Relativismo: ¿puente o barrera?

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Relativismo: ¿puente o barrera?
El objeto del presente escrito es plantear la contradicción existente entre el relativismo en sí y su frecuente utilización por parte de relativistas que, por no saber, no saben ni que lo son, como argumento descalificador frente a posiciones pluralistas, racionales y analíticas, contraponiendo de forma superficial y simplista la universalidad de lo subjetivo, su equidistancia y su tolerancia implícita frente a una supuesta objetividad extrema intolerante y absolutista, defensora de la existencia de la verdad absoluta.

Por lo tanto, conviene precisar de entrada que el propósito de este escrito no es tanto descalificar el relativismo —a pesar de que será inevitable—, doctrina que no comparto, pero que acepto, como todas, en la medida que se limite a una postura vital, personal e intransferible, sino manifestar y justificar mi rechazo, también extensivo a todas, cuando una posición propia se convierte en arma arrojadiza invasiva —de ataque o de defensa, tanto da— descalificadora de posiciones ajenas. Porque una cosa es defender fundamentadamente la bondad de una posición o convicción ética y otra muy diferente presentar la posición propia —en este caso, el relativismo— como argumento ejemplarizante, con solicitud formal de adhesión incluida, en especial, cuando esta actitud encierra contradicciones casi metafísicas. Y esto es lo que habitualmente sucede.

También resulta de justicia dejar constancia del desencadenante de estas reflexiones, que se inicia con la publicación en una red social del aforismo propio «El relativismo es el vacío absoluto: abre todas las puertas pero no cierra ninguna, facilita la entrada de todos pero también su salida» y la pregunta abierta de una buena amiga virtual (1) «¿En contraposición con?», cuestión básica y trascendental, la cual me comprometí a responder. Este escrito, pretende ser la respuesta.

Empezaré intentando definir y valorar el relativismo, con objeto de dejar claro el referente del tema. Para ello, utilizaré tanto el diccionario como la opinión de dos importantes pensadores, Aristóteles y Popper, el primero prácticamente coetáneo de Protágoras, a quien se le atribuye sentar sus bases con la frase «El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son, en tanto que son, y de las que no son, en cuanto que no son» y el segundo, 2.300 años después, tampoco defensor entusiasta de esta corriente de pensamiento (2).

relativismo.
1. m. Fil. Doctrina según la cual el conocimiento humano solo tiene por objeto relaciones, sin llegar nunca al de lo absoluto.
2. m. Fil. Doctrina según la cual la realidad carece de sustrato permanente y consiste en la relación de los fenómenos.
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Veamos ahora la opinión de Aristóteles (3)
«Si todo lo que pensamos, si todo lo que nos aparece, es la verdad, es preciso que todo sea al mismo tiempo verdadero y falso».
«La mayor parte de los hombres piensan diferentemente unos de otros; y los que no participan de nuestras opiniones consideramos que están en el error. La misma cosa es por tanto y no es». 
«La consecuencia que sale de semejante principio es desconsoladora. Si son éstas, efectivamente, las opiniones de los hombres que mejor han visto toda la verdad posible y son estos hombres los que la buscan con ardor y la aman; si tales son las doctrinas que profesan sobre la verdad ¿cómo abordar sin desaliento los problemas filosóficos? Buscar la verdad ¿no sería ir en busca de sombras que desaparecen?».
Demoledor. Sigamos con Karl R. Popper (4)
«Este estilo —en referencia a los intelectuales impulsados a ir “a la última moda”(5)—, el estilo de grandes, oscuras, pretenciosas en incomprensibles palabras, ese modo de escribir no debería admirarse más. Es intelectualmente irresponsable. Destruye el sano entendimiento humano, la razón. Hace posible esta postura que se ha designado como relativismo».
«Desearía contraponer aquí al relativismo una postura que casi siempre se confunde con él, el pluralismo. Mientras que el relativismo, que procede de una tolerancia laxa, conduce al dominio de la fuerza, el pluralismo crítico puede contribuir a la domesticación de la misma».
«El relativismo es la postura según la cual se puede aseverar todo, o casi todo, y por tanto nada. Todo es verdad o nada. La verdad es algo sin significado. En cambio, el pluralismo crítico es la postura según la cual, en interés de la búsqueda de la verdad, toda teoría —cuantas más teorías mejor— debe admitirse en competencia de otras teorías».
Y en este punto me asaltan ya varias conclusiones: la primera es la contundencia de los argumentos de ambos pensadores, la segunda la coincidencia en considerar el relativismo como un freno a la búsqueda de la verdad, la tercera es la entrada en escena de la “tolerancia” y la última es que casi me he quedado sin resuello para continuar, convencido que, desde el punto de vista conceptual, nada se puede añadir que no lo estropee. Por lo tanto, voy a concluir con mi particular punto de vista, muy racional, muy analítico, muy científico, enfoque, por descontado subjetivo, que, tildado de objetivismo absoluto y errado, ha estado en el núcleo de la argumentación contraria, blandida en un reciente debate por un pretendido relativista. Y voy a intentar justificar brevemente su contradicción.

