Pero para quién escribe el escritor hoy? Traslado el problema a nuestro presente. La respuesta de Sartre no me resulta anacrónica, sobre todo considerando cierto tipo de escritura que circula por internet por dar un ejemplo. Para dios es una respuesta posible, para sí mismo también, así el arte de escribir deviene una rama más de la metafísica: una oración, un examen de conciencia, un petite affaire privée o un grupo sectario de iluminados cuyos miembros son los únicos capaces de entenderse en su jerga esotérica. ¨Cualquier cosa menos una comunicación.¨ afirma Sartre.
Del problema de por qué escribir Sartre desprende algunas reflexiones sobre lo que hace a un autor, las diferencias con el lector y la relación necesaria entre ambos que presupone la libertad como elemento aglutinador. Ahora bien, habíamos comentando que el problema qué es escribir ponía en superficie la función del escritor, en relación con eso, podemos agregar que además le concierne la misión de regular y controlar el trazados de los signos, la administración de las palabras se hace necesaria para dar lugar a la singularidad del autor, es decir, el estilo. El estilo es tan importante como el compromiso del autor de entregar al lector el mundo en su materialidad más cruda. De esta manera, el escritor, al regular las palabras proyecta. El futuro es para el autor una página en blanco mientras que para el lector el mismo se constituye de la cantidad de páginas que hacen a la totalidad de la obra. Así, leer y escribir, escribir y leer, son dos operaciones que se presuponen porque en Sartre el arte es por y para los demás.
Sartre considera que la obra literaria es un llamado a la libertad del lector para que éste colabore en la producción de la obra. De este modo la lectura se entiende como un ejercicio de generosidad porque el autor escribe para dirigirse a la libertad de los lectores con tal que le sea a él reconocida su libertad creadora. Quienes estén más o menos familiarizados con la obra sartreana podrán advertir que en nuestro autor filosofía y literatura son una misma cosa, dos registros distintos, eso sí, pero un medio equivalente por el cual, siguiendo a nuestro autor, transmitir un mensaje. La temática de la libertad atraviesa de inicio a fin la obra sartreana, por su puesto, el concepto de libertad adquiere matices diferentes en relación a la división, que por comodidad expositiva, podemos establecer entre obras tempranas o de madurez. Pero no tengo por objeto hacer explícito esos matices, sino exponer un problema que a Sartre preocupó a lo largo de su carrera: la literatura. Pero la literatura no entendida como un género especifico, sino como algo mayor, más abarcativo, imposible de definir, al menos desde este punto de vista.
El problema se dirime pronto: para todos los lectores. Pero nos advierte Sartre, cuidado, nuestros lectores nos condicionan como escritores, cuidado, que apelar a la libertad no sea una consigna vacía, un valor eterno que apenas tiene carne, la libertad misma, así, corre peligro de devenir una rama seca. Lo quiera o no y aunque el escritor aspire a un lugar entre los nombres santos de la literatura, sus palabras están destinadas a sus contemporáneos. Sartre sitúa al escritor en su Historia-con mayúscula- y por ese motivo, siguiendo a nuestro autor, el problema de la eternidad como vía de escape siempre es tentador. Porque el mundo en el que Sartre nos coloca, no es un mundo, más allá de la belleza manifiesta de su prosa, un mundo bello, sino el de la enajenación, la situación, la historia y es este mundo el que se debe asumir. Así, nuestra relación con nuestro público, decidirá nuestro tema porque el público es el otro y para explicar estos razonamientos Sartre toma como ejemplo al escritor negro Richard Wright(1908-1960). Para quién escribe Wright? Para los negros cultos del norte y a los blancos de buena voluntad. Los lectores negros representan, según Sartre, la subjetividad del autor, para quienes nos es necesario demasiadas explicaciones porque el escritor les hace ver con claridad sus propias situaciones, para los blancos las palabras no tienen el mismo significado. El escritor cambia hasta de objetivo, nos aclara Sartre, hay una: ¨doble postulación simultánea¨ que remite a dos contextos. El público de Wright es un público fisurado y sin embargo, nos dice Sartre, ha logrado superar la rotura.
Lo que esta consideración metafísica de la escritura pone en superficie es la presunción del arte como actividad sagrada, espiritual. Así la considera Cortázar, entre otras consideraciones, en ¨se dibuja una estrellita¨. Y el problema es que el arte cuando se vuelve sagrado es con los buenos sentimientos que construye, olvidando que es con los buenos sentimientos que se hace mala literatura. De esta manera la literatura queda atrapada en las subjetividades metafísicas de las bellas almas que escriben o lo que es peor, sometida o instrumentada a los poderes temporales. Por eso el ejemplo de Sartre es válido, la literatura de Wright es contemporánea, quizá más actual que mucha de las obras que hoy circulan por todos los medios posibles. Porque mientras existan los problemas de la comunidad negra en los Estados Unidos, Wright sigue vigente. No hace falta ir tan lejos pero éste es el ejemplo que tomó el autor que aquí nos convoca.
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