Foucault y Platón: el coraje de ser filósofo

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   En  ¨El gobierno de sí y de los otros¨, Foucault aborda el problema de la Parresía, desarrolla algunos ejemplos en las obras trágicas de Eurípides pero no es ahí donde me detendré; sino en el análisis del mismo sobre la ¨Carta VII¨ de Platón.

        Platón en la ¨Carta VII¨ hace alusión al problema de la Parresía de la siguiente manera:
     
¨He aquí cómo debe conducirse el sabio frente a frente del Estado. Cuando lo ve mal gobernado, debe  hablar¨ (pp. 542) (nota: la edición que manejo pertenece a la edición de FCE sobre  los cursos de Foucault en Collège de France 1982-1983)

     ¨Conforme a estos principios os aconsejaré lo que aconsejé en otro tiempo a Dionisio de acuerdo con Dión, le dije que trabajase constantemente en adquirir el dominio de sí mismo¨ (pp. 543)

     Antes de continuar necesito hacer unas aclaraciones. La obra de Platón que poseo es de la editorial Anaconda, no es la mejor traducida al castellano; me fue imposible encontrar una versión bilingüe. Con lo cual hay una serie de conceptos claves que no se corresponden con el texto usado por Foucault en sus cursos.
Primero, daré una escueta definición de Parresía: es una actividad verbal en la que el hablante tiene relación con:

·         La verdad. Hablar franco y claro
·         Se pone en situación de riesgo
·         Con sí mismo y los otros
·          Con la ley moral a través de la libertad
  
  Qué tenemos hasta el momento, dos conceptos claves de la antigüedad: Parresia y Epimeleia heautou(cuidado o dominio de sí). Este último es la condición del Gnothi Seauton(conócete a ti mismo). Epimeleia heauton(cuidado o dominio de sí), es una mirada hacia sí mismo, un atención con respecto a lo que se dice y hace, es una práctica o acción concreta para transformar al individuo. En la Carta VII, Platón  nos relata sus actos fallidos por hacer del tirano Dionisio de Siracusa un gobernante filósofo, para que su gobierno se lleve adelante en el marco de la justicia y la libertad. Tenemos a un Platón en plena ergon(acción) en referencia a una situación concreta de poder; la acción del filósofo como la de aquel que interpela al poder.

   Por lo mismo, la lectura que hice de la Carta VII está realizada a la luz de los últimos cursos de Foucault(sobre todo ¨el gobierno de sí y de los otros¨). No es esto una exposición literal de sus cursos, sino mi lectura personal utilizando los lineamientos teóricos de Foucault como disparadores para abordar la Carta VII.

   En esta carta nos encontramos con un Platón activo, que emprende una tarea concreta, su ergon(obligación interna que lleva a preocuparse de lo real y moviliza a la acción). Platón en este contexto no se ocupa del Logos(en su acepción más amplia), va más allá. Lo vemos actuar bajo condiciones efectivas orientadas a interpelar la realidad. Aquí la filosofía dejaría de ser un saber de saberes, sino que además, al enfrentar lo real se convierte en una acción en la que el hablar con verdad con referencia al poder implica asumir riesgos. Dionisio, en efecto, invita a Platón a su reino, lo hace haciendo alusiones del tipo ¨estoy enamorado de la filosofía¨; pretende someterse bajo la enseñanza del viejo filósofo para así realizar una conversión de sí y devenir en un sabio gobernante. Platón desconfía de las palabras del joven tirano, lo pone prueba refiriéndole lo ardua que es la tarea filosófica y a la que no todos están preparados para asumir. Por ello mismo, Platón escribe de qué tipo de tarea se trata:

       ¨Para hacer esta prueba hay un método excelente, y que consiste sobre todo cuando se trata de tiranos, particularmente de tiranos llenos de falsas ideas, como lo estaba Dionisio, y como luego noté. Consiste en hacerles ver qué gran cosa es la filosofía, qué trabajos exige y qué disgustos proporciona.

      ¨Desde luego se advierte que el que ama verdaderamente la filosofía y es digno de dedicarse a ella, es decir, que tiene un alma divina, encuentra admirable el camino que se le señala; juzga que es preciso marchar por él, y que cualquier otro género de vida es despreciable. Después, precipitándose por él con ardor, arrastra tras sí a su amigo guía, y no se detiene hasta no haber llegado al término, o por lo menos, a un punto bastante avanzado, para conseguir el objeto, sin otro guía que sí mismo.

