Principio del fin de una verdad.

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«Este es un lugar para relajarnos Pedro –me dijo -,si Pedrito debe de ser así, esta sala pose sabidurías milenarias, la solución no tardara en llegar siempre que tengamos fe en ello – así en su presencia todo cambiaba, y me volvía yo tranquilo..
No te atormentes amigo, esta es la época de más trabajo desde que este lugar fue construido, es completamente normal e incluso saludable tomarse un descanso para poder tomar la decisión adecuada .Háblame de ti ,¿como te encuentras? »

«No doy con la diferencia Santo padre, a ratos observo sobre la puerta de las suplicas, que mis sentidos internos se mofan de mi nombre, noto el adelanto de la desgracia que me esta por venir, y no consigo desacérme de ello. Observe usted lo cerca que estos están de adueñarse de mi buen juicio, que me juzgo incapaz de revivir la unidad verdadera de un alma limpia, pues, son tan poco comunes estas entre aquellas, que unicamente pasean ante mis ojos laminas sucias de viejas sabanas, y al ver una esencia translucida y reformada, no consigo representarla en todo su esplendor. Oh! mi Dios, que daría yo por poder contemplarlo día y noche, por recibir la claridad instantánea de su infinita belleza incorpórea, y por esta razón recuperar mis más notables y nítidas percepciones»

En situaciones así, solía suceder alguna cosa, cualquiera, esa que completaba el silencio y lo convertía en sagrado, la verdad que solo con su presencia ya se acallaba el alma, como un chucho hace después de una comida, así era, casi siempre, esta vez se fue y ahí quede yo en ello.

Comencé ha observar la sala, siempre te llena de paz, la sala en si esta llena de paz, por el hecho de no ser una sala, es mucho más, por mucho que camines en ella no tropezaras con ninguna pared y tampoco es que halla que entrar por ninguna puerta. Asombrado quede cortas horas en mi alma rebosante, relajabase esta hasta no escuchar ningún eco, dejabase caer placidamente en ningún pensamiento y así pasaban años como segundos, y bien, últimamente se hacen muy cortas estas visitas y será el trabajo que la perturba.

En todo ello consistía el hecho, no me dí cuenta del día y estaba justo sobre el, en fin, reconozco que me creí muy capaz, pero me hubiera venido bien reposar en la sala, más no pude, no lo comprendí muy bien.

Ya esperaban tras la puerta tres almas suplicantes, deseosas de encontrar el bien no las hice esperar.
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