Michel Onfray habla de Diógenes y el pensamiento individual.

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Diógenes se convertía en un epifenómeno molesto que había que reducir y hasta destruir: y eso fue lo que se hizo en principio en nombre de la moral y las buenas costumbres, y luego de la ciencia y de la seriedad filosófica. Por un lado, los émulos de Víctor Cousin; por el otro, los de Hegel. Ahora bien, Emile Bréhier ha desarrollado una idea extremadamente interesante sobre el tema. Lejos de las preocupaciones relativas a las escuelas y las filiaciones y de los debates estériles sobre los precursores y la fuentes, Bréhier afirma: "En la historia de la filosofía, siempre conviene remitirse a los esfuerzos intelectuales de los individuos; sería vano buscar en ella tipos de sistemas, clases de conceptos fijos y rígidos que habría que tomar o dejar de lado y que deberían sucederse según un ritmo definido; sólo existe el pensamiento individual, que recibe influencias de otros pensamientos individuales y obra a su vez sobre otros".' Tal es el caso del cinismo, que opera menos como una escuela que como una constelación de figuras singulares. En mi opinión, Diógenes lleva a la incandescencia la subversión característica de ese estilo. Ni siquiera me parece importante verificar la autenticidad de ciertos fragmentos: no tengo la aptimd ni el placer de juzgarla. Me importan el tono, el espíritu.

Lectura de Michel Onfray en Cinismos retrato de los filósofos llamados perros.

                                                      
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