La capacidad superior del pensamiento simbólico ligada al logos no es algo aburrido. Nunca lo fue. Reproducir la imagen de un jabalí en piedra para nuestro antepasado incurría en modelar el mundo real (y el simbólico), transformar el cuerpo comunicativo común de todo un grupo en una época prehistórica, y acompañado de historias, en noches de lluvia dentro de la cueva —frente a las pinturas— la charla del pre-filósofo inundaba las paredes y tejía a la par el imaginario colectivo. |
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La palabra hablada fue antes que la palabra escrita en todas las culturas, así lo reflejan lingüistas y antropólogos (también Google que solo ha encontrado el 2% de las lenguas que existen escritas en internet) que coinciden en proponer al profeta, o al filósofo del pueblo como aquel que dominaba la palabra hablada y las formas de hacérsela entender al hombre antiguo, con sus palabras de raíces enraizadas en pequeñas culturas de grupos, había que girar la palabra contra sí misma, gritarla bien alto y chocarla de frente contra la multitud para que esta gente pudiese entender algo de lo que encerraban estas. Estos profetas entendían realmente bien el poder de las palabras y los conceptos, frágiles por depender del entendimiento; si eran conceptualizadas por una multitud eran alzadas como estandarte, casi siempre significadoras de un gran número de aldeanos en grandes periodos de tiempo. Y este gran poder del profeta existía por lo lejano que aparecía para el aldeano de estas tierras antiguas la palabra escrita. Pocos que sabían leer. Pocos sabían descifrar. Y quienes pensaban que palabras eran cosa de dioses eran mayoría. De aquí el gran poder del profeta en esta época de profetas.
La escritura es un sistema gráfico de anotación del lenguaje que “congela” el habla y la convierte en duradera. Es el mayor placer del teórico, permite el orden, el sistema y la demostración. Así, ofrece algunas ventajas que no ofrece el habla en el discernimiento de las ideas y su acoplamiento en “el alma”, un cuerpo puede inventarse a sí mismo con mayor control, placer y suficiencia si los conceptos que lo componen se ordenan en palabras escritas, que si lo hacen en palabras habladas. Como un “corpus” spinoziano conectado por un millón de partes en un millón de sitios, formándose en un solo cuerpo demostrable y otros tantos cuerpos axiomáticos.
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