Ser humano y dar sentido a la vida.

La importancia del valor, la virtud y el equilibrio en la búsqueda del sentido de la vida. Analogía entre las cuerdas de una guitarra y el ser humano
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Las cuerdas de la guitarra



La importancia del valor, la virtud y el equilibrio en la búsqueda del sentido de la vida. Analogía entre las cuerdas de una guitarra y el ser humano

Las cuerdas de la guitarra, en un estante, están en reposo y a la espera de ser útiles.
Cuando se las coloca en la guitarra, se las afina y el artista las hace vibrar, salen sonidos musicales. [1]
En este ejemplo entran en juego varios conceptos, valor, virtud, equilibrio y sentido
Valor: las cuerdas tienen una serie de características que la hacen apreciable.
Virtud: de la cuerdas está en, además de la calidad, en la afinación justa. Además la virtuosidad del músico que hacen, de las cuerdas, que produzcan sonidos musicales, (el músico se convierte en virtuoso a través del ejercicio).
Equilibrio: las cuerdas colocadas en la guitarra están en tensión, las cuales se equiparan con las producidas en el resto del instrumento, y que al momento de vibrar se producen sonidos agradables.
Sentido: Música.

El ser humano tiene una serie de características que lo hacen apreciable, valioso, algunos de ellas son: Inteligencia, Voluntad, Creatividad.
Por la inteligencia podemos aprehender y comprender el universo abstrayéndonos de lo que nos rodea, comunicarlo por la palabra y fundamentalmente transformarlo.
Por la voluntad, que a veces sigue a la razón y otras no, queremos, tanto en el sentido de apetecer (poseer), como en el de amar. Esta es la capacidad que nos hace libres, la que nos permite elegir. Sentimos, nos apasionamos, amamos, y hasta nos entregamos por aquello elegido.
En cuanto a la capacidad creativa se expresa tanto en lo tecnológico, como en lo social, artístico, etc, en definitiva crea cultura.
Pero, estas capacidades, a lo largo de la historia, se han utilizado para distintas acciones, algunas nobles, otras no: guerra-paz, dominadores-esclavos, imperios-repúblicas, absolutismos-populismos, riqueza-hambruna, capitalismo-comunismo, etc.

¿Cómo evitar, entonces, que estas características que hacen valioso al ser humano, se conviertan en lo que lo devalúa?

El ejemplo de las cuerdas nos puede avizorar una respuesta. Cuando están colocadas en la guitarra y afinadas, se producen tensiones en todas las partes del instrumento que se equilibran mutuamente. Si las mantengo flojas (que es necesario para cuando, la guitarra, está en reposo), los sonidos que se pueden producir son desagradables, en cambio si las tenso demasiado, corro el riesgo de romper el instrumento o cortarlas, y tampoco se pueden extraer sonidos agradables. La afinación es la tensión justa que equilibra el sistema.

El conflicto es parte constitutiva del mundo social y de cada ser humano en particular, solo el equilibrio en el uso de sus capacidades nos permite evitar que se traduzca en posiciones desagradables.
Los distintos posicionamientos están siempre cargados de subjetividades, que devienen del ser y estar en el mundo, condicionados por la cultura espacio-temporal, en que cada ser humano se desarrolla, y que a su vez, por elección personal, pueden ser radicalizadas y/o vehiculizadas para transformar la sociedad, a veces colonizándola, otras liberándolas (al menos en lo intencional).
La radicalización de las subjetividades está presente, muy a menudo, en cada acción humana, social o individual. Ejemplos: la xenofobia, descalificación, agresión, etc.
Como extremo opuesto a esta postura, está el laissez faire (dejar hacer), todo está permitido, todas las opiniones y creencias son válidas, cada cual con su quintita.
F. Nietzche, sostiene, que la voluntad de dominio es el principio básico a partir del cual se desarrollan los seres, la fuerza primordial que busca mantenerse en el ser y ser aún más.
El ser humano no escapa a este concepto, busca dominar lo que le rodea, llega hasta el extremo de imponer a los demás su propia cosmovisión, incluso eliminando al distinto.
Si partimos de este hecho, que es la base de todo conflicto, tendríamos que buscar la manera de lograr un equilibrio que produzca un  progreso significativo en la sociedad que la transforme en más humana.

Volviendo al ejemplo, en las cuerdas el equilibrio justo está en la afinación. La cuerda está afinada de acuerdo a un referente, acorde al sonido (nota) que debe producir.

