Nietzsche. Buscando verdades en los sentidos.

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Pongo a un lado, con gran reverencia, el nombre de Heráclito. Mientras que el resto del pueblo de los filósofos rechazaba el testimonio de los sentidos porque éstos mostraban pluralidad y modificación, él rechazó su testimonio porque mostraban las cosas como si tuviesen duración y unidad. También Heráclito fue injusto con los sentidos. Estos no mienten ni del modo como creen los eleatas ni del modo como creía él, —no mienten de ninguna manera. Lo que nosotros hacemos de su testimonio, eso es lo que introduce la mentira, por ejemplo la mentira de la unidad, la mentira de la coseidad, de la sustancia, de la duración… La “razón” es la causa de que nosotros falseemos el testimonio de los sentidos. Mostrando el devenir, el perecer, el cambio, los sentidos no mienten… Pero Heráclito tendrá eternamente razón al decir que el ser es una ficción vacía. El mundo “aparente” es el único: el “mundo verdadero” no es más que un añadido mentiroso…

Texto de Friedrich Nietzsche. El ocaso de los ídolos.

Con placer rescatamos un fragmento de este libro llamado El ocaso de los ídolos o como se filosofa a martillazos.¿Que pretende Nietzsche en esta obra?, ¿Derribar ídolos con golpes de martillo?. Podríamos verlo de forma muy chata, ya que un martillazo es corto, de arriba a abajo, se puede decir que responde a la velocidad el que consiga derribar o no, aquel o este ídolo. Los ídolos chocan junto a las ideas externas donde no hay lazos de experiencia entre cuerpo y concepto. Y así lo irreal constituye la corona y ejerce control, y pasa inadvertido. Este es un punto problemático, para Nietzsche y para cualquier persona que pretenda pensar por si misma. Estamos en el punto de inflexión entre dar vida, gozar de alegría, crear el concepto. O postrar la idea y encoger el gran símbolo hinchado. El mismo acto empujado hacia afectos distintos, mirando en dos direcciones el efecto del martillo y el ocaso de los ídolos.
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