirá los pasos, la esclavitud, si hay agentes externos que
necesiten medirlo. No somos nada sin que aquello que nos delata. El bien
exterior supone dogmas que puede que escapen a una concreción pura de libertad,
según historia, no hay esclavitud que sea buena. No tengo nada fuera de la
lengua que no sea conjuntiva, es ahí donde se de-muestra, en un estadio
infinito sobre espejo, que tienta a pensar en una ética adulterada sin límites,
necesitadamente documentada, para no olvidarla. El bien se haría fijo sin la
posibilidad de cambio, lo que era bueno para los muertos debe serlo para los
vivos. Terminando con el hecho de ser peleles de un bien explicado día a día y
politizado, pero no con su fin en la contingencia, sino en el recuerdo. Si el
bien viene de fuera, pero no es nuestro, no tenemos nada de qué adueñarnos, no
hay forma de identificarlo, ni siquiera podría comparársele con una sombra,
porque nuestro Yo deslumbraría todos los caminos, solamente se debería dejar
que las cosas pasen, y el ámbito científico podría o no tener, perfectamente y
en ambos sentidos, la misma equilibrada importancia de decir algo ético o
absolutamente nada. Si el bien viene de fuera seríamos organismos virales
sujetos a misericordia con la garantía notoria de ser absolutamente nada para
el universo. Si el bien viene de afuera, en el atomicismo, vendríamos a ser partículas
que son para que este bien se manifieste, sirvamos o no de ejemplo positivo o
negativo para esto.
¿De dónde nace el mal? Las cosas se manifiestan, pero al parecer es nuestro interior lo que interpreta lo relativo, mediatizamos las cosas, aunque procuremos lo inmediato. Creemos que podemos captar la realidad, pero no hay tal hecho, solamente representaciones. Podemos hablar de bondad y maldad, pero no llegamos a captar las fuentes, existe un impedimento innato que puede contradecir la realidad a través de la voluntad. Esto no quiere decir que debemos rechazar nuestros universales, pero debemos conocer su naturaleza, relatándolas es como se puede llegar a entender la historia. Este relato es muchas veces un oxímoron a través del cual se comprende la interacción entre interior y exterior, entre bondad y maldad, con nuestras voluntades en el centro tratando de identificar bajo cierto espectro todo lo que valga la pena en el pensamiento.
Existen otras posibilidades con respecto al origen del mal, tema que puede diversificarse completamente en minúsculos ejemplos. Pero como diría Deleuze, no es digno preguntarse qué quiere decir un libro, un texto, o un artículo, sólo basta con preguntarse con qué funciona.
El poder del pensamiento de Lucrecio radica en descifrar las
palabras y los símbolos que mueven las cosas desde su necesidad radical, las
palabras son perspectivas simples de lo que es realmente la vida, pero que se
alteran en un ornamento falaz, misterioso; se debe por tanto rehuir de la
mentira sin erradicar los misterios que comprenden los motores que atesoran su resistencia. Bajo esta figura, lo falso estará en la luz, mientras
que lo profundamente verdadero, en las sombras, bajo el alero de la noche. La luz es trabajosa,
necesita de procesos químicos y físicos tremendamente complejos para
manifestarse, en este proceso explica la realidad mintiendo, es fenómeno, nunca noumeno; mientras la oscuridad es parca, sobria, elegante y justa.
Como el pequeño punto de apoyo que necesitaba Arquímedes para mover el mundo, las
cosas pequeñas inician a las grandes, comienzan lo eterno, lo que está más
allá de nuestro entendimiento; como el principio científico del Big Bang
necesitó de su mínimo posible en cuanto a espacio y tiempo para ser grande, las grandes verdades se dicen con poco, en el
enfrentamiento común del individuo con sus necesidades, allí donde se fricciona
con las cosas; cuando se caen las máscaras y vuelven a nacer las pasiones, junto con ellas todos los dioses, los más elementales, para que en la dialéctica
del tiempo se vuelvan a hacer misteriosas y simples a la misma vez. En este
choque con las cosas, los sentidos se alteran y la razón se vuelve inútil,
incapaz de sostener aquello que dedujo a través de ellos, se maneja el
todo con el todo, ya no es una mascara participando con algo, solamente hay
sustancia alejada de la razón.