   Un hombre de esta condición, animado por este espíritu, cualquiera que sean las circunstancias, vive y se gobierna en todas las cosas según los principios de la filosofía, y se entrega habitualmente al régimen más propio para ejercitar sus facultades, desenvolver su memoria y hacerse hábil en el razonamiento. Toda otra manera de obrar le repugna y se abstiene constantemente de ella. Para los que son verdaderamente filósofos, que sólo tienen la tintura de las opiniones (…), al ver la multitud de conocimientos que la filosofía encierra, el trabajo que exige, el orden, el régimen, la discreción que prescribe, creen que semejante estudio es muy difícil, que es imposible, y no tienen valor para hacer el primer esfuerzo.

       ¨Algunos están persuadidos de que saben cuánto hay que saber, y que no necesitan saber más. He aquí la prueba más clara y más segura para juzgar a los hombres entregados a la molicie e incapaz de resistir el trabajo; hombres de esta jaez no deben acusar al maestro sino a sí mismos, si son impotentes para hacer lo que exige la empresa que intentan.¨(pp. 551-552)

    Lo que intenta hacerle ver Platón al tirano es que la filosofía es una tarea y que esta tarea debe responderse con un modo de vida. Es un Ethos. Un modo de ser del sujeto que se traduce en sus costumbres, la calma con la que enfrenta las adversidades, etc. Si se adquiere un Ethos bellos, se traducirá en un ejercicio de su libertad de manera refleja.

Por ejemplo en Sócrates, la tarea es la de despertar en sus interlocutores la actitud que cada uno debe tener para poder, por ejemplo en Alcibíades, intervenir en los asuntos públicos. A su vez Sócrates es un ejemplo entre lo que dice y practica. La filosofía en este caso no es sólo el logos, es además un ethos. Filosofía implicaría: Epimeleia Hautou-Parresía-Ethos. Hay correspondencia entre estos tres elementos. No se puede concebir el hablar franco sin un trabajo de sí, sin una práctica de vida filosófica. Esta tarea filosófica la realiza el filósofo en relación a lo real, es interpelar a lo real. El filósofo interpelará el poder, es un parresiasta, un decidor de verdad en referencia a una situación concreta de poder; en la cual se pone en una situación de peligro. Es decir que el filósofo hace peligrar su situación al interpelar a los otros a fuerza de ser sincero. De ahí que la relación de Platón como filósofo con Dionisio implique un riesgo. Desde este punto de vista, la filosofía es una tarea inacabada que va más allá del análisis del logos:

¨Cuando se ha examinado por extenso cada cosa con relación a los demás, los nombres, las definiciones, las percepciones de la vista y las sensaciones en general, tratadas en discusiones tranquilas en las que la envidia no dicta las preguntas ni las respuestas, a duras penas la luz de la sabiduría ilumina entonces los objetos y nos permite en los límites del poder humano.¨(pp. 555)

El pensamiento para Platón examina(aunque Foucault habla de roces) nombres, definiciones, imágenes, impresiones, el pensamiento no se limita al logos. Va más allá, se examina entorno a lo real y en las ¨discusiones tranquilas¨, no es agon, el decir-verdadero no se reviste con ropaje retórico. Es el decir franco con el espíritu abierto a conocer la verdad, es un vínculo.

¨Por todas estas razones, un hombre grave que estudia cosas graves, se guardara bien de escribir jamás para la multitud y de atraerse la envidia y otros mil disgustos. De donde debemos concluir, cuando encontramos un libro de un legislador sobre las leyes o de otro sobre cualquier objeto, que el autor no ha hablado seriamente aunque sea un hombre muy serio, y que se ha reservado la mejor parte. Si realmente hubiera depositado en un escrito sus más serios pensamientos, no quedaba más partido que decir: no, no son los dioses sino los hombres los que le han privado de razón.¨(pp.556)

El pensamiento no es transmisible a cualquiera. Puede apreciarse en esta carta  un Platón que reniega de la escritura y al hacerlo podemos pensar qué lugar ocupan obras como ¨Las Leyes¨ o ¨La República¨ en la filosofía de Platón. Plasmar nuestras ideas en un escrito sería una sin razón, ya que pocos nos entenderían y quienes pueden captarlo no necesitan de un escrito. Creo que este es el motivo por el cual se expide contra la escritura. También podemos ver esquematizadas las operaciones del pensamiento:

·         Onema
·         Logos
·         Eidolos
·         Episteme

    ¨Todo esto no forma más que una unidad, y no reside en el lenguaje, ni en la figura del cuerpo, sino en el alma misma (…) De estas cuatro cosas, la inteligencia es la que por el parentesco y por la semejanza se aproxima a la quinta¨ (pp. 554)

Los primeros tres procesos nos permiten conocer  a la manera de la teología negativa, mientras que la cuarta, al estar en el alma,  es nuestra posibilidad. Pero tampoco es suficiente. Por eso el proceso que implica el pensamiento es un análisis constante o fricción(Tribé, Foucault), entre onema, logos, eidolos y espisteme y este movimiento constante es el pensamiento. Pero ¿en qué se relaciona esta esquematización sobre el pensar con la interpelación a lo real?

