La razón patriarcal: crítica de lo racional y dogmatismo del concepto de racionalidad

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La obra de Max Horkheimer y Theodor Adorno "Dialéctica de la Ilustración" (1947) es una crítica al movimiento filosófico que pretendía ser una crítica ante toda forma de dogmatismo, de engaño, de irracionalidad y superstición, ante toda forma de autoridad y reflexión mal fundada que no permitiera el desarrollo del pensamiento mismo en la explicación del comportamiento de la naturaleza así como en el comportamiento humano; menos aún, la persistencia y desarrollo de conceptos y formas de pensar que no tuviesen, en realidad, una incidencia práctica en el ámbito real (en otras palabras, en el mundo material de la naturaleza y la sociedad, así como en los valores que propendieran al desarrollo funcional de la organización social). La Ilustración se gestó como el movimiento filosófico que liberaría al hombre de la esclavitud, de la ignorancia y del reino de la necesidad.

Este último es simplemente el reino de los fenómenos naturales o no, sobre los cuales el hombre no tiene incidencia. En otros términos, cuando el hombre se ve y se siente incapacitado de obrar sobre la realidad, por lo cual, se siente inútil y mínimo ante las relaciones de causa y efecto que rigen no sólo los fenómenos naturales sino también los procesos sociales; en este punto, pues, el hombre se siente encadenado y ajeno al devenir histórico y las configuraciones sociales e institucionales (como la capacidad que tiene el hombre sobre las formas de gobierno que rigen su vida política) y, en última instancia quiere apropiarse de su destino, del beneficio de usar su propio intelecto para configurar su condición material y, por ende, el destino de su vida.

Sin embargo, tal labor es sumamente difícil y exige enormes sacrificios, los autores lo ilustran con la forma en que Odiseo, emblema del nacimiento de la racionalidad moderna, hace tapar los oídos de su tripulación y, él, personalmente se ata al mástil de su embarcación para que todos no sucumban ante el canto mágico y embrujador de las sirenas. Ellas y su canto, son los símbolos que representan para el nacimiento de la racionalidad patriarcal lo que es externo a ella, lo otro, la diferencia; de acuerdo a este punto, lo otro, lo externo, lo diferente, se le presenta a la razón como algo temible y ella, pretende clarificarlo y hacerlo explicito.

Esta forma de explicación también subyace al mito pero de una forma, aunque también sistemática, mágica. Con ello se quiere decir que hay un vínculo entre el pensamiento mítico y el pensamiento racional, él mito es racional en sus formas explicativas aún cuando incluye en ellas elementos mágicos y simbólicos pero que en el fondo, intenta captar la esencia de los fenómenos naturales. El pensamiento racional también aspira a la verdad y a la explicación última de los procesos naturales y humanos, pero se erige como crítica de los procedimientos intelectuales e imaginativos del pensamiento mítico y metafísico. Estos procedimientos, introducían en la consciencia humana el temor a seres fantásticos, mágicos, divinos, diabólicos y demoníacos, y este temor era el distanciamiento del hombre respecto a ellos y la búsqueda, a su vez, de una convivencia armónica y bella. Así pues, el pensamiento estaba ligado con la naturaleza y con los seres extraños y marav!
illosos que la poblaban.

Para el pensamiento racional cuyo principal precursor, aún de forma simbólica, es Odiseo, la extrañeza de estas formas concebidas por el pensamiento mítico y metafísico son, no causa de un temor, sino más bien, signo del momento de tomar valor y enfrentarlos a toda costa, bajo el precio de cualquier sacrificio. Lo otro es signo de algo extraño y a la vez peligroso y que debe ser sometido por todas las potencias humanas, por ello, el sujeto se erige como legislador de la naturaleza así como legislador de su vida. Las leyes que rigen la naturaleza están exentas de las figuras exóticas e idílicas del pensamiento “irracional”, pero a la vez, son una creación humana mediante la abstracción matemática, esto es, que el sujeto de conocimiento impone las leyes a la naturaleza a la vez que es capaz de darse las leyes a sí mismo mediante el ejercicio de la razón.

Aquí la consciencia humana presiente que al alcanzado la libertad respecto al mundo natural al imponer las leyes de su pensamiento y ha conquistado el mundo humano lejos del temor y mediante el fundamento de la razón suficiente, de los temores del pensamiento mítico y tribal que pasa a ser considerado una reliquia obsoleta de las formas de concebir el mundo. Se erige el pensamiento Ilustrado con la constitución del sujeto de conocimiento que adquiere la libertad sobre la realidad, no obstante, esta libertad está fundada sobre otra actitud irracional. Lo otro, que es signo de exterioridad intenta ser aniquilado, destruido y en este intento es transformado mediante la apropiación y comprensión de su naturaleza, así Francis Bacon es el padre de la racionalidad moderna, o mejor dicho, de la ciencia moderna puesto que sus exigencias aspiran a la dominación de la naturaleza por parte del hombre y determinar el curso de sus procesos para beneficio del mismo.