El producto se torna inevitable en algún momento de la
historia, es ahí cuando el hombre toma su curso natural dejando lo artificial
en el olvido; se prioriza la emergencia. La verdad no necesita memoria, esta misma se recuerda por siempre
para no dejar de ser en ningún momento, el resto es un intento de detener el
tiempo, y, aunque ocurre, no presenta cambios en el orden de las cosas, solamente
perpetúa una mentira difícil de ignorar, porque representa una tentativa a la
permanencia, recordando signos que debiesen existir por si mismos, pero, por no
tener existencia propia, deben repetirse constantemente en las mentes
establecidas de la democracia. No es el hecho una repetición, nuestra lengua y nuestra mente
tratan de repetirse para vagar confiadamente en un mundo inhóspito que requiere
de lo pagano primeramente para sobrevivir, es por ello que los dioses, que se repiten, nos dan
la vida y la mantienen, en una estrecha relación que con el tiempo torna a religión, para luego pasar a un sistema político-económico que lo vulgariza
todo. Es un extremo que no se puede sujetar, aunque se disfrute de un cambio
relativo al subjetivismo del tiempo que se vaya creando tan lentamente, que las
generaciones apenas noten sus cambios; en este sentido, lo fabricable tiene que
ver con un gesto que avisa de qué moriremos; los vanos días que
permanezcamos en este mundo podrían servir para servirnos, para acercarnos o alejarnos de la naturaleza; para aproximarse a lo mínimo y aspirar a lo máximo,
dependiendo de los estados de conciencia que se alcancen con respecto a los
ritmos de los dioses del tiempo.
Lucrecio fue contrario a toda religión, ya que ésta establece e impone las
normas desde las cuales se deben desarrollar las conexiones intimas de los
humanos con lo sagrado, intentos hegemónicos para protagonizar la mentira que
recorta la realidad, desfigurando a los dioses; validando su existencia desde el
amparo contrario al nacimiento de éstos, desde el absoluto desamparo. Por ello, se
considera que Lucrecio manifestó en su filosofía la doctrina epicúrea de esconder
la vida, la que podría traducirse de muchas maneras, pero que deja una huella
interesante con respecto a la sacralidad de lo que el humano, como un ser que
debería ser más que un bípedo implume, debería ganar, para dejar atrás el
sinsentido sin goce, el tiempo sin estaciones, o las filosofías verdaderas, pero
poco oscuras. Esconder la vida es esconder las razones, para no crear
proselitismo ante una experiencia meramente personal de conocimiento, con
respecto a la cual se podría orientar sin imponer, mientras se logre enseñar
sin condenar. Esconder la vida es esconder la palabra, porque los nombres de los
dioses son santos, recabados solamente por la impronta contingencia hacia
contactos de paso, pero reveladores, estremecedores y escalofriantes. Dado
estos casos, es menester no juzgar a quienes relatan dichas revelaciones.
Desde el ateísmo, este contacto no es más que encontrar algo
más grande que uno, cosa no muy difícil de lograr. Ante esto, la historia del suicidio de Lucrecio, aunque no confirmada, propone una visión mágica del mundo
antiguo con respecto al ateísmo, que puede explicarse con la libertad total y
absoluta si se permite; esto es, no hay dios que decida ni cuándo se nace ni cuándo
se muere, aunque, con respecto a esto último, la libertad de elección es total, sin cuestionamientos.
Es la tesis del suicidio la forma de morir del ateo, que, aunque crea en un
orden natural sin la necesidad de un ordenador, también entiende el orden
artificial que se puede imponer para mentirle a las cosas, sin necesidad de establecer una deidad, dado que entiende que está necesidad es ilusoria, aunque desconociendo qué tan necesaria; empero, el suicidio,
aunque artificial, no viola ninguna ley natural más que las divinas, en las
cuales son los dioses los que deciden sobre los tiempos humanos, sin olvidar
que el dios que nos rescata, bien puede rescatarnos con la libertad que
tenemos en el artificio de sus cosas. El suicidio es quizás la única forma
artificial que no banaliza la vida con su permanencia.
Es así que no se debe temer, según Lucrecio, ni a los
dioses ni a la muerte, ya que estos vienen a rescatarnos con el hecho azaroso
de mantener una mente serena, estableciendo que el cambio fortuito nos regala
la cordura con su antónimo a veces. Es bueno entonces, recibir a la fortuna con la calma
que debiera permanecer por siempre en nuestras mentes, recibir con una constante, dado que el resto es sólo
verdad manifestándose eternamente en pluralidad de términos, desviaciones atómicas
que brindan oportunidades caóticas para la excusa existencial de algún tipo de
deidad, memorias que solamente quedan en especies capaces de sobrevivir lo
suficiente como para visualizar símbolos o mitificarlos.
Aunque se alude mucho al término de los dioses para este artículo, la verdad es que Lucrecio no los consideraba importantes para la vida del hombre, no consideraba que éstos influyeran en sus acontecimientos, es más, es el individuo quién les da vida, y les llama según sus necesidades. Ahí radica la importancia de nombrarlos en filosofía. Muy atomista, como las palabras, los átomos desarrollan la historia en su interacción. El alma material, conviene acomodarla a la naturaleza, las palabras materiales, conviene acomodarlas a las cosas, mientras que los poemas responden a todas las preguntas. La vida, en última instancia, es placer, por lo que no es vano crear desde el ámbito artístico, entendiendo que en la estratificación del arte se encuentra una autentica adoración a figuras de paso, que hacen llorar o dan risa.