Dijimos que el pensar posee ciertos grados y la realidad sólo puede alcanzarse a través del análisis o fricción y el movimiento que se da en esos grados o como dice Foucault se alcanza a través del roce(tribé). Pero ¿por qué no se da este conocimiento por escrito? Porque filosofar(pensar) es una experiencia particular que se da en una situación concreta y que conlleva este ascenso y descenso que produce el análisis o roce continuo entre lo real y pensar. De lo que se deduce que el filósofo no es escritor, tampoco un dador de leyes del tipo Solón o Licurgo, o sea no es nomoteta; porque la filosofía es móvil, dinámica porque eso mismo es pensar.

¨Cuando el alma intenta conocer, no la cualidad, sino la esencia, cada uno de nuestros cuatro elementos sólo le presenta (…) contradicciones sensible en lo que se dice y se muestra, y entrega, por decirlo así, el espíritu de todo hombre a mil dudas y mil oscuridades. Esta es la razón, porque en las cosas en que no tenemos costumbres de buscar la verdad a causa de nuestra mala educación, y respecto de las que nos contentamos con la primera imagen que se presenta, no nos parecemos los unos a los otros ridículos, porque podemos siempre discutir y refutar estos cuatro principios (onema, logos, eidolos, episteme). Pero en las cosas en que exigimos que se responda por el quinto elemento y que se demuestra, el que es capaz de refutar no necesita más que quererlo vencer, y hacer creer a los oyentes que el que expone en su doctrina en sus discursos, sus escritos o sus conversaciones, no sabe absolutamente nada de las cosas que quiere decir o escribir, porque se ignora algunas veces que no es el espíritu del escritor u orador lo que se refuta, sino el vicio innato de los cuatros principios de que hablamos. Recorriendo con la razón todos estos elementos y examinando de un extremo a otro cada uno de ellos, apenas se llega a la ciencia, y esto se entiendo cuando las cosas están bien dispuestas y el espíritu mismo bien preparado.¨ (pp. 555-556)

Platón parece menospreciar tanto a la escritura como al discurso pero esta disposición no la hace haciendo referencia a la imposibilidad del conocimiento; lo que Platón está señalando es: la insuficiencia del Logos. Sin embargo no debemos creer que Platón esta renegando del Logos, lo importante es subrayar su insuficiencia, su limitación porque es esta limitación la condición de su posibilidad, en su dinámica, haciendo posible el pensar, filosofar, a la luz del quinto elemento: el Alma.

Sintetizando: ¿Qué quiere decir todo esto? Que el pensamiento, el acto de filosofar, es una actividad constante. En la Carta VII, Platón nos exhorta a ir más allá. Seguir pensando es la tarea. El papel del filósofo en los asuntos públicos será observar y remover todo, será la conciencia crítica que interpela lo real. Estamos frente a un Platón diferente o en todo caso a una manera distinta de leerlo; aquí no es el filósofo legislador que propone un tipo de sociedad política abstracta y arbitraria, arbitraria porque no tiene asidero histórico. Es un Platón que interviene en los asuntos públicos. Visita al tirano Dionisio y lo interpela desde su condición de filósofo poniendo en riesgo su vida. Su verdad frente al poder es personal y temporal. La verdad del filósofo establece una correlación especial entre eso que dice, lo que hace, escribe y práctica. Es un movimiento constante y en esta dinámica accederá al ser. Platón es un parresiasta, la verdad de su discurso está asociada al quinto elemento, en la propia alma, y su forma de vida es el testimonio de su decir-verdadero. La vida filosófica es una verdad que se manifiesta es esta correlación: Epimeleia heautou-Parresía-Ethos. El filosofo acepta los riesgos que comportan el decir la verdad, sea frente al tirano o la muchedumbre, la verdad surge entonces en este vínculo. No hará uso de la retorica, no adorna sus discursos, tampoco puede sentir temor o sentirse inhibido porque para ser filosofó es necesario tener CORAJE: el coraje de la verdad. Decir la verdad es asumir un riesgo, interpelar al poder, desmitificar los discursos del poder es asumir el riesgo de perder la vida.

La parresía es el coraje de la verdad, es un ethos condicionado por la virtud, es asumir un rol en lo real. No es actitud militante, dogmática  anudada a la sombra del poder, es un ejercicio libre y crítico de compromiso real que implica constancia y un trabajo sin fin sobre uno mismo. Filosofía es asumir la misión de Apolo encomendada a Sócrates, la de ser un tábano e interpelar la realidad aun al precio de ser conducidos al cadalso y obligados a beber la cicuta. Porque para ser filósofo es necesario tener coraje.
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