Diferencia entre ser, existir, estar, aparentar y parecer.

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Filosofía y poesía.


Una vez escrito un poema cualquier lector puede ser capaz de interpretar qué quería decir el poeta con tal o cual verso. De esa hermenéutica del poema puede surgir una concepción metafísica del mismo a través del análisis de las diferentes figuras literarias. Pero... ¿qué hay del poeta? Si el intérprete puede sacar conclusiones metafísicas es porque de alguna manera el autor en el momento de la escritura o bien ha introducido esos elementos con reminiscencias metafísicas a propósito o bien lo ha hecho de manera inconsciente. De igual manera, esos elementos están en el poema.


Para el análisis de los diferentes conceptos metafísicos que pueden aparecer en un poema tomaremos no un poema en sí, sino el momento en el que el poeta está creando su obra, en ese instante en el cual su cabeza está trabajando y sacando a flote una serie de sentimientos o experiencias a las cuales, dándole forma de palabras sobre el papel, se le atribuyen nociones trascendentales. Un apunte más: nuestra referencia será, por simplificar y centrarnos en casos concretos, un poeta que está escribiendo un poema de amor. Se podría haber escogido otra temática, pero por la naturaleza de los elementos que vamos a tratar es preferible este asunto.
Al pensar en la persona amada, lo primero que podemos dilucidar es si, precisamente, es. Por tanto, ya tenemos el primer término a estudiar, el término ser. La concepción de ser la tomaré en la misma línea que el filósofo Avicena en su libro El libro de la curación (o El libro de la ciencia, según algunas traducciones); es decir, lo interpreto como que el ser es ser algo, diferenciándolo así de la existencia, segundo concepto que nos sale al paso.

Ser, es decir, ser algo no implica existir, pero eso no quita que el existir sí implique necesariamente un ser. Cuando algo o alguien existe, inmediatamente es algo, porque al existir uno se determina en el mundo. A la hora de crear un poema, por tanto, ser y existir no tienen por qué ir de la mano. La persona en la cual se inspira uno para escribir cualquier poema de amor puede ser algo y sin embargo en la realidad sensible o perceptible no existir. ¿Cómo puede una persona no existir o dejar de existir? Falleciendo podría ser la forma más inmediata de dejar de existir... pero creo que hay otra más común y que puede hacer que una persona incluso deje de existir varias veces a lo largo de su vida: cambiando su personalidad. Imaginemos que existe una persona que en tal momento es dulce, simpática y con unos principios éticos inamovibles. Si esa persona cambia su personalidad y se vuelve irascible, antipática y amoral, la persona que era antes deja de existir en la realidad sensible para dar paso al existir de la “nueva” persona. Esa nueva persona que comienza a existir comienza un nuevo ser, sólo que ahora es de otra manera (irascible...etc.). Sin embargo, aunque la persona dulce haya dejado de existir en la realidad sensible, puede seguir siendo, puede seguir teniendo ser. ¿Dónde? Por ejemplo, en la cabeza del poeta. Este ser algo en la cabeza del poeta implica un estar, un concepto más en nuestra investigación, y ya van tres. La persona que ya no existe está en la cabeza del poeta, bien sea como recuerdo o como cualquier otra cosa, y es como era antes, dulce, simpática y moral. Por supuesto, puede darse el caso de que una persona sea, exista y esté. Puede ser dulce ahora mismo, existir en el mundo sensible y estar en el mismo (además de en la cabeza del poeta). Pero con el ejemplo anterior se deja bastante claro que se puede ser y estar pero sin existir.

Resumiendo este párrafo: ser no implica existir; existir implica ser; ser es ser algo; existir significa tener una realidad sensible o perceptible; ser y existir implican estar; se está en algún lugar, bien sea físico y mental si se es y existe o sólo mental si sólo se es. De tal manera, tenemos que un poeta, al estar trabajando su obra, puede encontrarse con que la persona la cual le inspira, por ejemplo la amada, es, es algo, normalmente algo agradable para el poeta, como por ejemplo moral o amable, está, está en su mente, pero no existe, porque ha cambiado y no puede encontrar a tal persona en el mundo sensible.
Sin embargo, no sólo tenemos de quedarnos en el estudio de estos tres conceptos. Hay dos más que debemos de tener muy en cuenta, y son las nociones de aparentar y parecer.


El concepto de aparentar está ligado al de ser. Una persona puede fácilmente aparentar ser algo que realmente no es. Cuando se aparenta algo que no se es se determina otra forma de ser, y es la de ser en apariencia. Esta forma de ser no implica de ninguna manera un existir, porque el ser en apariencia tan sólo está en la mente de la persona que cree que este modo de ser existe. Es decir, cuando una persona irascible aparenta ser tranquila, esa persona es en apariencia tranquila, pero en el mundo sensible no existe como tal, ya que a poco que queramos sacarla de sus casillas sacará a flote su verdadero ser. El ser en apariencia tranquila, en tanto que ser, está en algún sitio, más concretamente en la cabeza de quien cree que realmente esa persona es así y existe así.

Por otro lado, el parecer va ligado al existir, aunque si tomamos lo previamente dicho, esto también se extiende al ser -el existir implica necesariamente ser-. A veces puede parecer que una persona existe sin que eso ocurra realmente. A diferencia del aparentar, el parecer que algo existe no es algo que se pueda hacer de manera intencionada. Si una persona ha cambiado y ya no existe, esa persona no existente no puede hacerle parecer a otra persona que sí existe. Es ilógico pensar en ello. El parecer que algo existe viene dado por una confusión, transitoria o permanente, o una relajación de los sentidos de la persona que percibe o lo piensa, en este caso el poeta.
Llevándonos estos dos términos al ámbito que estamos tratando, un poeta al crear su obra puede crearla a partir del aparente es de una persona. Quizás la amada en cuestión le está presentando una forma de ser de ella que no es realmente, una apariencia, por interés o por otros motivos, y resulte que el poema al final trate de alguien que no existe. En contraposición, creando el poema puede hacerlo confuso por algo que le ha parecido ver o percibir, exista o no. Por ejemplo, al ir por la calle puede parecerle haber visto a una bella persona, independientemente de que lo sea o no, y eso inspirar un poema sobre cierta bella desconocida.
Resumiendo este párrafo: se puede aparentar ser, además de manera consciente; el aparentar ser no implica que el ser aparente exista; al sujeto que percibe puede parecerle que algo existe, y por tanto sea, independientemente de que exista realmente.

En definitiva, nuestro poeta metafísico del que hemos tratado a lo largo de este esbozo es un poeta lleno de complejidades, lo cual se refleja en su poema. Así encontramos poemas que tratan sobre amadas que se han ido, que no existen, pero siguen en la cabeza de algún pobre melancólico; poemas inspirados por leves miradas que hacen que el parecer existir de tal persona te llene el alma de Sol (en alusión a Bécquer); poemas que muestran el desgarro de ver cómo se había amado a una persona que simplemente aparentaba ser; poemas tan bellos que nos permite olvidarnos por un momento de que somos, existimos, estamos, aparentamos y parecemos
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