El hombre no se relaciona con la naturaleza mediante un pensamiento figurativo que ve en la naturaleza fuerzas misteriosas y desconocidas, sino mediante símbolos que eliminan esos vestigios y le ayudan a prever el curso de los fenómenos así como el desarrollo de técnicas para alterarlos: “Hoy dominamos la naturaleza en nuestra mera opinión, mientras estamos sometidos a su necesidad. Pero si nos dejamos guiar por ella en nuestra invención, entonces podremos ser sus amos en la práctica”1. De este modo, vemos que el concepto moderno de racionalidad, y en general, el pensamiento Ilustrado que erigía los ideales de la libertad del hombre por medio del conocimiento y el progreso material de la civilización, está sustentado en el dominio.
Odiseo se autodomina para no sucumbir a la tentación mágica, al hechizo y configurarse como sujeto, como “yo”. Una vez conquistado el dominio sobre sí mismo, se lanza al dominio de lo exterior mediante la técnica. La técnica es inseparable del conocimiento y le brinda al hombre la posibilidad de acción, de dominio sobre él. Esta actividad es llamada el desencantamiento del mundo, se trata pues, del hecho por el cual el pensamiento racional disecciona la naturaleza, clasifica y trata a los seres como cosas, es decir, se trata de un proceso de cosificación de la naturaleza. Cuando el pensamiento Ilustrado observa que el conocimiento científico, o más exactamente el pensamiento físico-matemático, es el más apto para apropiarse de la naturaleza, primero la clasifica y divide, posteriormente trata a estas entidades divididas como números y símbolos abstractos aptos para procesos de cálculo y producción.

Al respecto, manifiestan los autores: “La técnica es la esencia de tal saber”, por lo cual, el saber al que aspira la Ilustración es un saber técnico aparte del saber teórico. El saber técnico se basa en la capacidad de acción del hombre sobre su medio, de brindar la capacidad de dominio y por ello, por su eficacia, el saber técnico que ha nacido del saber teórico moderno, es decir, de los paradigmas físico-matemáticos, se instaura como un procedimiento en la práctica de carácter eficaz. De allí que incluso la metafísica se haya visto desacreditada por el nuevo conocimiento moderno, porque no ofrecía ideas capaces de nivelarse con la eficacia de la ciencia moderna.

Esta eficacia le da pie al pensamiento Ilustrado para poder concebirse como autoridad de conocimiento en toda materia.
En efecto, este principio es autoritario y por ende patriarcal ya que se basa en la actitud de dominio y es excluyente. El pensamiento Ilustrado que aspiraba a la libertad y el progreso excluye y niega otras formas de pensar la naturaleza y la sociedad, por tal motivo, si la reflexión sobre la sociedad aspira a tener legitimidad, debe someterse a los cánones del pensamiento científico, pero tales cánones como hemos manifestado, se fundamentan en el dominio, la eficacia y la explotación, por lo cual, la dominación de la naturaleza por el hombre se hace extensible a la dominación del hombre por el hombre. Lo que los autores señalan como dialéctica de la ilustración es la conversión de los valores positivos con los que se inició el programa Ilustrado (o sea, libertad y progreso) y, que más adelante en la historia, especialmente en el convulsionado siglo XX, ha perdido toda significación y sentido y ha traicionado los fundamentos sobre los que se erigió la Ilustración.

Uno de las características de esta dialéctica es la eliminación de los conceptos universales que pretendían ser críticos para con el statu quo y se transforman en conceptos operacionales o funcionales, por ello, el concepto de libertad que daría o cualificaría la dignidad del hombre, se transforma en la libertad de comparar y vender dentro del esquema del sistema social y económico. La racionalidad moderna es el intento de sistematizar y administrar la realidad en la producción; los filósofos intentaron por medio de los "sistemas filosóficos" unificar el conocimiento e integraron al conocimiento de la naturaleza el conocimiento social, esto implica que el dominio se extiende. De esto se sigue una razón para comprender cómo se puede establecer una crítica al proyecto ilustrado, pues si este funda el problema del conocimiento en el sistema o unidad del conocimiento, Horkheimer y Adorno señalan sus debilidades y contradicciones no por los grandes sistemas filosóficos mismos sino que pretender minar el discurso filosófico por medio fragmentos filosóficos que se yerguen como alternativa propia del pensamiento.


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