Lo que caracteriza a una mentalidad analítica, racional y científica es, precisamente, la aceptación de la falsabilidad como principio director de la validez temporal de toda teoría. Toda teoría es válida en tanto no sea refutada de forma objetiva (6) y esa refutación sea aceptada por la comunidad científica. Por lo tanto, acusar a un analítico-científico de defensor de verdades absolutas no es más que una insensatez intelectual propia de quien profesa una doctrina que esconde tras una falsa pantalla de tolerancia —laxa, según Popper— un dogmatismo extremo. 

Todo miembro de la especie criticada es enemigo declarado de las verdades absolutas, defensor impenitente de la incertidumbre (7) y relativista einsteniano, relativismo que expresa de forma paradigmática las contradicciones de la doctrina de Protágoras. Nada hay más concreto que la fórmula de la relatividad especial: E = mc2. Con su concreción, con sólo tres elementos básicos, expresa la subjetividad más objetivamente absoluta (8). La velocidad (c), función del tiempo y espacio, depende de algo tan trivial como la posición del observador respecto al observado y la masa m y la energía E (casi nada, el ser y el no-ser físico y metafísico) también. Y para terminar, la guinda: esta teoría establece también un límite hoy inabordable, la velocidad de la luz. Pero, siendo una teoría, estará ahí hasta que, como todas, sea refutada (9). Y con esta absoluta defensa de la arraigada incertidumbre de todo racionalista termino.

Yo también soy relativista, pero distinto. Puestos a elegir, me quedo con lo analítico, lo racional, lo concreto, lo "objetivamente subjetivo", con la relatividad einsteniana y la incertidumbre cuántica y descarto el relativismo, la extensión sin límites de la verdad, la consagración del subjetivismo absoluto, el cual considero una interpretación sesgada y miope, cuando no interesada, al servicio de intereses bastardos. Y, por cerrar el círculo con el título: rechazo también su habitual propuesta de puente de entendimiento entre posturas distintas. Más bien lo considero una barrera insalvable. Evidentemente, desde mi lado del puente.  

Notas:
1 – Clara Albors Ibars. Solicito excusas por si la publicación de tu nombre te ha incomodado, pero no ha sido mi intención. En cualquier caso, agradezco aquí públicamente tu importante contribución como catalizadora de este escrito.
2 – Se me podrá acusar de sesgo parcialista, pero la elección de estos dos filósofos responde a mi identificación intelectual con ellos, por lo que aceptaré, en este caso, la acusación de subjetividad objetiva absoluta, en el supuesto que tal cosa exista. En cualquier caso, nada más lejos del relativismo.
3 – Metafísica. Libro IV, 5 “Crítica del relativismo de Protágoras”.
4 – Sociedad abierta, Universo abierto. Tolerancia y responsabilidad intelectual. Ponencia presentada el 16 de marzo de1982 en el Ciclo de Conversaciones sobre la Tolerancia en la Universidad de Viena.
5 – Nota aclaratoria propia.
6 – Entendiendo la objetividad como una subjetividad consensuada y colectiva.
7 – En especial desde la llegada de la física cuántica.
8 – No me digan que esto no es una contradicción.
9 – Y ganas no faltan. He aquí la fuerza del pensamiento científico. La búsqueda, quizá utópica, de la verdad.
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