Y, ¿Quién sabe sobre esta valentía?, Se pueden conocer grandes filósofos que se lo jugaron todo. Todo lo antes creído. Y les diría que conocen esta valentía. En Nietzsche, al leerlo, es fácil observar esta valentía, en su afán por no crear escuela -superar el miedo de perder el nombre-, el fue quien detesto el sistema, guardándose de crear una teoría e ideando trampas a sus futuros discípulos. Lucho así contra el afecto de auto conservación, de supervivencia, diversificándose y deveniniendo estoico.
Quizá el sabía -como saben los nuevos psicólogos de la emoción- de la tremenda adaptación del miedo, implicando al organismo en la búsqueda de un objetivo. En ese estado, conservas el animo propicio para afrontar un peligro, detectando y produciendo respuestas sobre la conducta. Ahora, sabemos que como pasión, la respuesta primaria es escapar -la persona con miedo escapa- y si no puede huir, se hace muy urgente buscar una solución. Ahora, se pensará: ¿Cual era esa afición de Nietzsche por jugar con nuestras amígdalas? cuando avisó en el anticristo, que pensaba romper los oídos del filósofo, y al tiempo, construyo una trampa para creyentes.
Pequeña nota: Igual que Nietzsche se corona como el anticristo, Spinoza posa como príncipe de filósofos. El no rompe nada, solo cambia y construye. Pero esto será otro día.
Publica un comentario: