Mostramos primero dos definiciones requeridas para comprender el presente escrito, estas son la de individualidad e identidad:
- La individualidad la forman todos aquellos pensamientos que te hacen único y que han sido creados por ti.
- La identidad es todo aquello que te identifica, y te hace actuar conforme a lo que se espera de ti.
Por esto cuanto más se esfuerza uno en la crítica, menos habla del predicado y más del sujeto personal "yo", y menos se habla de la cosa y más de uno mismo, pero de su parte más intima, de sus afectos truncados y sus más perfectas impotencias.
Parafraseando a Spinoza, se podría decir que en la crítica estas perdido, son momentos en los que un ser vivo deja de existir, y esto solo por el refugio carnal que utiliza -que es la identidad social y cultural, ya en el acto de creación crítica el foco de nuestra atención apenas se sitúa antes de una fuga displacentera, y es justo para obstruir la salida a la consciencia que se desvía al pensamiento por otras rutas. Por rutas de identificación -que son canales comunes de ansiedad, hostilidad y tristeza, de localización del peligro en estereotipos y heurísticos representacionales, es decir, fruto de una vagueza meditativa que escapa a la opción creativa.
Pero, ¿como puede dejar de existir un ser vivo en la crítica?, esta afirmación se refiere a la continua formación de individualidad, la que se detiene y estanca cuando la crítica actúa, y es que en la crítica siempre hay un movimiento defensor de la identidad, o en su caso, en forma de ataque hacia la identidad opuesta, y entonces se deja de existir -en sentido Spinozista, pues no es posible la vida sin, a la misma vez, ampliar la potencia de individualidad.
En la crítica nunca se haya un nuevo refugio en el que formar parte, ni algún otro placer en el camino, continuamente se protege la identidad y su sistema de creencias. ¿Que puedo pensar? o ¿Qué puede existir? son las preguntas que quedan sin respuesta en la crítica.
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