La lógica del vendaval por @jrherreraucv | ||||
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Fue T. W. Adorno quien, en nuestro tiempo, formuló de un modo magistral la relación dialéctica del sujeto y del objeto, a pesar de las quejas de los instrumentalistas del conocimiento, siempre ávidos de medios e instrumentos puramente esquemáticos –de esas meras formas que suelen denominarse “modelos”–, que terminan por colocarle una auténtica camisa de fuerza a la realidad objetiva. Son, por cierto, estos “especialistas”, estos “espistemólogos” o “coacher” de la “metodología” –da lo mismo–, quienes, a juicio de Adorno, terminan haciéndole creer a los incautos –incluyéndolos– que las formas vaciadas de todo contenido –sean estas simples métodos o representaciones– son nada menos que “lo verdadero mismo”, con absoluta independencia de la “realidad efectiva de la cosa”. La verdad es que, más allá de semejantes manifestaciones del “marketing” cognoscitivo, nada puede ser pensado con seriedad y rigor si no es pensado en el movimiento de su temporalidad. Las muletas que Kant le atribuía al prejuicio y a la fe, son el soporte que mantiene a flote la mediocridad sobre este ancho océano de “conocimientos” que posee una pulgada de profundidad. A los necios –dice Adorno– pertenece este irrefrenable gusto por “hundirse-en-lo-más-pequeño”. |
Existe una lógica de la realidad efectiva, de la Wiklichkeit, que no depende, precisamente, de las formas vaciadas de contenido, más allá del orden reflexivo y fijado –puesto– en los conceptos convencionales –pre-figurados– que aparenta ser el orden hacia el que debe ir el conocimiento mismo. Pertenece a Spinoza la expresión: “El orden y la conexión de las idea
Existe una lógica de la realidad
efectiva, de la Wiklichkeit, que no depende, precisamente, de las formas vaciadas de contenido, más allá del orden reflexivo y fijado –puesto– en los conceptos convencionales –pre-figurados– que aparenta ser el orden hacia el que debe ir el conocimiento mismo. Pertenece a Spinoza la expresión: “El orden y la conexión de las ideas es idéntico al orden y la conexión de las cosas”. Las ideas tienen, de hecho, un orden, y ese orden tiene necesariamente que identificarse con el orden de las cosas, es decir, con el orden objetivo de las cosas, para ser más precisos. Una cosa es el materialismo y otra, muy distinta, es el realismo crítico e histórico. Superar las formas vaciadas de contenido, tanto como elevarse por encima del insensato empirismo, implica penetrar conscientemente el objeto de estudio del cual se quiere dar cuenta, hasta que el pensar conquista su correspondencia –su reconocimiento– con “la cosa misma”, en lugar de corresponderse con un orden preconcebido, meramente formal y previsible, esto es: extraño al objeto que se desea conocer. A los efectos del saber, carece de todo sentido el pretender dar cuanta de lo que se quiere conocer antes de llegar a conocerlo.
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