Como referente del equilibrio social e individual, los conceptos de virtud y virtuosidad nos abren un camino.
Virtud: del latín virtus, cualidad positiva que permite producir ciertos efectos. Existen distintos usos del término vinculado a la fuerza, la valentía, el poder de obrar, la eficacia de una acción o cosa, la integridad del ánimo.
Así, por ejemplo la virtud de la fuerza, nos permite levantar pesos; la valentía, enfrentar un peligro; el poder de obrar, el desarrollo de la tecnología y la ciencia; la eficacia de un remedio para curar o aliviar una enfermedad; la integridad del ánimo, superar momentos difíciles.
Virtuosidad: Dominio y perfección propia de un arte o una técnica. Habilidad para superar dificultades y evitar consecuencias negativas.
En cambio la virtuosidad nos permite al levantar un peso, no lastimarnos; al enfrentar un peligro saber si está o no más allá de nuestras posibilidades; el uso adecuado de la tecnología y la ciencia y le da orientación al hacer para mejorar las condiciones de vida de la humanidad, etc.
Uniendo ambos conceptos podemos intuir que es necesario realizar un camino de esfuerzo y constancia para desarrollar esa cualidad positiva, la voluntad de dominio, el poder de obrar, convirtiéndola en una habilidad que nos permita producir ciertos cambios para superar las dificultades, evitando consecuencias negativas.
Está en  nuestra condición natural la tendencia hacia las consecuencias negativas. Y solo en un análisis de las acciones y sus consecuencias no puede evitar caer en ellas.

Aún así, en este análisis falta algo. Un elemento que de sentido.

Con la guitarra, el músico, extrae, de las cuerdas, sonidos agradables, hace música. Crea arte. Esto es lo que le da sentido al instrumento y al artista.[2]

Si trasladamos esta idea a la vida social e individual es la búsqueda de sentido de la vida.

“La primera fuerza motivante del hombre es la lucha por encontrarle sentido a la propia vida, a la vida tal cual es y toda vida por más adversa que sea siempre tiene algún sentido.
Por eso a pesar de los problemas que podamos tener, toda vida vale la pena ser vivida y más aún cuando el hombre pone en práctica la fuerza de oposición del espíritu frente al destino, o sea frente a aquello con lo que me encuentro en la vida sin haberlo elegido; pero ante lo cual sigo siendo libre de actuar, de un modo o de otro.
El sentido está siempre cambiando, pero jamás falta. En caso de no verlo, habrá que dotar a la vida de sentido aún en las situaciones mas difíciles donde lo que importa es dar testimonio de la mejor y exclusiva potencialidad humana: la de transformar la tragedia, la enfermedad y el fracaso en un triunfo personal, en un logro humano. Mas aún, según Frankl: “La vida cobra más sentido cuanto más difícil se hace””.[3]

El sentido de la vida “ayuda a humanizar y personalizar al hombre; lo ayuda a lograr su plenitud a partir de una adecuada concepción de hombre como persona en comunidad de personas.
despierta a la persona en su rol de protagonista de su propia historia, de su felicidad, de sus logros y en su rol de constructor de su persona dado que el hombre es un ser llamado a elegir un proyecto de vida en conformidad con su propio ser, por lo tanto “artífice de su destino”.
“Proyecto de vida no son las ocurrencias antojadizas con las que llenamos el tiempo de la vida, sino la orientación organizada de los esfuerzos para dar vida a la vida”.[4]

El sentido de la vida es “libertad responsable, práctica de valores, autotrascendencia, sobre todo espíritu de renuncia, de sacrificio, son entre otros conceptos los que tienen que ver con el hacerse cada día más humano.
El hombre solo llega a ser tal en la medida en que descubre el sentido de la vida, el por qué y el para qué existir”.[5]
Es “desarrollar la actitud de búsqueda de los para qué de las situaciones, tanto del fracaso como del éxito, de visualizar el futuro no como una utopía o como algo que hay que saltar velozmente; sino como una posibilidad esperanzadora, la de asumir el compromiso de la búsqueda de la misión en la vida y de ser capaz de hacerse preguntas filosóficas tales como: ¿qué espera de mi la vida?¿siendo finito no es mi responsabilidad que la vida no me pase sino que esté en cada situación (con distintos grados de conciencia y responsabilidad) pero que al fin y al cabo la viva?. Cómo dice Frankl: “no basta con preguntarse por el sentido de la vida sino que hay que responder a él, respondiendo ante la vida misma”.[6]
El sentido de la vida, “contribuye a esclarecer el por qué del sufrir y del morir y, ayuda a tener motivos parta trabajar, luchar y amar, … porque es el estilo de la vida que debe y puede practicar todo hombre, por el simple hecho de ser “humano” y …  nada hay más fácil que ser humano, pero a su vez, es lo que más le cuesta al hombre”.[7]


En conclusión cuando el ser humano le da sentido a su vida, se hace más humano. 


[1] Ejemplo modificado del original, proporcionado por Pablo Berraud una cuerda de guitarra afuera de la guitarra está en cierto equilibrio (sin tensión)... cuando se la pone en la guitarra y se la afina, pasa a estar en otro tipo de equilibrio (con cierta tensión)...”
[2] Podría utilizar el concepto de finalidad. O sea, la finalidad de la guitarra es la música. Este concepto produce sensación de unidireccionalidad, en cambio la palabra sentido, no.
[3] Dr. R. Mucci. Acerca de Logoterapia. https://www.facebook.com/robertojuan.mucci?fref=nf
[4] Idem.
[5] Idem
[6] Idem
[7] Idem
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